«Los hombres se gastaron la vida y democracia que tuvieron» (Jules MACDONALD PETROVICH, New Jersey, 1970)
La «Democracia
Latinoamericana» es respecto a las libertades un corpus herido de gravedad:
agónico y que, con rudeza extrema, sucio, desnudo y amordazado, fue atornillado
a una camilla/cruz de hospital ante el cual sus médicos y enfermeras (que
también verdugos) no pronuncian plegarias.
Está moribunda y sus dolientes sin fe por su recuperación ¿Por qué?
-intentar «salvarla» comporta emprender «actos insurreccionales» (reanimaciones
cardiopulmonares, RCP) que no garantizan su recuperación: sino, el nacimiento
sobre su mortaja de una espiguilla que rauda crecerá para transformarse en una
especie de peligroso manzanillo arbóreo.
A nuestra jamás
fidedigna «democracia» la flanquean cuatro clases de alimañas: las «letales con
pertrechos», «parias cooperantes», «concubinas» y «observadoras ciegas». Aun cuando ya fueren
gozosas de providencias administrativas, todas esperan que fallezca para
distribuirse, en desiguales porciones y conforme al Organigrama del
Funcionariado Forajido de Estado, los «réditos» (caso que todavía hubiere) En
cuanto a quienes somos epígonos o vasallos/esclavos o la Vulgata, no importará
cómo nos auto-califiquemos u otros lo hagan, nunca seremos convidados al
reparto de la tarta: pero, proseguiremos hacia La Nada que está en no se sabe
dónde y que a todos en silencio aguarda.
Una tarde entre
jóvenes, pócimas, disertaciones políticas y empatías, mi amigo (precoz
filósofo/catedrático) Jules MACDONAL PETROVICH me dijo lo siguiente en un
hermoso parque del Estado de New Jersey: «[…] Afirmo que ninguna entidad,
objeto o sendero bifurcado nos aguarda donde la muerte arropa, porque nada es
realmente en la existencia […]» Recuerdo que su enunciado produjo confusión a
la mayoría en juerga improvisada, pero no a mí. Le repliqué:
-«[…] Si algo
confiere sentido a la existencia es sospechar que podríamos estar realmente
vivos, felices y fraternos: que, por ello, de la Libertad somos dolientes […]»
Jules me miró
fijamente. Urdía la forma de vindicar mi pensamiento refutándolo. Bebió
intenso, desvió su mirada hacia cualquier parte y luego pronunció: «[…] The mens spent what life, and democracy also, they had […]» (Los hombres se gastaron la vida y democracia que tuvieron) No quiero
presumir que ambos fuimos anticipados virtud a ningún don extraordinario. Los
seres humanos, en general, somos aptos para presagiar a partir de cada suceso
des o afortunado. Si cada amanecer nos afecta los sentidos será por tangible.
Tuvimos algo que fue una democracia caricaturesca, pero pujábamos con el propósito de hacerla
real. Luego de tantos tormentos, las hijas e hijos de esa imperfecta que fueron
investidos de mando para lograr su florecimiento la han denostado e infligido
inmenso daño.
Alberto Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor
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