“Quien
se meta con él se mete conmigo”; extraña
expresión en un Jefe de Estado. Más
desafortunada no podía ser esta afirmación del señor presidente, ante las
acusaciones -de tal gravedad- que involucran a un alto personero de su gobierno, sin medir las consecuencias de
dar la cara por un amigo poniendo las manos en el fuego.
Interpretar la lectura
de esta posición tan personal es como jurungar el avispero. Este es el mismo personaje que en el rodaje
de la película hace el papel del bandido.
¿Qué estará pasando, será que el rabo del animal ha resultado más
largo que el que se comenta?
Nadie
habla de defensa, pero sí de contubernio.
Que polvareda ha levantado el oficialismo con la sorpresiva aparición de
un caimán mayor metido en el mismo pozo de los caimanes pequeños. Claro está, ellos tienen que salirle al paso utilizando todo
lo que está a su alcance, por
aquello de que “quien calla otorga”.
Pero, ¿por qué tanta alharaca si
no hay nada que esconder?
¿Este
personaje -visto hoy de tan bajo
perfil- no es el todopoderoso que ruge
con furia en la Asamblea Nacional? ¿No
es el mismo que niega los derechos de palabra a su antojo y le apaga el
micrófono a quien osa contrariar el
debate asociado al interés del gobierno?
De
una mayoría tan precaria -conformada
por levanta manos y tira trompadas- se
puede conseguir logros a entera satisfacción.
María Corina Machado, muestra de valentía de la mujer venezolana, es un
ejemplo; pero eso en democracia se
resuelve con votos válidos y los votos vienen en camino.
¡Qué
humillación! ¿Cuánto vale un diputado?
Cómo se congregaron a su alrededor para firmar el acuerdo de solidaridad. Y a la señora Fiscal, sin necesidad de
hacerlo porque su incondicionalidad al gobierno le garantiza el puesto, habría que preguntarle: ¿dónde están las investigaciones
para su pronunciamiento tan apresurado?
Las miradas de reproche van siempre dirigidas
hacía el presidente.
Compartimos esa
tesis porque somos más llamados a
entendernos con el dueño del circo antes que con los payasos. Pero en este gobierno, aun cuando el mandatario tratara de eludir su
responsabilidad, por ser él quien
designa a su entorno de confianza y con solo recordar el escándalo del general hecho preso en Aruba, es para preguntarse: ¿hay delitos que ocultar, o
estamos hablando de intocables?
Luis
Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
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