Soy admirador y un
lector asiduo de la obra del filósofo brasileño Olavo De Carvalho a quien
conocí gracias a la sugerencia de mi amigo y penpal, el abogado y escritor Rosa
Rivadávia también brasileño y un observador preocupado de la situación
venezolana, Olavo tiene una obra extensa y hace periodismo en los principales
diarios y revistas de ese gran país, profesor y académico, es un pensador
profundo y polémico, crítico implacable de la ideología socialista y comunista,
persona non grata para el Partido de los Trabajadores y del Presidente Lula,
quien a pesar de su imagen, disque liberal y pro mercado, ha permitido el
crecimiento silencioso y continuo de tupidas redes de peligrosas organizaciones
de la ultra-izquierda, tanto urbanas como rurales.
Del trabajo de Olavo
me llamó la atención un ensayo con un largo título: La Nueva Era y la
Revolución cultural: Fritjof Capra y Antonio Gramsci (1994) del cual vamos
hacer algunos comentarios.
El ensayo parte de la
intima unión que tiene el movimiento de la Nueva Era con los propósitos y fines
del comunismo más virulento, el mismo que ataca las bases racionales del
pensamiento conservador occidental, y que pretenden sustituirlo por un sistema
de ideas y creencias, cuyas directrices fueron planteadas por el filósofo de la
izquierda Antonio Gramsci.
El trabajo de Olavo
fue inspirado por el incidente, de cuando Frijof Capra, el gurú de un nuevo
cielo y una nueva tierra, fue invitado por la Universidad Holística de Brasil,
y el intento de De Carvalho por enfrentarlo y desenmascararlo (Olavo resulta
ser uno de los filósofos de la ciencia más importantes del mundo), cosa que no
pudo hacer por el muro mediático y de seguridad, que los organizadores del
evento levantaron en torno a Capra, pero por sobre todo por la complicidad de
un sector de la “intelectualidad” brasilera.
En su libro The
Turning Point, Capra reúne sus doctrinas, en una ensalada de ligerísimos
conceptos que no soportan el menor examen lógico-científico, quizás por ello su
atractivo para tanta gente, sobre una tríada de postulados: primero, el fin de
la era del petróleo y el advenimiento de la era de energía solar (recordemos
que el libro de Frijof fue publicado en 1981 y hasta el día de hoy sus
predicciones no se han concretado), segundo, declara el fin del patriarcado
(obviando asuntos tan importantes como que el patriarcado tradicional estaba
sujeto al régimen de propiedad rural, que la Revolución Francesa promovió los
derechos del hombre y la mujer en planos de igualdad, y que la razón, no es
dominio del hombre, ni la intuición de la mujer).
Y en tercer lugar, se
basa en una serie de conceptos incongruentes sobre el antiguo libro de los
chinos, el I Ching, que un sinólogo principiante hubiera detectado, empezando
por su versión del Yin y del Yang que no es menos que infantil y terminando en
una serie de descabelladas interpretaciones del significado de los hexagramas
que nada tienen que ver con la tradición milenaria de estos símbolos, todo
esto, para llegar a un confuso llamado a “la integración a la naturaleza”, lo
que le da pié para su proclamación de una “revolución del paradigma
científico”.
El paradigma
dominante, según Capra, es el darwinismo social, o sea, el cientificismo,
viniendo esta afirmación de un físico de formación, resulta extraño que aluda
precisamente a esta corriente del pensamiento, superada y periclitada desde
hace varias décadas.
Olavo fustiga a Capra
justamente en las tesis fundamentales de sus profecías para un mundo mejor,
dejando en evidencia la pobreza de sus planteamientos, aún en los de carácter
estrictamente científicos tales como sus observaciones a la física cuántica y
al psicoanálisis.
Pero hay todavía una
consideración más importante, y es que el pensamiento de la Nueva Era
supuestamente va a sustituir al marxismo como filosofía de vida, el mismo Capra
anuncia que su visión de la historia cultural es la alternativa al marxismo, en
contraposición a someter la naturaleza al historicismo, se propone la
integración a la madre natura, en vez de transformar al mundo mediante la
técnica y la industria, que implica cambios y una evolución permanente, se ofrece
el equilibrio ecológico, estático y contemplativo.
Olavo lo expresa de manera clara: “… el comunismo acabó siendo derrotado por la ascensión mundial de la ideología de la nueva era. En resumidas cuentas, la mezcla de física cuántica y simbolismos orientales, experiencias psíquicas y sexo libre, promesas de paz y espejismos de auto-realización, que esa ideología ofrece, es infinitamente más seductora que cualquier historicismo absoluto.”
En cuanto a Gramsci
del cual ya hemos escrito en otra oportunidad, y que para Olavo es el santo de mayor
veneración por el comunismo vernáculo de nuestra América, su tesis fundamental
se centra en la idea de amaestrar al pueblo en el socialismo antes de la
revolución: “Hacer que todos piensen, sientan y actúen como miembros de un
Estado comunista mientras viven aún en un marco externo capitalista. Así,
cuando llegue el comunismo, las resistencias posibles ya estarán neutralizadas
de antemano y todo el mundo aceptará al nuevo régimen con la mayor
naturalidad.”
Para ello Gramsci
recurre al concepto de hegemonía, que no es otra cosa que el control del
pensamiento de las masas, el uso abusivo e intensivo de la propaganda y el
acaparamiento del mayor número de medios de comunicación posibles por parte del
Estado. Gramsci apunta a obviar el “sentido común”, a torpedear el pensamiento
occidental, la ratio de los griegos, para actuar sobre la imaginación y los
sentimientos.
Todas estas
corrientes del pensamiento irracional, y entre ellas la Nueva Era, que es de
las más populares, le sirven a los regímenes totalitarios para sus propósitos
de ideologización. He allí el punto de contacto entre la Nueva Era y el
marxismo, ambas son formulas para abolir la inteligencia, para dominar grandes
sectores de la población por medio de la idiotez militante, son revoluciones
que prometen un nuevo mundo y una nueva vida desconociendo la realidad,
falseándola, con el propósito de fortalecer el llamado pensamiento e identidad
colectiva.
No es de extrañar entonces que para el chavismo bolivariano los postulados de la Nueva Era sean “razones” y “posiciones” para el cambio que predican, la Iglesia Cristiana se ha visto prácticamente arrollada por estas creencias que se han popularizado y han permeado incluso dentro de las filas de la oposición, al punto que hay un sector importante, con acceso a los medios de comunicación, que se han dedicado a predicar abiertamente sobre estos “conocimientos arcanos” que incluyen numerología, Tarot, horóscopos, magia, santería y toda una serie de prácticas médicas alternativas como la cristaloterapia y la imposición de manos, entre otras.
La pobreza y la
ignorancia, que son las puntas de lanza del marxismo, detrás de ellas viene
esta cultura que consolida el territorio conquistado y se adhiere a la persona
restándole independencia, encadenándola a falsos dioses, ofreciéndole por la
adivinación, el espiritismo y la magia las salidas fáciles a los problemas
humanos, el propósito, secuestrar la inteligencia y la razón y someterla a la
operación de nuevos profetas y operadores políticos del lado oscuro. –
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
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