Chávez llega al poder, sobre todo, denigrando de los 40 años de
democracia (1958-1998). Ahora cada “revolucionario”, creído neo filántropo de
la vida pública nacional, se indigna ante cualquier juicio crítico sobre la
actual gestión gubernativa visiblemente destructiva. El oficialismo se ampara
en simuladas iracundias patrióticas tratando de ocultar la crisis más profunda
de las últimas 8 décadas. El desarreglo social se avista hasta en el aire.
¿Cómo se llega a esta aciaga degradación en medio de una enorme riqueza?
Veamos:
-Manipulación afrentosa de entidades del Estado; silencio
complaciente ante exfoliación del erario; ruina de servicios públicos; aval
incondicional a advenedizos corruptos que se atribuyen prosapia
“revolucionaria” y, sobre todo, falta de juicio crítico frente al “surtido” de
yerros burocráticos. Esos “matices”, entre otras turbulencias, y no complots
sediciosos, configuraron una díscola sinopsis que propició la violencia a la
vez que se ahuyentaba la inversión y aporte privado.
-¿Puede negarse el evidente colapso del sistema educativo que “por
descuido” favorece el éxodo masivo de profesores a otros países como Ecuador?
Presupuesto inadecuado, bajos salarios, abandono de la infraestructura
didáctica, constituyen un desdichado cuadro que constriñe a los egresados de
pedagógicos y universidades a “cabalgar horarios” o cambiar de profesión.
-La misma pregunta cabe para el sector salud. ¿Es mentira la
reaparición de tuberculosis, paludismo, dengue y la aparición masiva de
chicunguya? Como si fuere poco, están a la vista las penurias de pacientes
menguados que acuden a hospitales públicos invocando atención primaria. Las
degradantes escenas a las puertas de estos centros describen por sí solas el
drama de los enfermos.
-¿Es incierto que la delincuencia patibularia ha invadido todo el
territorio nacional? Los escenarios criminales que semanalmente se contabilizan
por decenas evocan por su horribilidad a los asesinatos de las bandas de
Chicago en 1928.
Pero el proceso de deterioro no se restringe a los puntos citados.
También ha invadido a partidos políticos, Poder judicial, Congreso de la
Republica, cuerpos de seguridad del Estado, Fuerzas Armadas, sistema monetario,
transporte público, régimen carcelario y policial, puertos y aeropuertos, vías
de comunicación y hasta la majestad de la Presidencia de la Republica.
El proceso de degradación continuo de la clase media y el
incremento brutal de la pobreza nos obliga a cohabitar en contextos inéditos e
indignos. Esas crudezas no pueden ser silenciadas como lo pretende el régimen.
Descalificar la denuncia equivale a negar la esencia misma de la Democracia. El
silencio implica aceptar que somos inservibles para intervenir en los laudos de
nuestra vecindad e inhabilitarnos para decidir sobre el futuro que anhelamos.
El mayor peligro está en que la mayoría decline y se convenza que
no es factible cambiar nada de la actual situación; que la Democracia como
forma de Estado no funciona; que nuestras instituciones políticas, Partidos y
Parlamentos son inservibles para atender y solucionar los conflictos que nos
rodean y en los que estamos inmersos. El actual patrón (el socialista) no es
una referencia válida porque denigra del comportamiento democrático.
El ingreso billonario de los últimos años dejó efectos
embriagadores en buena parte de la población que supuso saborearía a sus anchas
los frutos del milagro de la lotería petrolera el cual lo haría feliz para
siempre. Esa idea, por barata, carecía de contenido productivo y de influencia
real. Como la droga de baja calidad, conduce a la modorra y de allí a la
apatía. No es sentado en una poltrona frente al televisor con control en mano
pescando “imágenes satisfactorias” como se logran los cambios y el aporte
participativo.
La Nación y sus instituciones están degradadas como nunca en su
historia. El ciudadano está en una inédita encrucijada: se incorpora a la
modorra y deja que “las cosas ocurran” o participa activamente con los avíos de
la Democracia como por ejemplo preparándose para las elecciones parlamentarias
de este año. ¡Todo lo demás es fantasía!
Miguel Bahachille
miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29
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