Hombres singulares, de
conciencia y determinación, por cuyo ejemplar patriotismo nació la República.
Los principios humanistas que inspiraron los derechos y fundaron las libertades
promovidas por las revoluciones modernas, la de Estados Unidos y la de Francia,
se impusieron gracias a sus actos al extender como lo hicieron la doctrina
republicana en el resto del mundo occidental, las Indias Americanas, la tierra
nueva y del futuro.
El desenvolvimiento de los acontecimientos evidenció la resolución de sus
actores y el aprovechamiento de las circunstancias que configuraron tanto en
España como en América una realidad distinta, encubierta aquí en la
conservación de los derechos del rey Fernando VII, pero que anticipaba en
nuestro caso un insólito reclamo de autonomía y un inevitable sentimiento de
libertad.
Entre la solemnidad de los oficios sagrados de ese Jueves Santo y la
constricción popular que inspiraba el momento, nadie podía prevenir el
desarrollo de los hechos apreciados primero con sorpresa y luego con
indignación por los realistas, seguros como estaban de la conservación de sus
dominios en América Española.
El cuadro que sobre los sucesos en Caracas ese 19 de abril nos presenta el
realista don José Domingo Díaz, refleja en toda su intensidad la magnitud del
cambio que empezó a producirse en la vida colonial, así como también la
actuación de algunos de aquellos personajes decisivos, inadvertidos hasta
entonces, capaces de contrariar como lo hicieron los intereses de la monarquía
para iniciar el movimiento emancipador.
Entre los principales impulsores figura el canónigo Madariaga, cuya conducta
fue crucial adentrada la mañana de ese día en la Plaza Mayor, establecida desde
la fundación de la ciudad, lugar testigo de la vida colonial, sus gentes, sus
costumbres, su historia, las sagradas horas de la religión, la majestad
indiscutida de la autoridad real, el elevado señorío de las familias
principales, así como el devenir del resto de las clases sociales, leales
súbditos del rey que resolvieron ejercer por sí mismos sus facultades soberanas
y el derecho natural de los hombres.
Para José Domingo Díaz, Madariaga: "dirigía la conspiración" y era: "uno
de aquellos hombres a quienes la naturaleza ha formado para la rebelión",
capaz de generar todos los trastornos, a quien le observaba poseer: "un
eco declamatorio" con
el cual logró animar la voluntad del pueblo reunido en la histórica asamblea y
que avaló los posteriores actos de aquel histórico Cabildo que encarnó el
mandato de la soberanía popular y nuestro primer acto de democracia política.
Madariaga había sido según Díaz: "el hombre de aquel día, y el alma
de las deliberaciones".
Mas no fue él únicamente el responsable, se había urdido desde antes una
ramificada conspiración que tenía como origen la casa de los Bolívar, según
señalaron posteriormente Baraciarte y Anza, a la cual acudían los Toro, los
Montilla, los Ribas, los Salias y otros patriotas como Roscio, Sanz, Espejo,
Toro, Alamo y Paúl, calificados por Díaz como: "parte
de aquella juventud turbulenta" o miembros de una: "oligarquía" para quienes las: "ideas
de licencia y democracia eran el ídolo de su adoración".
Convocado ese día el capitán general Emparan a las urgentes deliberaciones del
cabildo e incorporados en el mismo Roscio y Sosa como diputados del pueblo,
aquel logró hábilmente disolver la primera sesión bajo el pretexto de asistir a
la ceremonia religiosa en la catedral, lo cual anticipaba el fracaso del
movimiento. En ese instante sólo la audaz y oportuna intervención de don
Francisco Salias - quien debe ser tenido como el primer ciudadano de la
patria-, conminó la presencia de Emparan otra vez al cabildo, mientras
que el mismo pueblo había nombrado a sus nuevos representantes que además
de Madariaga, a nombre del clero y Francisco José Rivas por el pueblo,
eran Ponte, Uztáriz y José Félix Ribas, este último a nombre de los pardos.
Integrados así todos los gremios sociales, sacerdotes y hacendados, militares y
abogados, nobles y plebeyos, pardos y blancos, se vio forzado Emparan a
renunciar estableciéndose inevitablemente una junta representativa de la
soberanía popular que nacía basada en la libre determinación de los ciudadanos
que empezaban a gobernarse y, desde entonces, arbitrar su destino como mandato
superior de la historia como bien lo concretaron los hombres del 19 de abril,
fecha iniciatica de nuestra independencia y, además, de la legitimidad del
municipio, institución fundamental de la República que no debe desaparecer.
Jose Felix Diaz Bermudez
jfd599@gmail.com
@jfd599
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