Bien
amigo lector, tengo la impresión que estamos viviendo los últimos tiempos del dispositivo político
y cultural que ha sido denominado como socialismo del siglo XXI. Esta
denominación, tiene un sentido discursivo; un intento de dotar de identidad a
un conjunto de políticas que, en lo sustantivo, ya habían sido experimentadas
en el pasado por la sociedad venezolana. Pudiera parecer extraña esta última
afirmación. El gobierno a lo largo de su existencia ha intentado por todos los
medios de vender la idea de la originalidad de su propuesta: el socialismo del
siglo XXI es la ruptura definitiva con lo acontecido en la llamada IV
república.
Existe
un dictamen de la vida que indica que los hombres hacen su propia historia
y, generalmente, aparecen duplicados:
una vez como tragedia y la otra como farsa. Este concepto, expuesto por Karl
Marx en El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, puede aplicarse con certeza a
lo acontecido a los largo de este periodo histórico que comienza a dar sus
últimos pasos en la historia de nuestro país.
Si
analizamos el proyecto chavista-madurista veremos claros indicios de repetir
tendencias macro económicas experimentadas en el pasado: nacionalización de las
industrias básicas, políticas redistributivas del ingreso, hipertrofia del
estado, centralización política y económica, empobrecimiento de la vida
política, subsidios a la población.
Este
viejo modelo, hoy ejercitado como farsa, apuntalado en los ingresos petroleros,
las importaciones masivas y la
estatización avanzada de la economía ha colapsado. Igualmente, la movilización
social ascendente que caracterizo en sus inicios al modelo democrático, se ha
trocado en su contrario: descendente que arroja a una proporción cada vez mayor
de venezolanos a vivir en la pobreza.
Esta
revolución de pacotilla, es de pacotilla, cuando ha tenido que legitimarse con
el auxilio de espíritus del pasado: “toman prestados sus nombre, sus consignas
de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje
prestado, representar una nueva escena de la historia”.
No
hay nada nuevo en este socialismo del siglo XXI. Tan solo una “vejez
venerable”.
Los
venezolanos se encaminan en la dirección de clausurar un tiempo histórico.
Lentamente se desplazan en la dirección de cerrar definitivamente el siglo XX.
Existen indicios optimistas que muestran que es el momento de abrir compuertas
para los nuevos tiempos.
Ojo,
es necesario ser cautelosos con optimismos desbordados que, a veces, son
portadores de una “vejez venerable”.
Atreverse a innovar, parece una consigna que resume los retos que
debería asumir la dirección política en
esta coyuntura. Cuidado con el gatopardismo: que todo cambie para que todo siga
igual. Esta táctica ha sido
experimentada.
El
chavismo la aplico y…todo siguió igual.
Recuperar
la república civilista es una tarea inmediata. Honrar a sus héroes es una
exigencia histórica. La democracia tiene un pasado honorable. A partir de esas
valiosas contribuciones sería posible edificar el edificio de la nueva
civilidad.
Sin miedo y con arrojo se puede neutralizar el
gatopardismo. Hay que abrir las
compuertas de la historia para el deslizamiento de las ideas fundantes de la
democracia civilista que anhelamos los venezolanos. La política, sin duda
alguna, pudiera ser así.
Nelson
Acosta Espinoza
acostnelson@gmail.com
@nelsonacosta64
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