La
Cumbre de las Américas que se celebrará
en Panamá en los próximos días será una nueva oportunidad para
determinar el estado de salud de la región, especialmente, en cuanto a la
democracia y el respeto de los derechos humanos se refiere, fundamentales para
lograr el objetivo que se persigue: Prosperidad con equidad. Más que sobre la
cooperación inter regional, los Gobiernos, unos legítimos otros sin
legitimidad, y las organizaciones no gubernamentales, unas representativas de
la sociedad civil, otras no, se expresarán en favor y en contra del estado de
cosas.
Algunos
gobernantes mostrarán su fanatismo ideológico y el anti-imperialismo que les
oxigena en medio del fracaso de sus gestiones internas, mientras que otros se
ubicarán en el lado correcto de la historia, al favorecer la democracia como
único sistema político en el que se pueden ejercer los derechos humanos. Este
es el tema que debe centrar la atención de los mandatarios, mucho más allá de
la simple “evaluación” de las relaciones de los Estados Unidos con la región o
sus bilaterales con Cuba o Venezuela.
A
pesar de la algarabía de algunos regímenes que llegan incluso a instalar sus
“fuerzas de choque” en Panamá semanas antes del inicio del evento, para
“organizar la recepción” de los Jefes de Estado, la estructura política actual de la región
muestra síntomas de agotamiento y comienza a ceder ante el fracaso de la
retórica y de socialismos ineficientes y corruptos; aunque pareciera a primera
vista privilegiar a regímenes que se caracterizan por la violación de las
reglas establecidas, la destrucción de la institucionalidad, el rechazo a todo
escrutinio sobre derechos humanos, la odiosa práctica de la tortura en forma
sistemática y generalizada y la realización de crímenes internacionales.
La
verdad es que torciendo perversamente la realidad de las cosas, la mayoría de
los gobiernos se han pronunciado en contra de la “injerencia” de los Estados
Unidos en los asuntos internos de Venezuela, por la adopción de medidas en
contra de un grupo de cuestionados funcionarios incursos, según el Congreso y
el Gobierno de los Estados Unidos, en violaciones graves de derechos humanos y
otros actos vinculados a crímenes internacionales como el lavado de dólares, el
terrorismo y el narcotráfico que constituyen materia de interés de la comunidad
internacional, además de representar, según sus propias normas internas, una
amenaza para su seguridad.
Lamentable
y vergonzosamente, los gobernantes de la región, alejados de sus pueblos y de
las realidades que mueven la nueva estructura de la comunidad internacional,
desconocen la obligación que tienen todos los Estados de denunciar las
violaciones graves de los derechos humanos y los atropellos a la democracia en
dondequiera que ello ocurra, contrariando así la evolución de la sociedad
internacional y de las relaciones internacionales que obligan a interpretar de
manera más amplia los principios y las normas que regulan la vida
internacional, como los relativos a la soberanía y a la no injerencia en los
asuntos internos de otros, que ceden de manera importante ante la necesidad de
proteger la vida y los derechos de todos los ciudadanos en el mundo.
Independientemente
de los resultados que adopte la Cumbre quedará claro que hay dos grupos de
países, lamentablemente consecuencia de la división que propició Hugo Chávez en
Venezuela y en la región y que maximiza hoy su sucesor Maduro: Unos que
insisten en cambios sin sentido y que recuerdan tesis fracasadas del pasado,
apoyados en una interpretación sesgada de la “independencia” y la “soberanía”
en medio de su fanatismo antiimperialista; y, otros que abogan por cambios en
democracia y en libertad, en progreso con respeto a la dignidad del hombre; es
decir, de manera más simple, entre demócratas y no demócratas.
A
partir de Panamá las cosas deberán estar mucho más claras para quienes luchamos
por un nuevo sistema político regional realmente inclusivo y democrático que
favorezca al pueblo respetando al individuo, en donde los poderes se mantengan
independientes y los ciudadanos puedan expresarse libremente y protestar sin
miedo a ser castigados o asesinados por las balas disparadas en nombre de
revoluciones que lejos de pretender soluciones estructurales, buscan cambios
oscuros más personales que colectivos.
Es
de esperar que en el Acta Final en la que se reflejen los acuerdos, los Jefes
de Estado y de Gobierno asuman la responsabilidad que les impone la historia y
con la mayor solidaridad no resuman el tema de la Cumbre a las relaciones con
Estados Unidos, sino al tema fundamental para la región: democracia, libertad y derechos humanos mediante la
interpretación correcta de los principios de derecho internacional que regulan
las relaciones internacionales.
Los
países de la región, sus gobiernos y sus pueblos, deben despertar y dejar de
lado esa fantasiosa concepción de la vida, que sólo ha traído desolación, ruina y tristeza en
nuestros pueblos, hoy hundidos en la ignorancia que promueven insólitamente
esas fuerzas desde el mismo poder.
21 EX
PRESIDENTES UNIDOS POR LA LIBERTAD DE VENEZUELA EN LA VII CUMBRE DE LAS
AMÉRICAS
Firman
declaración que presentarán oficialmente un día antes que se de inicio a la VII
Cumbre de las Américas a celebrarse en Panamá el 10 y 11 de abril
Liberación
inmediata de opositores en Venezuela, separación absoluta de poderes que
garanticen un proceso electoral “libre y justo”, así como el involucramiento de
los organismos internacionales son los pedidos de 19 expresidentes de
Latinoamérica y España, quienes presentarán una declaración en el marco de la
VII Cumbre de las Américas.
La
fundación FAES, que dirige el exmandatario español, José María Aznar anunció la
firma del documento a través del cual llaman a aunar esfuerzos “para construir
una alternativa de solución a la grave crisis venezolana”, informaron en un
comunicado.
La
denominada “Declaración de Panamá” ha sido firmada por Aznar y los
exmandatarios Felipe Calderón y Vicente Fox, de México; Álvaro Uribe, Belisario
Betancur y Andrés Pastrana, de Colombia; el chileno Sebastián Piñera, el
peruano Alejandro Toledo y los costarricenses Laura Chinchilla y Óscar Arias.
Según
FAES, a la fecha también han presentado su rúbrica los expresidentes de
Bolivia, Jorge Quiroga; de Costa Rica, Miguel Ángel Rodríguez, Rafael Ángel
Calderón, y Luis Alberto Monge; y de Ecuador, Osvaldo Hurtado, así como los
expresidentes de El Salvador Alfredo Cristiani y Armando Calderón Sol, la
expresidenta de Panamá Mireya Moscoso; y el expresidente de Uruguay Luis
Alberto Lacalle.
Los
diecinueve exjefes de Estado y de Gobierno iberoamericanos afirman que la
Cumbre de las Américas “no puede obviar la urgente e inaplazable necesidad de
apoyar al pueblo de Venezuela” por lo que piden el involucramiento de
organizaciones internacionales como la OEA y la ONU para construir la citada
“alternativa de solución” en Venezuela que respete los principios
constitucionales y las normas internacionales.
Victor
Rodriguez Cedeño
vitoco98@hotmail.com
@VITOCO98
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