Cuando
encuentro a alguno de mis viejos compañeros de la izquierda venezolana que
ahora están en el gobierno, usualmente trato de indagar que queda en ellos de
aquellos años de lucha por los derechos humanos y la justicia social, por qué
apoyan ahora a este régimen indolente con vocación delictiva, qué pasó con
aquella feroz lucha contra la corrupción y como terminaron en esta comparsa
inmoral de hoy. Con nostalgia les recuerdo aquella noble izquierda, auténtica,
emprendedora, irreverente ante el poder, solidaria con los más pobres y siempre
soñadora, en un intento por develar su novel militancia en este militarismo
ramplón, inepto e inmensamente corrupto. Algunos de estos personajes han sido
arrastrados por la ambición y el pragmatismo, el tiempo ha molido su
idealismo. Otros están atrapados en las
contradicciones, los prejuicios e incluso, los resentimientos que han cultivado
por años. En fin, la naturaleza humana es inexpugnable y algunas cosas jamás
tendrán explicación ¿Acaso alguien puede explicar porque Martin Heidegger -uno
de los pensadores más brillantes del siglo XX- apoyaba a Hitler?
Casualmente,
esta semana me encuentro con un alto funcionario del gobierno y un diputado
oficialista. Cansado de conversaciones
como las antes referidas, me limite a un amable saludo y compartí una expresión
genérica que usamos para salir del paso: ¿Cómo están las cosas? La respuesta no mostró la prepotencia
habitual de los jerarcas de la revolución: “muy mal, las cosas están muy mal, a
nosotros nos salva es Obama ahora como jefe de campaña del gobierno y la falta
de cohesión de la oposición, sino estuviéramos j….”. Al hablar de la falta de cohesión, agregan
comentarios que evidencian la intención de utilizar a algunos “opositores” para
promover la división y fracturar la unidad democrática, es tan obvio. En
cambio, al explicar cómo Obama los estaba salvando, mostraron cuan
desconectados están de la realidad del país.
En
un insólito caso de invidencia política y con estricto apego a la estrategia
cubana, estos compatriotas aseguraban que “todo el país está pendiente” del
decreto de Obama y “nadie está preocupado” por las colas o la inseguridad. Hay una realidad mediática y otra social, es cierto:
el imperio mediático gubernamental invisibiliza los problemas reales de los
venezolanos pero no por ello dejan de existir. Por eso, honestamente les
advertí que quizás sea exactamente al contrario: “solo ustedes están pendientes
de Obama y tienen ese llantén por todos lados”, el país está al borde del
colapso y la angustia de la gente es la tragedia cotidiana que enfrenta, no es
la invasión yanqui sino su propio futuro, nadie cree el cuento de la “guerra
económica”.
Según
la última encuesta de Alfredo Keller, el 82% considera grave la crisis
económica y el 65% piensa que Maduro es incapaz de enfrentarla.
¿Cómo
es posible entonces que alguien crea que “todo el país” está pendiente del
decreto de Obama? Al final, antes de que la conversación se tornara tensa,
terminé diciendo que en algo podía coincidir con ellos, ciertamente “el país
está muy mal” y justo por eso, el cambio es indetenible… De eso no se salvan,
ni que pongan a Obama de jefe de campaña!
Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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