Hace pocos días, un amigo me escribió para enumerarme las
razones por las cuales no va a votar en las próximas elecciones. Y eso
suponiendo que haya comicios. Además, me aseguraba categóricamente que no es
abstencionista, que es un creyente fiel de las elecciones -porque es un
demócrata a carta cabal- convencido por completo de que son las votaciones
“aspecto fundamental de todo sistema que quiera tildarse de democrático”; a la
par, por supuesto, de la tan cacareada independencia de los poderes, la manoseada
descentralización y la burlada alternabilidad. Pero, resulta que para votar, mi
amigo exigía que su voto tuviese valor. Me insistía en la ecuación: una persona
igual a un voto. “Necesito completa garantía de que mi voto no va a ser
manipulado y que, de verdad, sea secreto”. Es más, mi amigo fue enfático al
insistir que ama la democracia y la libertad. Que siempre ha creído en los
partidos políticos a los que, de hecho me consta, ha ayudado; porque, sin ellos
es imposible que exista la democracia.
Lo que pasa –y es que de esto, mi apreciado amigo está
“hasta la coronilla”- es que hay suficientes motivos para no creer en los
politiqueros de oficio que han terminado convirtiéndose en los grandes caciques
de los partidos políticos de nuestro país. Y me explicaba que se niega a votar
porque en este, nuestro país, no existe democracia desde hace muchísimos años.
Porque es más que evidente –y los ejemplos corren por las calles- que vivimos
en un sistema militarista y totalitario que se maneja desde Cuba, al antojo de
los perversos hermanos Castro y sus socios.
Mi amigo no quiere votar porque nuestro país no es libre.
Y no es libre porque no es independiente. Y está sometido a esa sangrienta
dictadura de los vivarachos, oportunistas de turno y mequetrefes cubanos.
Además, me insistía en su misiva, que se niega a votar porque no se siente
representado por los grandes califas de la MUD. No lo convencen los socios y
propietarios de los partidos políticos que hacen vida en la Mesa de la Unidad
que, a su parecer, sólo ha servido para legitimar el régimen Castro-comunista
“ilegal e ilegítimo”. Y se preguntaba mi amigo algo que yo también le he
preguntado en más de una ocasión a esos presidentes eternos de partidos
emblemáticos de nuestro país. Recuerdo una vez, entrevistando a Andrés
Velásquez, le pregunté cuándo iba a haber elecciones en la Causa R para elegir
nuevos cuadros directivos. No supo responderme porque, desde hace muchísimos
años, desde el surgimiento del partido, Andrés Velázquez, es el partido. Por
eso, tengo que concederle razón a mi amigo cuando nos exhorta a sacar la cuenta
de los años que lleva Ramos Allup ostentando el cargo de Secretario General de
AD. O Julio Borges, de Primero Justicia, quien no ha dado el primer paso para
convocar a unas democráticas y verdaderas elecciones en su organización.
Y sigue mi amigo esgrimiendo contundentes razones para no
ejercer su derecho democrático y expresando su total desencanto. No votará
mientras en el país exista un CNE que nunca ha sido independiente y es el
organismo electoral de Miraflores y el PSUV. Un Consejo Nacional Electoral
donde sus 23 jefes regionales, están inscritos en el partido de gobierno; así
como el Consultor Jurídico y los técnicos que manejan el “antisistema”
electoral, incluyendo la sala de totalización.
No votará porque el REP, a su juicio, está amañado y
envenenado. Donde se ha demostrado, en pasadas elecciones, que han fabricado
hasta cinco millones de votos fantasmas, lo que les da el caldo de cultivo al
CNE y al PSUV –que al final, son lo mismo- para manejar las cifras a su antojo
y armar, de nuevo, un gran fraude. No
quiere votar porque está cansado de escuchar a la MUD decir que tiene cubiertas
el ciento de las mesas electorales, y sólo han llegado al 70 por ciento en
pasados comicios y, en el interior del país, no ha existido ni siquiera
representación, en algunos centros.
Mi amigo se niega a votar hasta tanto sigan incorporando
milicianos al Plan República porque son fichas del régimen, tarifados del
gobierno, dispuestos a velar por los votos del PSUV. No ejercerá su derecho al
voto hasta que el Plan República se limite sólo al resguardo exterior de los
centros electorales porque son militares leales al gobierno y a Chávez.
No va a votar hasta que se respeten los horarios de las
votaciones, sin prórrogas caprichosas a criterio del CNE, extensiones que sólo
buscan favorecer a los candidatos del régimen. Mi amigo no quiere votar hasta
que permitan la participación como veedores, a organismos como la OEA, ONU,
Unión Europea, ONG´s de Derechos Humanos, a las que Maduro les tiene tanto
culillo.
Y mi amigo alega, contundentemente, una razón que yo he
venido recalcando desde hace muchísimo tiempo. No se trata de rogar por
condiciones mínimas: la cuestión es exigir, a viva voz, y lograr las
condiciones plenas, necesarias en cualquier evento electoral transparente,
serio y democrático. De lo contrario, el fraude está de antojitos. ¿Por qué la
MUD no exige condiciones y llama desesperadamente a votar? Por eso, es que los
tildan de colaboracionistas del régimen. Con este escenario, nada favorece y
propicia el libre ejercicio del voto.
Y finaliza mi amigo diciendo que cada quien es libre de
votar y hacer lo que su conciencia le dicte; pero votar, sin estas condiciones
mínimas, será como presenciar de nuevo, la crónica de un fraude anunciado.
José Domingo Blanco (Mingo)
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1
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