He leído con perplejidad que a un hombre le
harán un trasplante de cabeza. Había oído de la reducción de cabezas de ciertas
tribus indígenas o aborígenes africanas, Les confieso que hay muy pocas cosas
que me sorprendan de verdad. Así como hay muchas materias de las cuales no sé
nada, hay pocas de las cuales no pueda entender una vez que investigo o alguien
tiene la bondad de explicármelas. Siempre he tenido facilidad para la
comprensión, no sé si mucha memoria o si mucha inteligencia; pero, sí que he
podido aprender una variedad de temas disimiles que conforman mi reducida
cultura general, de un océano de conocimientos, pero de un milímetro de
profundidad. Todo ello, por el interés puesto como autodidacta por comprender
mi mundo, con lo cual emulo aquello de la “Elipse una Ambición del Saber”, la
cual Asdrúbal González atribuyó a su otrora jefe, Don Ramón Díaz Sánchez, en
parafraseo inteligente de aquella de “Elipse de una Ambición del Poder”, propia
de Antonio Guzmán Blanco.
Lo del trasplante de cabeza me ha sorprendido
en mi buena fe y en mi capacidad de entendimiento, porque hasta ahora sabia de
la posibilidad ya cierta de trasplantar corazón, hígado o riñón, y cuanto
órgano uno tiene malo y existe una persona que está a punto de morir que puede
y autoriza donárnoslo.
Cuando a un paciente le trasplantan algún
órgano él sigue siendo quien era hasta ese momento y el órgano donado no le
cambia nada sustancial en su capacidad intelectual, personalidad, conocimientos
y relaciones con sus familiares y semejantes. Ud. sabe que Pedro sigue siendo
Pedro, así tenga el corazón de Juan.
Ahora bien, cuando le trasplantan la cabeza
entera de una persona a otra, uno asume que le quitarán su cabeza mala al
donante y le pegarán la cabeza buena de un hombre que estaba a punto de morir y
que murió y antes de morir le mantuvieron su cabeza en estado vegetal hasta
tanto quietársela a su cuerpo muerto para donársela al receptor.
Ahora bien, si la persona tiene una cabeza
nueva, se transformará en otra persona enteramente distinta a la que con su
cuerpo fue, y me imagino que la cabeza nueva seguirá funcionado como estaba en
el cuerpo muerto y reconocerá a sus
familiares y sus relaciones antiguas, no las del cuerpo bueno que la recibió;
porque, lo que vale en un ser humano es su cabeza, no su cuerpo.
En todo caso, lo que habrá pasado en la
realidad es que a una cabeza buena con un cuerpo malo, le trasplantaron un
cuerpo nuevo (bueno) de otra, y de desecho quedará la cabeza mala del paciente
cuyo cuerpo sobrevivirá sin ella, y el cuerpo malo descabezado.
No tiene otra explicación ni otra salida. Si
había recelos morales por lo de la clonación, practicada con éxito en una cabra
u oveja, esta nueva posibilidad médica, de la cual no tengo ninguna duda que se
pueda realizar, porque es sólo conectar arterias y venas, médula ósea, y otras
ligazones o conexiones del sistema nervioso y luego esperar que no exista
rechazo y listo; en cambio, sí que existen recelos muy bien fundados de que
esta vez la ciencia se pasó de maraca.
Acabo de ver un video en Facebook, donde a un
hombre le remueven su corazón malo y le colocan uno muy moderno y artificial,
consistente en dos turbinas de flujo constante que reciben el flujo del cuerpo
y lo dirigen a purificarse a los pulmones y luego de purificado lo bombea y
dirige al cuerpo para que haga su trabajo; es decir, sustituye al corazón
natural malo. Lo interesante es que este corazón de flujo continuo, porque son
dos turbinas pequeñas, no palpita y, por tanto, se rompe la romántica capacidad
de asociar este músculo con las delicias y tormentos del amor.
Con esto de la cabeza nueva en el cuerpo
malo, ¿Qué pasará con la vida de este hombre nuevo y su familia? el hombre con
cabeza nueva tendrá otra cara y pensará mejor que el anterior, porque no tiene
objeto hacerse remover su cabeza para instalarse otra que no fuese mejor,
porque de eso es de lo que se trata cuando uno se hace trasplantar cualquier
órgano de otra persona, sacar el órgano malo y poner el bueno. Eso quería hacer
Don Aníbal Dao con cierto órgano de un personaje popular, llamado Chabasquèn,
de Gañango, famoso por sus buenas dotes naturales amatorias.
Uno se imagina a un Arturo Uslar Pietri a sus
96 años a punto de morir, cuya cabeza insigne e ilustre no podría decirse que
fuera muy hermosa pero alojaba uno de los cerebros más privilegiados y
prodigiosos de nuestra nación, o la del insigne Jacinto Convit, de similares
virtudes. Si se les hubiera trasplantado cuerpos de jóvenes, todavía tendríamos
sabios para rato.
La historia no sería la misma si el
trasplante de cabeza fuera la de ciertos personajes de nuestra fauna política
contemporánea.
¡Sálvanos Dios de estas liviandades
científicas!
Eddy Darío Barrios Orozco
eddybarrios@gmail.com
@eddybarrios2
NR: Un trasplante de cabeza es una operación quirúrgica que implica el injerto de la cabeza de un organismo en el cuerpo de otro. No se debe confundir con otra operación quirúrgica hipotética, el trasplante de cerebro. El trasplante de cabeza implica decapitaral paciente. No se sabe si algún ser humano fue sometido a tal procedimiento, y aunque se ha realizado en perros, monos y ratas,1 la tecnología necesaria para volver a unir una médula espinal cortada todavía no se ha desarrollado. Es decir, quien fuera objeto de un trasplante de cabeza se convertiría en tetrapléjico, de la misma manera que le ha sucedido a los animales mencionados, a menos que se desarrollaran las terapias adecuadas.
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