A
Fermín Toro se le ha estudiado como político, literato, educador, poeta,
humanista, periodista y estudioso de las ciencias naturales. Habría que
estudiarlo como diplomático.
En
su vida se atrevió contra el poder establecido. En 1932 como Diputado pide
abiertamente contra Páez el regreso de los restos del Libertador a Caracas.
Frente al asalto al Congreso Nacional en enero de 1848 instigado por José Tadeo
Monagas, al inquirirle regresar a su curul dijo “Díganle al General Monagas,
que mi cadáver lo llevarán, pero que Fermín Toro no se prostituye”.
FERMIN TORO |
En
1839 fue Secretario de la Legación ante el Reino Unido de la Gran Bretaña,
donde perfecciona conocimientos políticos y sociológicos y estudia inglés. Con
Alejo Fortique atiende la defensa ante el Gobierno británico de los derechos de
Venezuela en la Guayana Esequiba, reclamación abandonada hoy.
En
su obra “Europa y América” analiza lo que pasaba en Rusia, Turquía, Polonia e
Irlanda, las repúblicas italianas, el yugo inglés en Asia y el despotismo austriaco,
la significación del Congreso de Panamá y el auxilio de la América a México a
propósito de la invasión de Francia. Examina el aporte del cristianismo a la
humanidad con el misterio de un Dios hecho hombre. Estudia la guerra y las
ventajas de la paz. Aboga por el aporte de los extranjeros. El momento más
sublime fue en 1846 cuando siendo Ministro Plenipotenciario ante el Reino
español, logra la aceptación definitiva de la independencia de Venezuela por
España.
A
propósito del asalto de Monagas al Congreso en 1848, cuando la Junta
Gubernativa de Maracaibo pidió por intermedio de Juan Manuel Manrique al
Encargado de Negocios de Estados Unidos B. G.
Shields, una intervención para acabar con la guerra civil que Monagas
provocaba, Toro echa mano del Derecho Internacional Público y solicita mejor
una mediación ante los partidos beligerantes. Reincorporado a la vida política
en 1858 es nombrado por Julián Castro Ministro de Relaciones Exteriores.
Como
Canciller de Venezuela le tocó, desenredar toda la situación producida por el
llamado “Protocolo Urrutia”. Concluirá sus días en 1860 con Misiones en España,
Francia e Inglaterra, donde se ocupó de la confiscación de los bienes de
extranjeros en Venezuela. Se retiró a tiempo. Dejó el legado de no vender su pluma
ante los caudillos que nos gobiernan. Murió en 1865.
Julio
Portillo
julioportillof@gmail.com
@julioportillof
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