Los empleos
públicos pertenecen al estado; no son patrimonio de particulares. Ninguno que
no tenga probidad, aptitudes y merecimientos es digno de ellos. Simón Bolívar
Absoluta razón tiene El Libertador quien casi todo lo
sabía, porque el que todo lo sabe es el Supremo y Eterno, en señalar que las
necesidades principales de Venezuela son Moral y Luces.
En efecto, en honor al Libertador, debemos rescatar la
moral primordial para impedir que los delincuentes de cuello rojo, de boina
colorá, de chaleco carmesí, de guayabera escarlata, de franela bermellón, de
chaleco granate, los piticubanitos, los sinófilos y ruso dependientes continúen
apropiándose de la riqueza nacional en nombre de la revolución que pretenden
encarnar para su propio beneficio pecuniario
Requerimos
rescatar la moral republicana para que los gobernantes asuman su barranco, no
mientan más ni crean que el pueblo es pendejo y la patria un cuartel; ni
pretendan seguir desgobernando con el concurso de los compañeros de promoción
del Supremo y de los integrantes de la familia floreada y madura que no portan
ningún mérito profesional para desempeñar los cargos que ostentan y hunden al
país en el caos y la inercia. El primer deber moral de todo gobernante es ser
eficiente.
Las luces de la patria – como el sempiterno y hablachento
ministro respectivo y la socialista e ineficiente CORPOELEC - brillan por su ausencia en esta Revolución
que todo pretende iluminar, y que a fuerza de desidia reiterada y prebendas a
granel ha sumido al país en una tiniebla decimonónica, en la que velas,
antorchas, cirios y quinqués, aunados a eslóganes y clichés bolivarianos de
fácil digestión, se convierten en
preciado bien, en incuestionable objeto de modernidad y progreso en esta tierra
de montoneras zamoranas y saraos ciprianistas.
En honor al Padre de la Patria, restituyamos la Moral
Republicana y las Luces Ciudadanas, porque como bien lo señala Bolívar en su
Discurso de Angostura, como si fuese un sufrido súbdito más de esta mal llamada
Bolivariana Patria:
“Por el engaño se
nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más
bien que por la superstición. La esclavitud es la hija de las tinieblas; un
pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición,
la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia, de hombres ajenos de
todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que
son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad; la traición por el
patriotismo; la venganza por la justicia”.
Enrique Viloria Vera
viloria.enrique@gmail.com
@EViloriaV
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