No vale nada la vida, la vida no vale nada,
comienza siempre llorando y al final a tiros acaba, por eso es que en
Venezuela, ¡la vida no vale nada! No
estoy escribiendo de la famosa ranchera interpretada por el legendario cantante
mejicano Pedro Infante. Tampoco exagero, describo lo que sucede en el país basado en la realidad diaria, con sus
lapidarios actos, cada uno más dramático que el otro. Pareciera que la parca se
ha enseñoreado con nuestro país, extendiendo su hoz sin sectarismo entre ricos
y pobres, chavistas y opositores.
No quiero basar esta reflexión en las
estadísticas, no porque no les crea, sino porque, como siempre he dicho,
pregúntenle su opinión a una persona que se encuentra en la capilla de una
funeraria acompañando a un familiar o amigo asesinado acerca de los últimos datos estadísticos que
presentó el gobierno, en los que refleja
que el índice de asesinatos disminuyó veinte por ciento este año. Por supuesto que no se necesita
llevar el nombre de Mandrake para
pronosticar la respuesta.
Vivimos en zozobra ante casos como el de la
médico que fue asesinada a la salida del Hospital Pérez Carreño, solo con el
motivo fútil de intentar robarle el carro. Con mi corazón de padre me pregunto
qué peligro podía representar esta inocente criatura para quienes la estaban
asaltando. La conclusión es lapidaria, en una sociedad carcomida por el odio y
el resentimiento, los delincuentes lo menos que salen es a robar por hambre. Su
propósito es atropellar, vejar y humillar a sus victimas y para ello las
despojan de su bien más preciado: su existencia. Estamos en un estado de guerra
ya no solapado. Con el agravante que los ciudadanos pacíficos vamos al campo de
batalla: sin armadura, sin escudo, sin espada y sin pistola. Con el pecho
descubierto, con una diana en el lado izquierdo. Por supuesto que en una lucha
tan desigual, no es muy difícil predecir el desenlace.
La situación es muy delicada: Un ejemplo de
la gravedad es que el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y
Criminalísticas del estado Aragua, se declaró en situación de alerta máxima, ante los ataques con granadas a sus sedes de
Villa de Cura, Turmero y la del sector 8 de Caña de Azúcar, durante la noche
del jueves 7 de mayo de 2015.
Es increíble que en nuestro país el armamento en
manos del hampa supera el poco y obsoleto de los cuerpos policiales. Cuando los
seres humanos decidimos agruparnos en sociedad y depositar el monopolio de la
violencia legitimada en los gobiernos, fue para que estos garantizaran nuestras
vidas y propiedades. Dejando de lado los atavismos ideológicos, me atrevo a preguntar: ¿realmente el gobierno está
cumpliendo ese mandato?
Noel Alvarez
noelalvarez14@gmail.com
@alvareznv
@beanavas
Coordinador Nacional de “Gente” Generación
Independiente
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