A
fines de año Venezuela debe celebrar elecciones legislativas. El país
experimenta el mayor desastre de América Latina y el gobierno debe perder los
comicios de forma abrumadora si fueran realmente libres y transparentes.
Lo
ha revelado la cuidadosa encuesta de DatinCorp. El 74% de los venezolanos opina
que la situación es mala o pésima. El 45% se siente cerca de la oposición y
sólo el 22 respalda al gobierno.
La
mitad del país, el 49%, quiere emigrar. La mayor parte son jóvenes y adultos
educados. Se afirma que sólo en España ya han entrado 350 000 venezolanos,
muchos de ellos hijos y nietos de españoles o de otras nacionalidades europeas
que les han otorgado pasaportes de la UE. Son tantos, que El Venezolano, una
popular publicación de los exiliados, va a inaugurar un canal de televisión en
Madrid.
Tenía
que ocurrir. Es el resultado de una mezcla de catástrofes: el desabastecimiento
creciente, la inflación (la mayor del planeta), el 18% de desempleo, la
destrucción de miles de empresas, la inseguridad ciudadana que ya se ha cobrado
más de 200 000 vidas, la corrupción rampante, las nauseabundas noticias de los
narcogenerales y del Cártel de los Soles, la penosa imagen de Nicolás Maduro
como un tonto de baba, la certeza terrible de que, con ese gobierno, mañana
siempre será peor que hoy, y la resistencia patriótica de figuras como Leopoldo
López, Antonio Ledezma y María Corina Machado, tres de los líderes más
prestigiosos de la oposición.
¿Cuál
será la estrategia del chavismo para sortear esta tremenda crisis?
La
primera tentación, la que le pide el cuerpo, será negar la evidencia, declarar
que se trata de una fabricación de los escuálidos y de la CIA, celebrar unas
fraudulentas elecciones, proclamar descaradamente la victoria, y continuar
saqueando impunemente al país bajo la dirección de “los cubanos”, mientras
aprietan cada vez más las tuercas totalitarias y se acentúa el desastre.
La
segunda tentación es acercarse discretamente a la oposición, asegurarle que se
respetarán los resultados electorales, y plantearle una salida pactada del gobierno
a cambio de un referéndum que apruebe una amnistía contra todos los delitos de
origen político cometidos durante el largo periodo chavista.
La
vaga fórmula “origen político” engloba la inmensa corrupción, el narcotráfico,
los crímenes de Estado y las supuestas conspiraciones que mantienen en la
cárcel a un centenar de opositores. Se cambiaría democracia por impunidad, como
se ha hecho en otros países de América Latina.
La
tercera tentación es la más tortuosa: retomar por la fuerza el Esequibo, una
región limítrofe de 160 000 kilómetros cuadrados, territorio reclamado desde el
siglo XIX, perteneciente a la Capitanía General de Venezuela en tiempos de
España, y del que se apoderaron los ingleses cuando le compraron a Holanda la
colonia llamada Guayana.
Los
chavistas saben que la causa del Esequibo es muy popular en toda la población,
chavistas y antichavistas, especialmente ahora que Exxon-Mobil ha encontrado
una notable cantidad de petróleo en la zona marítima que le corresponde al
Esequibo.
Tampoco
ignoran que Guyana carece de ejército (las Fuerzas de Defensa de ese país no
tienen tanques, aviones ni barcos de guerra), y Caracas puede armar fácilmente
una red diplomática de apoyo, no sólo con el respaldo de Ecuador, Bolivia, Cuba
y Nicaragua, sino con Argentina a la cabeza, que vengará en Guyana los agravios
ingleses sufridos en las Malvinas.
El
cálculo es que una operación militar para “recuperar” el Esequibo duraría una
semana y despertaría el fervor nacionalista de los venezolanos, revitalizaría
la maltrecha figura de Maduro, le devolvería el prestigio a las desacreditadas
fuerzas armadas y crearía una atmósfera de “periodo de guerra” en la que se
justificarían las carencias y el desastre económico. Todo sería ganancia. En
esas circunstancias, Maduro convocaría a elecciones en unas condiciones
favorables.
Los
chavistas saben que el general argentino Leopoldo Galtieri nunca fue más
popular que cuando se apoderó de las Malvinas en 1982. También saben que su
prestigio cayó en picado cuando los ingleses las recuperaron, pero es posible
que China y Rusia avalen las operaciones militares chavistas como forma de
neutralizar a otros factores internacionales.
¿Cuál
de las tentaciones acabará imponiéndose? Los chavistas las están sopesando. No
se ponen de acuerdo.
Carlos Alberto Montaner
montaner.ca@gmail.com
@CarlosAMontaner
Vicepresidente de la Internacional Liberal
http://www.elblogdemontaner.com/las-tres-tentaciones-del-chavismo/
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