El
verdadero objetivo de Unasur, Unión de Naciones Suramericanas, nunca fue el
manifestado por sus promotores, quienes afirmaban que el proyecto tenía como
propósito trabajar a favor de la integración económica y social de los países
más meridionales del continente, mientras promovía la formación de una
identidad ciudadana transnacional.
El
designio era instrumentar un bloque político en el que un grupo de
gobiernos, identificados con el plan
expansionista que encarnaba Hugo Chávez, dispusiera de la capacidad de
presionar e influenciar políticamente en las decisiones de las naciones que se
sumaran al bloque regional.
Los
organizadores estaban convencidos que su discurso populista, integracionista y
antinorteamericano, presionaría al resto de los países de la región a
incorporarse, aunque algunos de esos
gobiernos discreparan de las propuestas políticas y económicas del chavismo.
Tampoco
les inquietaba ser minoría en la entidad. Estaban convencidos que integraban un
núcleo sólido, con intereses comunes y con capacidad de influenciar y/o presionar hasta lograr
decisiones que favorecieran sus maquinaciones.
Unasur,
se fundó en Brasilia. La reunión la presidió Luis Inacio Lula da Silva, aliado
incondicional de Chávez, en base a una propuesta de Evo Morales, uno de los
promotores claves de la autocracia electoral.
El
desaparecido mandatario venezolano fue su principal iniciador. Chávez gestó la
Alianza Bolivariana de las Américas, ALBA,
la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC y el canal
de televisión Telesur, un medio en el que los gestores del Socialismo del Siglo
XXI, manipulan las informaciones a su conveniencia.
Chávez
tenía recursos económicos para apoyar su proyecto hegemónico. A diferencia de
Fidel Castro que intentó imponerse a fuerza de balas y bombas, el golpista
venezolano lo trató con petrodólares. Dilapidó las riquezas venezolanas para
comprar conciencias y desestabilizar las democracias.
La
sede de Unasur está en Quito, Ecuador, un país cuyo presidente Rafael Correa,
un déspota, es partidario de la reelección indefinida, mientras ejerce un
férreo control sobre los medios de información y manifiesta un profundo
desprecio por quienes no comparten sus ideas.
La
presidencia ocupada por un mandatario de los países miembros por un año de
manera sucesiva es simbólica, el control en realidad lo tiene el Secretario
General.
Las
decisiones de los cuatro secretarios generales que ha tenido Unasur han
favorecido a los gobiernos que integran el proyecto del SSXXI, en particular el régimen
venezolano.
El
primer secretario fue el populista y ex presidente argentino Néstor Kirchner.
Su relación con Chávez fue muy estrecha, tanto que el mandatario venezolano
dedicó su victoria electoral del 2012 a Raúl Castro y al matrimonio Kirchner, Néstor
ya había fallecido.
Después
la posición la ocupó Maria Emma Mejía, política colombiana. Su imparcialidad
para mediar en los diferendos de los
países miembros y en particular para evaluar la situación interna de
Venezuela se aprecia en estas declaraciones, “Chávez puede que haya cambiado en
una década América Latina, es indudable que en esta década nuestro continente
nunca será igual".
La
relevó el venezolano Ali Rodriguez Araque. Un antiguo guerrillero marxista,
hombre de confianza de Chávez, al extremo que ocupó varias de las carteras de
gobierno más importantes.
El
actual ejecutivo es el exmandatario colombiano Ernesto Samper, un político muy
controversial cuyo periodo presidencial,
1994-1998, fue particularmente inestable.
Samper
fue acusado de haber financiado la campaña electoral con dinero del
narcotráfico. Fue procesado por la
Cámara de Representantes, pero los cargos fueron retirados.
La
reacción del gobierno de Estados Unidos fue fuerte. En una decisión sin
precedentes contra un presidente en funciones,
le retiró a Samper la visa de entrada al país, mientras negaba al
gobierno colombiano la certificación de lucha contra la droga, un fallo que
implicaba el cese de la ayuda económica y militar de Washington.
Los
antecedentes de Samper le invalidan para
dirigir una organización internacional y
sus recientes declaraciones de que Unasur está listo para apoyar al presidente
de Venezuela, Nicolás Maduro, lo anulan como mediador.
El
compromiso de Unasur con el despotismo se reafirmó en Montevideo, Uruguay,
cuando los cancilleres del grupo calificaron las sanciones de Estados Unidos a
funcionarios corruptos venezolanos, como una agresión a ese país.
Declarar
que las sanciones estadounidenses afectaban la estabilidad del hemisferio es
una falacia, como si Maduro y su corrupta corte fuera la nación venezolana.
Samper
después de expresar su apoyo a Maduro está descalificado para arbitrar un
dialogo entre los factores sociales, partidos políticos y el gobierno
venezolano.
Su
liderazgo está parcializado. Es falso que en Venezuela exista división de
poderes como declaró. No visitó durante su estancia a los presos políticos y
tampoco se reunió oficialmente con la Mesa de la Unidad Democrática, lo que
demuestra que es un servidor de los intereses de Maduro y no de la democracia
venezolana.
Pedro
Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43
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