Brasil tiene una de las historias nacionales más originales del hemisferio americano, en este país luso-americano surgió primero el Estado como un ente jurídico tendiente a mantener la unidad del territorio colonial y hasta el presente prevalece el consenso entre las elites para evitar la fractura de la integridad nacional, lo cual lo convierte en el estado más peculiar en América Latina.
A través de su historia, en Brasil predomina la salida transicional en los momentos traumáticos para evitar la ruptura de la unidad nacional, así fue en 1822 en la Independencia; en 1889 cuando surgió la República mediante un golpe militar; en la Revolución de 1930 que le abre las puertas a la participación protagónica del presidente Getulio Vargas; en 1964 cuando se produce el golpe militar contra el populismo e impone un gobierno autoritario; y en 1985 en la reconquista de la sociedad civil de sus derechos democráticos.
Brasil entra en el siglo XXI como una potencia emergente, y a partir del 2002 después que Lula, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) gana las elecciones presidenciales se da inicio a un nuevo ciclo de desarrollo socio-económico con marcado acento en lo social, el “Lulismo”, que sintoniza con la aspiración de grandes sectores de sociedad brasileña. El modelo Lulista contó con una mudanza favorable de la coyuntura económica internacional, que le permitió adoptar una política para reducir la pobreza, logrando hechos significativos tales como el rescate de 36 millones de personas de la pobreza extrema Pero al mismo tiempo, en la oscuridad, el PT incuba la crisis de ética mas severa de la historia del Brasil al manipular de manera deshonesta las cuestionadas costumbres políticas del país, en este caso la corrupción administrativa que decía iba a reformar y erradicar, cuando en realidad las acentuó, como lo evidencian los escándalos del ‘mensalao’ y de Petrobras que en la actualidad lesionan las bases de gobernabilidad de la presidente Dilma Rousseff.
Lula pudo terminar su gestión en el 2010 con la mayor popularidad alcanzada por un presidente en la historia de la República y trasferir su enorme prestigio a su sucesora, D.R., la primera mujer en ocupar la presidencia en el país, ésta mantuvo el Lulismo en alta hasta junio de 2013, cuando surgieron los primeros signos de rechazo popular. Seguidamente, en las elecciones de 2014 experimenta un descalabro significativo, no obstante gana las elecciones por un escaso margen de tres puntos. El segundo gobierno de D.R se inicia con una caída de popularidad que de manera impactante ha tomada las calles de las principales ciudades del país, seguidas de numerosos pronunciamientos contra la presidenta, que anuncian un eventual ocaso del Lulismo, ya que la elite de ésta tendencia ganó el poder ejecutivo pero no conquistó todo el Estado. Así, los sectores democráticos detentadores de los poderes judicial y legislativo, interpretando el sentir popular, parecen dispuestas a darle el “volapié” de gracia al PT.
Alejandro Mendible
alejandromendibleucv1@gmail.com
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