Preocupa
como la intolerancia y la violencia irracional está gravitando en el clima
político del país. No hay día en que los medios de comunicación no reporten
situaciones de esa naturaleza. Los desafueros del gobierno írrito enquistado en
Miraflores, el inexplicable empeño en
ocultar la verdad sobre el estado de la economía y las medidas que ha
anunciado que adoptará para tratar de
corregir los desequilibrios, conducen a una mayor polarización y tensión social
cuyos rasgos fundamentales se evidencian en
el endurecimiento del contenido del discurso político que acentúa las
diferencias; las acciones violentas e ilegales
de los grupos de apoyo al gobierno, que son realizadas con la
complicidad de las autoridades y exacerbadas por la dirigencia “madurochavista”
y la descabellada actitud de pretender responsabilizar de la terrible situación
que vive el país a los disidentes.
La
hecatombe económico-social que ha causado este régimen durante los tres lustros
en que se encuentra en el poder, ha sido la secuela de costosos errores
conceptuales y de una inexcusable ineficiencia operativa de la frondosa
burocracia al servicio del gobierno. Ha sido el indeseable producto de una
visión equivocada del modelo de conducción de la economía lo que ha
generado inflación, pérdida de una
importante porción de la capacidad productiva nacional, escasez estructural,
desinversión, desempleo, despilfarro de los recursos y corrupción. Este inepto
régimen levanta a diario cortinas de humo para ocultar la terrible realidad que
el país se consume por la negligencia y la falta de visión gubernamental.
Por otra parte, la disposición de los grupos
opositores a realizar acciones de calle con mayor decisión y audacia,
compelidos por la actitud gubernamental de apresar, sin fórmula de juicio, a
los líderes opositores y no dar espacios para el debate y el entendimiento
respecto al futuro del país y sobre la importante transición política que debe
producirse en breve, habida cuenta del estado de postración en que se encuentra
la Nación.
Los
tiempos que se avecinan estarán signados por la violencia, la intransigencia y
la confrontación. Así lo indica el contenido del discurso gubernamental que se
fundamenta en el irresponsable
aprovechamiento del
comportamiento irracional de las masas oficialistas basado en la intolerancia y
en el odio de clases. Esta es una de las estrategias que ha venido siendo
utilizada sistemáticamente para tratar
de amedrentar y acorralar a los grupos opositores.
La
violencia institucional del gobierno al pretender gobernar sin haber dado
cumplimiento a las exigencias constitucionales y sin la apertura de espacios
para el diálogo y la concertación, imponiendo, por cualquier medio, un modelo
de sociedad autoritario, excluyente y antidemocrático, y; el cierre deliberado de las instancias a las
que se podría acudir en demanda de
justicia y control a tales exabruptos, son factores engendradores de violencia.
A pesar de los llamados pacifistas de la oposición, podría desatarse en el seno
de los desafectos al gobierno acciones de legítima defensa ante el
arrinconamiento y las provocaciones de las que son objeto por pretender cambiar
democráticamente el estado de cosas que vive el país.
No se debe tolerar que el gobierno acose a la
oposición y prosiga en el irracional
empeño de imponer un modelo de sociedad
concebido para hacer a todos los ciudadanos vasallos del Estado. La sociedad no
puede permitir que sean la violencia, la
confrontación y la subversión social la única salida política que le queda a la
oposición frente a las inaceptables
pretensiones del régimen actual de conculcar los derechos básicos a la vida, la
libertad y la dignidad. Todos tenemos derecho a participar, nadie debe ser
excluido y menos si la exclusión obedece a que no coincidimos con el
totalitarismo del pensamiento oficial.
Es
absolutamente claro que el gobierno no necesita poderes especiales para actuar
en el campo económico; antes que le fuera otorgada la ley habilitante había
adoptado decisiones en materia de intervención y cierre de establecimientos
comerciales, sanciones para sus propietarios, confiscación de inventarios,
determinación unilateral de los precios de venta al consumidor, determinación
de los canales de distribución de las mercaderías, racionamiento de la cantidad
de productos que podrían ser adquiridos por los consumidores y, finalmente,
creación de organismos y entes para el control de las actividades comerciales.
En fin todo una parafernalia burocrática para un irritante control
gubernamental sobre los agentes económicos.
El
control desmedido, ilegal e inconveniente que ha estado ejerciendo el gobierno
sobre la actividad económica se ampliará
desmesuradamente. Los hechos ocurridos y las amenazas que se ciernen sobre la
actividad económica privada afectarán negativamente las expectativas del
inversionista y lo inducirán a reducir al máximo sus riesgos, lo que, a su vez,
se traducirá en aumento del desempleo, escasez de productos en el mercado,
caída de la producción nacional y declinación ostensible de la tasa de
inversión. De hecho, las medidas adoptadas hasta ahora son un atentado contra
la propiedad privada y el libre albedrío del consumidor. En efecto, el gobierno
en lo sucesivo determinará que producir, cuanto producir, cuando producir, los
precios de los productos, la tasa de ganancia del capital, que importar, quiénes podrán importar , que cosas se podrán
importar. Es decir, la imposición definitiva del modelo cubano y de otros sistemas
de gobierno autoritarios.
La
oposición transita una ruta pacífica, respeta las normas democráticas, ha
formulado planteamientos que no han sido respetados por los poderes públicos y
el aquelarre madurista. Es deber y responsabilidad del régimen adoptar las
acciones necesarias que eviten llevar al país por un sendero de inútiles
enfrentamientos fratricidas. Próximamente vamos a concurrir masiva y
pacíficamente a los comicios para elegir a los parlamentarios, lo haremos
armados del voto y de la convicción que a este régimen hay que cambiarlo por el bien de la República
y por la manifiesta incapacidad que ha demostrado durante los largos años que
lleva de gobierno.
Pedro
Luis Echeverria
pedroluis.echeverria33@gmail.com
@PLEcheverria
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