Reconozco
que el título me quedó como de añagaza publicitaria, como para propaganda de un
auto deportivo, pero no lo empleo con ese fin sino para delinear un par de
virtudes que me gustaría ver antes de morir en un presidente venezolano. Pero las dos potestades juntas, al mismo
tiempo, no desperdigadas.
Nobleza han
tenido varios; y aunque no fue el único, el primero que se me viene a la mente
es Luis Herrera; pero era muy buenote y muchos —tanto colaboradores como
adversarios políticos abusaron de él—; por lo que no llena el cartabón de
hoy.
Vargas sería otro. Con carácter, muy poquitos. Porque “carácter” no es lo mismo que “mal
carácter”; mucho menos “testarudez”, “intransigencia” o “capricho”, que es lo
que la mayoría de los presidentes ha derrochado. Parece que López Contreras y Pérez Jiménez lo
demostraron; aunque no me consta de primera mano. Pero todos tenemos claros que patriotas sí
fueron y que emplearon sus respectivos caracteres como soporte de ese
pundonoroso atributo. Pero algunas
leyendas y anécdotas dejan ver por una rendija que nobleza les faltó más de una
vez.
Muchos
pensábamos que, en el polo opuesto a esas virtudes estaba el difunto fallecido
que dizque vive todavía; ya que era un innoble, mezquino y ególatra que nunca
daba puntada sin dedal. Y porque, aunque
ante el público era todo sonrisas, sus explosiones de mal carácter abundaban. Por eso, pensábamos que no iba a ser posible
superarlo en esas tachas.
Estábamos
equivocados: el heredero ilegítimo superó con creces a su padre putativo. Ha salido maluco-maluco. Y de carácter débil, a pesar de las
frecuentes exhibiciones por la televisión haciendo ostentaciones de bravura e
ímpetu. En sus frecuentes cadenas lo que
rezuma es una mezcla incivil de rusticidad, crueldad y pocas luces. Gómez sufría de esos tres defectos, pero era
prudente y no los andaba luciendo en público —como este—a cada rato. En eso, y en otras muchas cosas, el
Benemérito era menos malo que Nicky. En
la pantalla del televisor hace creer que es fiero, pero hace sin rechistar
—mucho menos, sin meditar— todo lo que le ordenan los varios jefes que tiene:
Cilia y Fidel, China y Rusia, Cabello y Raúl, la cúpula militar y el Foro de
Sao Paulo.
Mantuvo
entre rejas a la juez Afiuni, Simonovis, Scarano y Ledezma hasta que sus
respectivos padecimientos dejaron claro que esos presos suyos podrían morir en
cautiverio; solo ahí fue cuando autorizó a su Tribunal de la Suprema Injusticia
para que los dejara acudir en busca de auxilio médico. Eso, y mantener a un preso político sin ver a
sus hijos siete meses, como dice Lilian Tintori que sufre Leopoldo, deja ver lo
tripas moradas que es el ocañero; que él, de nobleza, nanai-nanai.
Su
condición bellaca se une a su menguada voluntad en eso de culpar a otros por lo
que solo es producto de su incapacidad.
Según su ruindad, lo que le pasa a Venezuela es culpa de otros, no de su
ineptitud para gobernar bien y para escoger subalternos sensatos, honrados y
eficientes.
Entonces va saltando de
enemigos en enemigos como un tití de rama en rama: Obama, los empresarios,
Rajoy, Fedecámaras, Uribe, etc. Para
nada: porque al ratico les ofrece su mano y agoniza por estrechar las de
quienes mandan desde La Moncloa y la Casa Blanca.
Pero chantaje por delante: “Aquí está mi
mano, Rajoy, tómala”. Pero lo alerta de
que, cuando se vuelvan a ver, puede “tener que llegar con las lanzas”. O sea, te tengo chantajeado: o me estrecha la
garra —¡Perdón, la mano!— o te causo problemas, más de los que ya tienen, con
Telefónica, Repsol, BBV, Iberia, Meliá y otras empresas peninsulares.
Ya antes esa misma oferta se la había hecho
al presidente Obama. Oferta por lo demás
engañosa: le hablaba a un sillón vacío, Obama estaba en otro salón, hablando
con Santos. Las palabras y la
gestualidad eran para que los incautos que se calan las cadenas creyesen que se
estaba encarando a la personificación del imperio meeesmo. Puro buchipluma, como es todo lo de él…
Por
eso es que reitero mi deseo de ver, tener, antes de morir, un presidente con
nobleza y carácter —como el Aston Martin de James Bond, para seguir con el
símil publicitario. Venezuela lo
necesita con urgencia (aunque no se lo merezca) so pena de convertirse en un
Estado fallido. Hay que dar los pasos
necesarios. Que comienzan con las
primarias y luego las legislativas.
Después veremos si seguimos con un esfuerzo revocatorio o si nos vamos a
tener que calar a ese espantajo absurdo hasta el fin de su mandato. Dios no lo quiera…
Otro sí
El régimen sigue con la promesa de inaugurar en los próximos meses dos estaciones “de la segunda línea” del Metro de Valencia. Que no existe. Cuando inauguren esas paradas, si es que las inauguran —y si nos atenemos a lo que aprendimos en la geometría euclidiana de primaria— solo serán dos puntos en la prolongación de la “primera línea”; o, mejor dicho, “la única”. La terminología oficial no pasa de ser un bulo más que busca engrandecer sus minúsculos logros ante gente que no sabe la realidad. Lo criticable es que esa falacia sea multiplicada por alguien que se ha erigido en el primero de “un millón de amigos por el Metro”…
Humberto
Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt
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