"Cuando
ocurren cosas que no te gustan, tienes dos opciones: o las aceptas o te
amargas". Si estamos suficientemente atentos, siempre podremos reconocer
en otra persona a ese maestro que viene a recordarnos o a enseñarnos algo
nuevo. Compartir un momento difícil con una persona que tiene una actitud
optimista, serena y dispuesta a resaltar el aspecto positivo de la situación,
me permitió recordar que siempre soy yo quien elige cómo voy a enfrentar y a
interpretar cada situación.
¿Cómo reconocer a una persona que tiene una
actitud positiva? Primero, reconocer en nosotros mismos y en los demás
capacidades auténticas, porque ello enriquece los vínculos pro-sociales, mejora
la comunicación entre pares, sus principios se basan en la solidaridad y en la
tolerancia, se adapta positivamente a las situaciones y no se queda inmerso en
el conflicto sino que busca la resolución del mismo de manera positiva,
mediante el acuerdo y la negociación, entendiendo por" acuerdo" no la
claudicación o reserva de las opiniones, sino la preservación de la posibilidad
del diálogo para evitar la resolución negativa del conflicto, es decir, por
medio de la violencia; no es proyectivo, se hace cargo de sus desaciertos sin
proyectarlos en el otro, ya que toma sus dificultades como la posibilidad de
poder reconocerlas para mejorarlas sin poner en juego su propia
"valía" como persona.
No
le interesa ser infalible ya que tiene su propio permiso para equivocarse y
apostar a nuevos enfoques. Fija límites claros y consensuados, considera
valiosa la opinión de los demás, no "acata" si no está de acuerdo, es
democrático, no es contradictorio entre su manera de pensar y su accionar, no
se rinde hasta lograr su propio aprendizaje, es abierto ante el surgimiento de
nuevas y diferentes situaciones, su firmeza no se confunde con rigidez,
flexibiliza, trata de "atemperar" los conflictos, enseña habilidades
para la vida, tiene capacidad de asombro, es curioso, contagia y da estímulo,
no se detiene ante la duda, busca aprender y capacitarse por propia
satisfacción Brinda apoyo y afecto, se siente valioso, quiere a su trabajo,
estimula y busca recibir estímulos, se contacta con gente positiva-esperanzada
y realista a la vez-, siempre está sumando y no restando cualidades en sí mismo
y en los que lo rodean, confía en su propio potencial y en el de los demás.
No
usa la lástima ni la descalificación porque entiende que ambas actitudes
marginan. Establece y transmite expectativas elevadas. No espera resultados en
cantidad sino en calidad, apunta al desarrollo del aprendizaje significativo,
tiene en cuenta los procesos centrados en el esfuerzo, proyecta con avidez y no
por cumplimiento burocrático, promueve y pone en ejercicio constantemente el
pensamiento crítico y creativo, rescata los aportes que construyen y desecha
los que invalidan o paralizan al otro.
Brinda
oportunidades de participación significativa. Participa con alegría porque sabe
que su aporte es valioso, es tolerante ante el disenso, se involucra, nivela
para "arriba" no toma al alumno como un ser pasivo, no interpreta el
desacuerdo del otro como algo personal, sino simplemente como otra
"mirada" de la misma situación, hace uso de su participación porque
guarda una relación de compromiso con su rol.
¿Cuántas
veces vivimos situaciones que nos parecen difíciles de asimilar? Recordemos que
"las situaciones no nos afectan por lo que son en sí, sino por lo que cada
uno de nosotros interpreta acerca de ellas". Eres tú quien decide cómo te
vas a sentir y cuando las cosas no suceden como esperábamos, la mayoría de las
veces respondemos de forma agresiva, nos dejamos afectar cuando solo vemos el
lado negativo de la situación, se encienden nuestras emociones y pensamientos
más destructivos, alimentando nuestros temores e impidiéndonos conservar la
calma y la claridad mental que necesitamos para aceptar y resolver la situación
La
felicidad no se puede medir por la ausencia de inconvenientes o problemas, sino
por la capacidad de adaptación, aceptación y la forma de resolverlos de la
mejor manera posible usando los elementos que tenemos a mano. ¡Si solo tenemos
un limón... hagamos una limonada! Lo que podemos hacer: Vivir el momento.
Cada día trae su afán decía en sus tiempos las
abuelas, ¡no te agobies! Ocúpate de resolver un asunto a la vez, hazlo con
calma pero con determinación. Abre tu mente, para tomar en cuenta otras
opciones o posibilidades, te permitirá ver la situación de otra manera, y esto
te ayudará a resolverla sin afectarte tanto. Mantén siempre una actitud
entusiasta. Cuando tenemos un estado de ánimo alto, la vida nos parece más
fácil y los problemas más pequeños y más sencillos de resolver.
El que discute pierde. Si tienes que reclamar,
hazlo con inteligencia y sin afectación. Evita devolver la agresión, expón tu
punto de vista con calma y sin perder la cabeza. Evita los prejuicios y el
miedo. Sé realista, a veces sueles confundir la realidad con tus pensamientos
negativos. No trates de resolver situaciones cuando estés afectado, recupera la
calma y la claridad mental para tomar una buena decisión
Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
@zenairbrito
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