Si la memoria no me falla, es la
primera vez que en Venezuela estamos en presencia de un proyecto deliberado de
autodesprestigio de la autoridad electoral. La mayoría oficialista del CNE de
forma consciente decidió demoler su propia credibilidad con el inocultable
propósito de desestimular la presencia
opositora en los comicios parlamentarios, que deberían realizarse en el curso de
este año. Todo el manto opaco que rodea la fecha de las votaciones persigue ese
fin. Es uno de los pocos recursos legales que van quedándole al régimen. Todo
el andamiaje rojo se ha montado para justificar el escamoteo de la fecha.
Los
medios de comunicación oficialista invisibilizaron el tema. No informan acerca
de los objetivos de la huelga de hambre de Leopoldo López, Daniel Ceballos y
demás presos políticos, uno de los cuales es que el CNE fije el plazo de los
comicios legislativos. No señalan nada acerca
de la comunicación de los expresidentes y exjefes de Gobierno que demandan que
el órgano rector se pronuncie sobre la materia.
Todo es
opacidad, como las cifras en torno de la inflación en 2015. Tibisay Lucena
declara envuelta en una nube de polvo: la consulta se realizará durante el
segundo semestre de 2015. El Presidente de la Asamblea Nacional, una de cuyas
obligaciones es velar por el respeto a la Constitución, señala con sorna que la
oposición se encuentra al borde de un ataque de histeria porque el órgano rector
no anuncia el día y la hora exacta de la cita. Tarek William, ¿defensor del pueblo?,
se va al programa de José Vicente Rangel en Televen y comenta que ¿cuál es el
problema si ya la presidenta del CNE dijo que a consulta se efectuaría durante
la segunda mitad del año? Los asalariados del régimen intentan blindar el
despropósito. Quieren que la gente se trague como un caramelo que la
institución electoral más automatizada y confiable del mundo, no puede anunciar
la fecha por problemas técnicos.
Si
el Poder Electoral no fija el día de las elecciones con suficiente tiempo para
que el país y los candidatos se preparen, no es porque no puede hacerlo, sino
porque no quiere hacerlo. El Poder Electoral en esta materia es, formalmente,
autónomo y posee los recursos para hacerlo. ¿Cuál será el motivo por el que el
CNE se niega a cumplir con su obligación, taxativamente señalada en la Ley de
Procesos Electorales y en la Constitución? Porque no ha recibido la orden de
Miraflores, y aquí tampoco ha llegado la ordenanza de La Habana. Los resultados
de las encuestas mensuales, semanales y diarias que realiza el oficialismo son
cada vez perores para el gobierno. Las elecciones parlamentarias se convertirán
en un plebiscito contra Maduro. La gente está esperando votar para cobrarle su
ineptitud, su incuria y la gigantesca corrupción que ha permitido que se
desarrolle a su alrededor.
El
gobierno está consciente de que el día de la cita electoral no podrá invocar la
fantasmal guerra económica para justificar su fracaso, ni la conspiración de la
derecha para explicar la violencia y la delincuencia, ni el saboteo para
ocultar el deterioro de la salud, la educación, el transporte público, la
vialidad y el caos urbano.
El
reto de Maduro consiste en controlar los daños. Evitar que la derrota se
convierta en el comienzo del fin del mandato
de los rojos. En este tablero es donde los peones colocados en el CNE
juegan un papel crucial. La determinación de la fecha ha pasado a ser pieza
clave. Crear dudas, incertidumbre y serías sospechas en torno a ella, se
transformó en un objetivo fundamental. Hay que crear la sensación de que se
cocina el fraude. El régimen propicia la descomposición de la democracia.
Estimula el descrédito del CNE con la complicidad de sus miembros. Un órgano
rector confiable es contrario a los intereses de un gobierno errático,
arrinconado por sus propias fallas y descalificado internacionalmente. Maduro
necesita a este cuerpo dócil, dispuesto a autodesprestigiarse para preservar el
interés supremo del proceso: la eternización en el poder.
El
peor error de los demócratas sería prestarse a esta macabra operación. El día
que sean las elecciones hay que ir a votar también contra ese CNE.
Trino Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc
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