En política las cosas
pueden cambiar. Hoy se dice una cosa y mañana pasa otra. El acto político es de
seducción, de encaramiento y de encamarse unos a otros, de besarse y seducirse,
de venderse y complacerse, de falsas arropadas en verdades. El acto político es
sin duda un carnaval una fiesta de políticos regordetes, de viejos, de
ricachones, de hombres y mujeres que se lanzan a la política y viven muy bien,
con grandes sueldos, que viajan en avión, que viven detrás de escritorio, que
son dueños o presidentes de equipos de futbol, etc y etc. Los políticos todos
son iguales en todas partes. Solo que en algunos están haciendo fiestas a la
hora del día.
A cinco meses de que
lleguen las presidenciales en Argentina, la situación política la considero «un
carnaval» donde todos los políticos llevan una máscara. Desde hace meses se han está haciendo
alianzas de la oposición, palabra que no debería ya mencionarse ni estar, porque
por esa palabra «oposición» va existir siempre los enfrentamientos, ya de
entrada genera recelo y por ende va a un desafío. Pero no me explayare en los
términos, en otro artículo profundizaré sobre el uso de la palabra «oposición».
Lo que voy a enfatizar en este artículo, es que en
Argentina los nombres de los políticos que están sonando en el escenario son
todos unos personajes. La política de la argentina es un «hazmerreir» día a día
se insultan, se dicen, se contradicen; todos son seres que habitan en una
tierra saqueada y abatida por poderosos en búsqueda de la plata. Hacen de ese
suelo una mina de hacer dinero y de poseer riquezas. La política populista que
reina en Argentina, ha ido sucumbiendo a la bajeza cultural de los habitantes y
sacando lo peor de muchos ciudadanos «engreídos y desafiantes hacia el otro, es
decir aquel que piensa distinto»
Por el otro lado, los
políticos se reúnen, se ríen, forman grupos, es una fiesta entre todos. Intuyo
que todos necesitan de todos. Hay algarabía. En Argentina hay políticos no hay
administradores hay juegos de adolescentes de una política inmadura. Mucho
falta para una unidad solida y consolidada. Si no existiera el peronismo, quizá
la Argentina fuera otra. Quizá fuera una Australia, una suiza o un país de gran
mundo. Pero como el meollo está en el ismo charlatán en la adoración de un
«hombre» de ese general que se erigió y enamoro a muchos, entonces el país está
sumergido en un hombre, ese culto mal de los países latinoamericanos que
carecen de una política en grupo. Siempre se busca un ego para llevar adelante
y se necesita de ciegos para ir alados detrás del culto.
Advierto, lo que se
viene es lo mismo para la Argentina. La historia se repite. Podría decir que
una de esas de casualidad de la vida gane una opción distinta un partido
político a que está gobernando actualmente la Argentina. Quizá llegue a ganar
Macri, pero como no sigue a un fallecido y no usa el icono de un hombre,
entonces decaerá en su gestión, quizá le deje el gobierno al próximo gobierno
una gran deuda económica. Eso hará que sectores enamorados de este gobierno,
saldrán y comenzaran a exigir al nuevo gobierno. Lo que traerá que ese gobierno
tenga problemas y entre dos o tres años más o menos este de pie, pero como no
le irá bien entonces la gente que profesa el peronismo extrañaría a lo que se
fueron, volverán a pedir que vengan los peronistas.
Por si ganara
entonces Scioli el candidato del gobierno, los cambios serían pocos. Por un
lado, algunos se sentirán cómodos porque gobierna un hombre y ya no una mujer,
muchos en el fondo aunque no lo expresen desearían que gobierne un hombre. Pero
como este nuevo gobierno en caso sea de Scioli, ya no comenzaría a sonar el
ismo sino el ista. Los sufijos irán moviéndose en otras aristas. Ya no generan
mucho movimiento sino iría más en forma de marcha, lo que me lleva a decir que
estaría sujeto al «otro» al gobierno que está actualmente, que muchos ya saben
quién es. Por consiguiente poco cambiaria quizá termine el gobierno frustrado y
acostumbrado a complacer a un grupo que supuestamente ya no gobernaría pero
estaría en el poder detrás de los ventanales.
Entonces la política
en la argentina, verdaderamente es «una fiesta» un sueño. Es como ese sueño en
donde todos los políticos están sentados en una banca, donde están todos los
partidos que están disputándose las presidenciales, donde están todos los
nombres que suenan día a día, pero esos todos allí sentados juntos y riéndose;
están viendo salir a escena a personajes con mascaras de cera. Luego todos esos
políticos se levantan y van a un comedor a disfrutar de la mejor carne y platos
exquisitos y al final todos terminan brindado un excelente vino.
Al final en Argentina el cuento sigue el
mismo.
Moises Roberto Cardenas Chacon
viajesideral2@hotmail.com
@viajesideral
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