El
gobierno de Maduro nos demuestra, una tras otra, que no tiene logros reales que
mostrar, salvo que la morbosidad nos llevare a decir que la destrucción
nacional es un logro de la revolución.
Mientras
los venezolanos sufrimos una escalada de escasez, el desate de la violencia y
muerte, el descuartizamiento del salario, el calcinamiento de la producción
nacional, el desmembramiento de la educación, y tantos males sociales nunca
antes vistos a estos niveles, el presidente Maduro, que debiera centrarse en
resolverlos, se dedica a celebrar -¡a celebrar!- el traslado de restos
simbólicos de antepasados. ¡Restos simbólicos! Es decir, que no existen.
Si
de trasladar restos se trata, unos reales y otros simbólicos, ¿a dónde, por
ejemplo, trasladaría Maduro los restos simbólicos del Esequibo? ¿Al Panteón?
Porque los restos reales del salario, se trasladan quince y último a la nómina.
Los restos reales de los muertos por el crimen, o por falta de medicinas, se
trasladan al cementerio.
La
revolución y su proceso nos llevan inexorablemente a vivir en un país en
ruinas. Un país de restos. Tierras y empresas productivas (Agroisleña, Diana…)
que fueron expropiadas hoy son restos. Los hospitales atienden con los restos
de los insumos y medicinas. En los mercados, los restos de carne de res son
simbólicos.
Todo
resto es pasado. Es lo que queda de lo que hubo, y ese hubo siempre fue más. El
espíritu humano nos impulsa a lo más, nunca a lo menos. La revolución,
definitivamente nos lleva a menos. A vivir con lo mínimo, a vivir en medio de
restos. Y esos restos se devuelven en contra de la revolución para devorarla.
De la revolución, también quedarán, más temprano que tarde, unos restos.
El
despertar de la conciencia nacional de esta pesadilla es inminente. Las
primarias del PSUV son una muestra de su propio proceso de convertirse en
restos. El que un presidente de la república recurra a la amenaza, al afirmar a
vox populi que tendrá la lista de quién votó y quién no, es una clara muestra
de la falta de apoyo. Los restos de la revolución.
El
6 de diciembre, nos debatiremos entre vivir en un país de restos o iniciar la
construcción de un país de progreso. Una oposición racional con mayoría
parlamentaria, es un buen comienzo para el cambio hacia mejor. La prosperidad
de las familias venezolanas pasa por un proceso de reconstrucción nacional. Hay
mucho que hacer de aquí a esa fecha y cada uno de nosotros puede contribuir a
obtener la victoria electoral. ¡Pan! No migajas.
Mario
Massone
mariogmassone@gmail.com
@massone59
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