Ellos saben que su peor enemigo es la unidad
de la oposición, por eso se proponen destruirla. Para eso cuentan con la
cándida complicidad de compañeros desprevenidos…o demasiado astutos.
En los años sesentas del siglo que recién se
no fue, el déspota cubano Fidel Castro intento conquistar a Venezuela, con una
guerrilla entrenada, armada y financiada por él. El presidente Rómulo
Betancourt, con el apoyo de Caldera y su partido, derrotó política y
militarmente a Castro y la Democracia venezolana se salvó por cuarenta años.
Pero una tarde de hace un poco más de una
década, en el jardín biodiverso tropical de su casa nos dijo cierta vez el
doctor Enrique Tejera París, ese venezolano de lujo, al finado y gran amigo
Angel Zambrano y a mí:
“Es algo nunca visto e irrepetible en la
historia. Gracias a que Hugo Chávez se fascinó con Fidel Castro, Cuba, un país
más pequeño, con menos recursos y tiranizado, sin disparar un tiro ni invertir
un dólar, se apoderó de Venezuela, una nación más grande, rica y libertaria.
Vale la pena rasgar un poco el proceso que
nos condujo a tal bochorno:
Chávez engreído manipulable.
El mañoso autócrata cubano Castro, no tardó
en percatarse que Hugo Chávez se había enamorado de él como una candorosa
quinceañera. Y también se dio cuenta que el ego de Chávez era superlativo y que
añoraba ser el sucesor de Fidel como héroe de los calenturientos de la tierra.
Entonces Fidel y Raúl, con la colaboración de
sus antiguos agentes Alí Rodríguez Araque, Nicolás Maduro y José Vicente
Rangel, se dedicaron a manipular el ego del patético caudillo venezolano,
haciéndole creer que era un líder mundial y, lo más triste, convenciéndolo de
que él debía entregarse a la asesoría cubana para mantenerse ad infinutum en el
poder.
Así fue como Chávez, ambicioso y lerdo al
mismo tiempo, les entregó el control de Venezuela a los comunistas cubanos:
Regalo de petróleo, dominio de la seguridad y el espionaje policial, la
represión, las importaciones, el registro civil, la medicina, distribución de
alimentos, reparto de las obras públicas y hasta de las Fuerzas Armadas…
Y los Castro fueron tan crueles con el
incondicional que les resultó Chávez, que lo dejaron morir, no sin antes
convencerlo de legarle el poder a un hombre de ellos, entrenado por ellos y
obediente a La Habana, otro resentido social: Nicolás Maduro.
Lucha de clases y crispación social
Fidel y Raúl Castro metieron en la cabeza,
confusa y saturada de ignorancia de Hugo Chávez, la estrategia de la lucha de
clases, de estimular el odio y la división social. El maniqueísmo de pobres
buenos y ricos malos (socios del “imperialismo”) (*).
Ese odio de clases incluye maltratar hasta la
desesperación a la clase media. Porque suele ser la clase promotora de cambios
y de resistencia a los autoritarismos que en el mundo han sido. La idea es
simple: agobiar a la clase media para que se deje dominar por la rabia y se
vuelva imprudente, lo que justificaría la represión contra ella; o se desespere
hasta el pesimismo y se vaya del país.
También forma parte de la maniobra canalla,
desbaratar la producción privada, decapitar al empresariado, para que la gente
se acostumbre al soborno social, a ser limosneros del estado. Los grandes
tratadistas, desde Locke, Adam Smith y Francisco de Miranda hasta Karl Popper,
han demostrado que la propiedad privada es una garantía para la libertad y el
progreso de los ciudadanos.
Implantación del miedo y la impotencia
Represión masiva y despiadada, corrupción
desenfrenada e impune de los gobernantes, hegemonía comunicacional,
desabastecimiento dirigido especialmente contra la clase media, alianza
descarada con los terroristas de distintas pelambres y con el narcotráfico, son
las componentes de la tercera clave estratégica del castrochavismo para
asegurar su dominio continuista.
El objetivo es sembrar el miedo y la desazón
en el pueblo inteligente de todas las clases y sectores. Lograr que acepten su
tragedia como algo natural, como una fatalidad. Procurar que la gente se
resigne, pierda el impulso de lucha y se dedique a la sobrevivencia precaria a
que la escasez obliga.
Y como era de suponer, el castrochavismo
actúa con deliberada perseverancia y disimulo para dividir al pueblo opositor y
para sembrar el virus de la antipolítica. Intriga para distanciar a los que
deben luchar juntos. Para aprovechar las legítimas diferencias que pueda haber
entre los dirigentes democráticos. Ellos saben que su peor enemigo es la unidad
de la oposición, por eso se proponen destruirla. Para eso cuentan con la
cándida complicidad de compañeros desprevenidos…o demasiado astutos.
Luce raro, pero en verdad el imperialismo que
hoy padece Venezuela es el cubano.
Alexis Ortiz
alexisortiz9347@gmail.com
@AlexisOrtizB
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