Que la política la inventó el diablo, en
ocasiones traspone los límites de la conseja popular y cobra constancia de inexorable ley fatal. A quienes
echamos los dientes en el trajín del activismo político nada puede resultarnos
extraño ni novedoso. Mucho de cuanto ocurre, por no decir todo, lo hemos visto
y padecido. Porque la vida de la organización política, llámese partido o
movimiento, es la permanente confrontación de ideas y pareceres, unas veces en
debates sin estridencias y otras con fogosidad y asperezas. En todo caso la
modalidad la marca el asunto. La programación de tareas rutinarias y su
evaluación, o la posición a ser asumida, pongamos por caso, en la discusión de
la Ley de Presupuesto en cualquiera de los niveles del Poder Público, sin dejación
de la concepción ideológica, son debates que se dan sin altisonancias.
Más o menos, son esos los términos en que
transcurre la cotidianidad en una organización política, al menos en los
tiempos en los que fui activista. Pero cuando se trata de la escogencia de
candidatos para cargos de elección interna o universal, se producen remesones
que hacen crujir los cimientos y en muchas ocasiones lamentables la rompen,
dejando pocos puntos de amarre para la reconstrucción. De tales desgarrones
tienen conocimiento importantes luchadores de fe democrática que actúan dentro
o fuera de la MUD.
De usual en una organización se contraponen
criterios, interpretaciones, e intereses cuando se trata de asumir posición
crítica frente a los planes de desarrollo económico o sobre el compañero que ha
de sustentar la representación para cualquiera de los cargos de elección
popular. Ahora bien, si tal ocurre entre hombres y mujeres unidos por una
convicción abrazada con fe de carbonarios, ¿cómo no han de surgir desavenencias
en un organismo piloto del pluralismo político como es la Mesa de la Unidad
Democrática? En su seno se barajaron nombres de probables candidatos a ser
diputados a la Asamblea Nacional y la fórmula para escogerlos.
Luego de intensos debates y, es de creer,
profundas reflexiones, la MUD, ejemplo de pluralismo político, optó por
elecciones primarias en los estados donde no hubiere consenso y donde lo
hubiere realizar amplias consultas con los diferentes sectores de la sociedad,
integrados o no a la Mesa. Pero, como queda dicho, cuando se trata de
nominaciones para cuerpos deliberantes y las perspectivas de triunfo son
amplias, los aspirantes abundan y los puestos salidores escasean, se encrespan
las pasiones y justas aspiraciones trastocan en ambiciones desmedidas.
Es en este punto de incandescencia es
menester que los políticos derrochen sindéresis. Como en el torneo comicial nos
jugamos la democracia, lo pertinente es no cerrarse al diálogo esclarecedor que
propicie la unificación de criterios. El tiempo apremia y debe ponerse el mayor
empeño en preservar la unidad. Actuar en dirección contraria es tirar por un
desbarrancadero a la Nación, que no a meritorios ciudadanos negados a recibir
el cheque con sus prestaciones sociales y disfrutar con dignidad su jubilación.
Es bien sabido que en 1957, superando
sectarismos y desbrozando cizañas sembradas por los esbirros de la dictadura
-como hoy lo hace el PSUV- partidos, estudiantes, profesionales, trabajadores y
la iglesia primaron el objetivo común: la recuperación de la libertad. La
tiranía se derrumbó el 23 de Enero de 1958.
German Gil Rico
gergilrico@yahoo.com
@gergilrico
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