El denominado índice
Big Mac—precio de la hamburguesa McDonald’s—es elaborado desde 1986 por la
revista británica The Economist como una guía rápida aproximada para comparar
el costo de vida entre dos países, con base a una elemental medición de la
paridad del poder de compra (PPC)al
sostener que los tipos de cambio con el tiempo deben ajustarse para que el precio
de una canasta de bienes sea el mismo en cada país, permitiendo conocer
informalmente si una moneda está sobrevaluada o subvaluada con respecto al US$;
o lo que es lo mismo facilita “comparar” si en efecto en cualquier parte del
mundo al cual llevemos un US$ y lo cambiemos por la moneda local nos permite
comprar la misma cantidad de bienes (“debe” comprar la misma cantidad de bienes
en un país que en otro). A manera de ejemplo, en enero 2015 un big mac costaba
en USA 4,79$ mientras que en Chile costaba 2.100 pesos chilenos a un tipo de
cambio 627,49 pesos/$ reflejando un precio equivalente de US$ 3,35 con una
subvaluación de 30,1% con respecto al precio USA; según lo cual el tipo de
cambio “debía” ser 438,4 pesos/$ en lugar de los 627,49 del día.
En lo que se
refiere a Venezuela (junio 2015), y asumiendo un tipo de cambio de 12 Bs/$ (la
mayoría de las operaciones oficiales se efectúan entre Bs 6,30 y Bs 12) para un
precio del big mac de Bs 610 el precio equivalente resultante es US$ 50,8
(610/12), presentando Venezuela uno de los precios ¡más alto del mundo!, con
una alta sobrevaluación del bolívar y un agobiante costo de vida.
Venezuela mostró
crecimiento económico durante 10 años continuos (2002-2012), apuntalado por un
incremento persistente de la demanda global impulsada por una política
expansionista del gasto público apoyada en los ingresos petroleros, que al
tiempo resultaron insuficientes para sostener esa “expansión infinita”
afianzada únicamente por el sector externo de la economía, hasta entrar en
una contracción del 10% durante
2013-2014 para un decrecimiento del PIB durante 2014 superior al 4%; siendo que
esos 14 años causaron un efecto demoledor sobre las reservas internacionales
(RI).
Es bien conocido, que las RI conforman el ahorro de un país constituido
por recursos monetarios externos (moneda extranjera convertible en US$) que se
pueden disponer de forma inmediata, y su acumulación depende de las actividades
económicas de la Nación que para el caso venezolano emana casi exclusivamente
de las ventas de petróleo al exterior. Dichas RI, tienen como principal
objetivo tanto cubrir “técnicamente” la base monetaria del país conformando la
relación RI/base monetaria (una baja pronunciada “anuncia” una devaluación),
como financiar desequilibrios de la balanza comercial de la balanza de pagos,
cancelar la deuda externa, al igual que procurar la estabilidad del poder
adquisitivo de la moneda nacional mediante la influencia sobre el mercado
cambiario; en síntesis las RI son los recursos financieros en divisas con los
cuales se cuenta para responder a los compromisos y enfrentar crisis
potenciales, razón suficiente para inducir el deber de ser de su manejo
atendiendo a tres criterios: seguridad, liquidez y rentabilidad.
En una sana economía
los países estructuran fondos anticiclicos para soportar eventos de crisis,
mientras que contrariamente Venezuela lo eliminó bajo la utopía de ingresos
petroleros crecientes indefinidamente (o estables a precio alto) para hacer uso
ejecutivo de los recursos de las RI a la luz de un populismo para inducir una
ilusión de prosperidad en los estratos sociales menos favorecidos de la
sociedad; en complemento a la entrega “descontrolada” por parte de Cadivi
durante 2004-2012 de unos US$ 214.000 millones, en complicidad con la
perversidad administrativa de haber retirado (hasta el 2008) de nuestras RI
unos US$ 53.000 millones para ser ejecutados (gastados) incontrolablemente a
través del ente gubernamental Fonden. Es de obviedad manifiesta, que tal
accionar ha contribuido a disminuir las RI
al extremo de contar para junio
2015 con apenas US$ 16.428 millones, siendo liquida de ese monto una pequeña
cantidad (efectivo o bonos rápidamente convertibles en US$) ya que el 70% está
representado en barras de oro, otra en
derechos especiales de giro (DEG), por posiciones de reserva en el FMI y por
participaciones en fondos de inversión y capital. Sea propicio señalar, que
nuestro país aprobó recientemente (GOE No 6.155) otra reforma a la Ley del
Banco Central de Venezuela en aras de “contabilizar” (sin la anuencia del FMI)
un aumento de las RI como resultado de (1) sumar los Renminbi—moneda de China
que tiene como unidad básica el Yuan—recibidos a través de los programas de
financiamiento desde un país que no ha establecido la libre convertibilidad de
su moneda, lo cual evidentemente implica que ¡no se genera tal aumento de las
RI! y (2) incorporar diamantes y piedras preciosas depositadas en las bóvedas
del BCV. Nos preguntamos: ¿Cuánto serán nuestras reservas liquidas? Y
respondernos implica un acto de estimación numérica colmado de fantasía, pero
de fácil visión práctica: ¡¡no hay dólares en el mercado cambiario!!
Los agudos problemas
de liquidez que viene presentando el país en los últimos años, a pesar de los
billones de dólares recibidos, se ha venido indebidamente “compensando”
asumiendo endeudamiento externo (unos US$ 121.000 millones) y déficit fiscal en
armonía con la compra de deuda a PDVSA por parte del BCV en un monto superior a
los Bs 800.000 millones, que luego ser monetizado mediante la emisión continua
de dinero inorgánico (no proveniente de la actividad productiva nacional) que
se traslada a una despiadada inflación (para 2015 puede superar el 150%) que
termina impulsando una “demanda anticipada” para bienes inexistentes hasta
configurar una especial hiperinflación como consecuencia de un desprecio
ciudadano hacia el bolívar, al tiempo de inducir igualmente el deseo de
adquirir divisas que tampoco existen. Ante tal escenario de falta de liquidez y
desequilibrio macroeconómico, el Gobierno Nacional por la vía del BCV hubo de
retirar recientemente unos US$ 1.883 millones en DEG lo cual refleja, sin duda
alguna, un agotamiento de las reservas liquidas del país, habida cuenta que el
DEG no constituyen una moneda como tal dado que es un activo de reserva
internacional complementario creado por el FMI en 1969 para ser asignados a los
países miembros de acuerdo a sus cuotas, cuyo valor en US$ se determina
diariamente basándose en una cesta de 4 monedas (US$, Euro, Libra Esterlina y Yen
japonés) en el entendido que cada país puede intercambiarlos por monedas de
libre uso para ajustar la composición de sus reservas oficiales. De similar
significación en cuanto a la liquidez del país se refiere, es lo atinente a que
PDVSA está (1) negociando con la refinería privada rusa Rosneft un crédito por
US$ 5.000 millones (una parte para inversiones y otra para funcionamiento de la
propia industria); (2) tramitando con China un crédito de otros US$ 5.000
millones para acumular en los últimos 10 años unos US$ 51.000 millones que se
¡pagan con crudo!; y (3) continua vendiendo sus refinerías y ahora le tocó a la
de Chalmette (USA) por unos escuálidos US$ 322 millones (¡¡así estará la
caja!!). En definitiva, tanto los datos puntuales del 2015 como el rodaje de la
“película” misma contentiva del comportamiento de las RI, nos anticipa una
profundización del agujero socio-económico en que se encuentra Venezuela.
Finalmente, y luego
de una docena de años con controles de precio con implícito congelamiento que
ha propiciado una “deflación encubierta”—caída relativa de los precios
“congelados” en presencia de una permanente inflación—que se ha traducido en un
deterioro de los precios relativos que propicia, entre otros males, que al
venezolano le sea de mucha dificulta consumir el pabellón criollo su plato
típico con ingredientes (ahora no 100% nativos) como la carne, las caraotas, el
arroz y plátanos, no solo en razón a que escasean los ingredientes sino que el
precio promedio del menú en un restaurante oscila en Bs 850,00 que representa un 11,5% del salario
mínimo mensual (Bs 7.400) que percibe más del 70% de los trabajadores formales,
si lo logra comer un solo miembro de la familia una vez al mes.
Jesús Alexis González
jagp611@gmail.com
@jesusalexis2020
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