Para cuando la década actual haya concluido
China como país será el mayor inversionista internacional del planeta. Para este momento es ya claro que ese país
tendrá los números más abultados entre todas las naciones en lo referente a
inversiones de portafolio, pero los volúmenes de inversión directa en Occidente
van creciendo a tal velocidad, que el país asiático se asegurará también la
primacía en este tipo de operaciones de riesgo fuera de sus fronteras. En los dos rubros China alcanzará cerca de
20 trillones de dólares, triplicando los niveles actuales que ya rondan los 6,4
trillones
Esta
información proviene del Instituto alemán Mercator para Estudios Chinos. Es que asegurarse el primer lugar en estas
variables de la economía mundial ha pasado a ser una prioridad para Beijing,
donde la obsesión por ser superior a todos en todos los terrenos forma parte de
la cotidianeidad de la planificación estatal.
Pero es que también los particulares sienten
una especial propensión a irse adueñando poco a poco de cada recodo del
planeta. Para ilustrar esto solo hay que revelar que de acuerdo a datos de la
Asociación de Agentes inmobiliarios de los Estados Unidos, para esta hora ya
los súbditos del Partido Comunista, es decir, la ciudadanía china en su
conjunto, se ha constituido en el primer grupo de extranjeros compradores de
viviendas en los Estados Unidos tanto en unidades, como en valor global y en
precio.
Los asiáticos superan hasta a los canadienses
quienes han sido ancestralmente los más gruesos compradores de bienes inmuebles
en su país vecino. Los individuos chinos en el último año han triplicado sus
compras de viviendas secundarias en suelo estadounidenses en un monto global
que alcanzó los 2,6 billones de dólares y, al mismo tiempo, superó en dos veces
y media a quienes les siguen en volumen.
Pareciera haber una predilección de parte del
ciudadano chino acaudalado por instalarse o al menos disponer de un “pied à
terre” en ciudades de habla inglesa y donde el confort supera ampliamente el
que pueden encontrar en las ciudades punteras de su país. Es que lo mismo que ocurre en Nueva York se
repite en otras grandes urbes. En Londres, Sydney, Vancouver, Toronto las
agencias de bienes raíces se disputan a los inversionistas privados que
provienen de las grandes ciudades del gigante asiático. Lo llamativo es que lo que gastan en hacerse
de un techo en las ciudades norteamericanas, por ejemplo, más que triplica a lo
que invierte en su residencia principal un estadounidense promedio. Mientas el
nativo gasta en vivienda una media de 250.000 dólares, el chino destina por
encima de 800.000 a su “second home”, monto que también es 150% más de lo que
otros inversionistas internacionales destinan al mismo fin.
Pero
lo anterior no es todo. Mientras 1 de cada cuatro viviendas que se transan con
extranjeros en todo el país va a parar a manos chinas, es importantísimo
destacar que las tres cuartas partes cambian de propietario en operaciones que
se materializan en cash.
Si la paradoja es que las disposiciones
legales puestas en vigor por la jerarquía gubernamental a raíz de la campaña
anticorrupción blandida por Xi Jing Pin solo permiten transferir desde China al
exterior 50.000 dólares, la conclusión es que en Norteamérica no se inquietan
demasiado sobre el origen de estos capitales.
Beatriz
De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
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