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martes, 2 de junio de 2015

JOSÉ TORO HARDY, DOS VISIONES: MAO VS DENG XIAOPING

 “El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros”, dijo Fidel Castro respondiendo a una pregunta de Julia Sweig, especialista en temas cubanos en entrevista publicada en la revista  The Atlantic Monthly.  “Bajo el modelo cubano el Estado tiene un papel demasiado grande en la vida económica del país”. “El modelo cubano no se puede exportar porque no funciona ni en la isla”.

 Se trata de un curioso reconocimiento, porque  la revolución es precisamente lo que ha intentado exportar Cuba (además de tabacos) durante once lustros.

Los señalamientos del viejo Castro -después de haber impuesto con mano de hierro ese modelo- deberían servir de advertencia a otras naciones que tratan de imitarlo.

Desde el surgimiento de la revolución, Cuba se transformó básicamente en un país vividor. Durante muchísimos años vivió a la URSS. Sin embargo, pocos años después de la caída de los precios del petróleo en 1982,  Gorbachov se tuvo que enfrentar al fracaso  rotundo del comunismo. Seguramente pensó: “ya no funciona ni en la Unión Soviética”.  En un esfuerzo por salvar al moribundo sistema recurre a dos políticas: el “glasnot” y la “perestroika”. La primera intentaba darle transparencia a los medios de comunicación y  liberalizar el sistema político y la segunda procuraba la restructuración económica de la Unión Soviética cuya economía se había hundido bajo el peso de un sistema incapaz de solucionar los problemas de la sociedad. Ya era muy tarde, el herrumbroso aparataje comunista ya estaba carcomido y no se mantenía en pie. Comprendió que ya no podía seguir sosteniendo a los países de la órbita soviética, ni tampoco a Cuba. En los años siguientes  se desmorona la Cortina de Hierro, cae el Muro de Berlín en 1989 y la propia URSS se desintegra en 1992.

Y eso nos trae nuevamente a Cuba, que al perder la ayuda soviética entra en lo que se denominó el “periodo especial” durante el cual los cubano sufrieron graves privaciones. Pero el ingenio de Fidel era proverbial.  Encontró la oportunidad de resolver sus problemas conquistando a un solo hombre con lo cual se apoderó de un país entero. En los años siguientes, la ayuda de todo tipo proveniente de Venezuela superó con creces la que venía recibiendo de la URSS.

Pero si algo tienen los hermanos Castro es su capacidad de anticipar situaciones. Comprendieron que la manguanga está llegando a su fin, porque el modelo que se ha tratado de imponer a los venezolanos “ya no funciona ni en Venezuela”.

Raúl revisa lo que hicieron otros países comunistas ante el inevitable fracaso del sistema.  Salta a la vista el caso de China. A la muerte de Mao el país asiático enfrentaba una situación parecida. El legendario líder marxista-leninista lo había ensayado todo:  “el gran salto adelante” que desembocó en una gran hambruna y provocó la muerte de no menos de treinta millones de personas, el “movimiento de las cien flores”, el “movimiento antiderechista”, la “revolución cultural”  y otras políticas… Nada, nada funcionaba, porque, parafraseando a Marx, el  sistema “contiene el germen de su propia destrucción”.

Eso fue lo que comprendió Deng Xiaoping el sucesor de Mao.  Llegó a una conclusión:  “qué importa que un gato sea blanco o negro mientras cace ratones”. Impone en China su teoría de “un país dos sistemas”. Del comunismo toma el estado policial y el control absoluto del partido. No le importan las violaciones de los derechos humanos como lo demostró en la Plaza Tianamén en 1989.  Pero del capitalismo toma las ideas de mercado que aplica en las zonas económicas especiales que se crean en China. Estas zonas, donde se emplea la versión más neo liberal del capitalismo, se transforman en asientos de grandes inversiones extranjeras y son las responsables del espectacular crecimiento económico que ha experimentado China desde entonces.

Ese es precisamente el modelo al cual quiere recurrir Raúl Castro. Para ello busca un acercamiento con Europa y EEUU, así como el restablecimiento de relaciones diplomáticas con el último y la reincorporación de Cuba a la OEA. Está construyendo el puerto de Mariel –con inversión brasileña- que será el puerto más grande del Caribe.  Allí se le ofrece a los inversionistas extranjeros la más exhaustiva seguridad jurídica. El éxito de ese programa llevará a una apertura en materia de DDHH que es lo que aspira lograr el Papa Francisco con su visita a Cuba. Por supuesto, sabe Raúl que esto demorará algún tiempo hasta que comience a dar frutos. Por ahora, sigue necesitando el maná de Venezuela.

Y mientras en la isla se apresta a dar un gran salto hacia la modernidad, en Venezuela la revolución sigue aferrándose a las viejas ideas de Mao Zedong. Sus mentores cubanos en cambio están claramente optando por las visiones de Deng Xiaoping.

José Toro Hardy
petoha@gmail.com
@josetorohardy

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