El
grave problema que afronta el gobierno es que las medidas económicas que por
una u otra razón decide tomar a corto plazo, inevitablemente conducen a mayor
inflación y por lo tanto a mayor descontento, de lo que ya no se exceptúan
ni las importaciones subsidiadas por los
mercales, que no han podido contener el alto costo de la vida, porque el mayor
aumento en los precios lo han experimentado los alimentos, que anualizados
superan el 100%. Y lo más grave aún es que esas importaciones subsidiadas con
dólares petroleros tienen como consecuencia una mayor ruina del aparato productivo
del país, seriamente afectado por las ocupaciones de fincas en producción, por
campesinos, y sobre todo por desempleados llevados de las ciudades, sin
preparación técnica ni administrativa, y que hoy son testimonio de abandono e
improductividad.
Nunca
la sociedad venezolana, en los últimos 15 años de gobierno
¨revolucionario¨ había vivido, con la
gravedad que expresan amas de casa y padres sostenes de familia, la espiral de
la inflación, que algunos economistas calculan que superará el 100 % en 2015, y
la destrucción del aparato productivo privado por autoridades gubernamentales,
en un intento de sustituirlo por un capitalismo de estado que no sólo fracasó
en todos aquellos países que trataron de imponerlo o lo impusieron por varios años, sino que también
en nuestro país ha convertido en un cementerio de chatarras a las fincas y
empresas estatizadas.
Y como la única alternativa frente a la inflación es una mayor inversión de
capitales en todos los rubros de la economía, una política justa de precios y
una mayor seguridad jurídica y personal
para los productores industriales y agropecuarios, el gobierno no
garantiza dichas inversiones, por lo que las políticas económicas decididas por
Nicolás Maduro, continúan generando menos producción y mayor inflación.
De allí que el más alto costo de la vida lo
ha generado el gobierno con unas políticas económicas y sociales contrarias al
estímulo al trabajo y a la producción en el campo, para sólo referirnos a la
escasez de alimentos y su incontenible subida de precios en los mercados,
incluso populares. El elevado gasto
público se ha encargado de crear una mayor demanda de bienes y servicios, sin
que haya una mayor producción de los mismos, porque el gobierno ha preferido atenderla
aumentando la importación, con lo cual
beneficia a las economías de otros países en detrimento de la nuestra.
El régimen cabellomadurista se encuentra
entrampado, porque si disminuye el gasto público que se expresa en ayudas
transitorias a millones de desempleados, aumenta el descontento y la protesta
con consecuencias negativas en las próximas elecciones; y si mantiene dicho
gasto, sigue subiendo la inflación y los pobres tendrán que comer menos,
acrecentándose la crítica y la indignación contra el gobierno. Con la quiebra
de la industria y la agricultura privadas, para sustituirlas por empresas
colectivas no sólo ha llevado al país a la ruina, sino que ha provocado también
una reacción importante y cada día más consciente de la mayoría de la
población, que se apresta a cobrar, por
la vía democrática, como lo hicieron los rusos y europeos del Este contra sus
respectivos gobiernos, después de varias décadas de desaciertos económicos y
políticos, tratando de imponerles por la fuerza una economía controlada
absolutamente por el Estado.
Por los cambios operados en el siglo XXI en
la conciencia democrática de los venezolanos, es posible que en más de una década de imitación, del desastre de la
política económica de la Unión Soviética, mediante el voto se evite la
prolongación de esta increíble reproducción de algo tan conocido, y
descalificado por el fracaso, ocurrido
en otras naciones durante el siglo XX.
En
América Latina son muchos los gobiernos electos que han sido derrocados por la
inflación, al convertirse éste en el impuesto más perverso y ruinoso que afecta
fundamentalmente a los sectores populares, generalmente los que eligen a los
gobiernos creyendo en las promesas en época de elecciones, pero que al no poder
ponerle fin al alto costo de la vida, se sienten ahogados y desesperados, como
sucede en las colas para comprar alimentos o medicinas, se han lanzado a las
calles a protestar por tan inicua situación. Sobran los ejemplos de gobernantes
que iniciaron sus administraciones con altos índices de aceptación y apoyo, y
que al no poder contener la inflación, también se infló el descontento que los
llevó a la pérdida del poder bien por
elecciones o por derrocamiento.
Juan
Paez Avila
jpaezavila@gmail.com
@jpaezavila
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