MIGUEL BAHACHILLE M. , ¿VIVE CERCADO EL VENEZOLANO?

El gobierno que ostenta un supuesto socialismo “del pueblo” ha sido precisamente el que más ha constreñido la libertad y libre decisión personal de “ese pueblo”. La República nunca había padecido de un ciclo restrictivo tan perverso. Los patriotas alabados por Chávez, así como los herederos que aún quedan, al igual que el resto del país, son intimados a vegetar dentro de un cerco material y espiritual inédito en nuestra historia. Cohabitamos en una patria cercada por restricciones. No se trata sólo de la axiomática represión política y policial. El asunto va más allá.

El cerco sobre el consumo se advierte en expendedurías de alimentos y productos de uso cotidiano. El parroquiano es forzado a adquirir “lo que haya” y en cuantías decretadas por custodios oficialistas en correspondencia con último dígito de su cédula de identidad. Para cerrar ese infame cerco, el presidente anuncia “el acople” al sistema de 20.000 “capta huellas” para evitar “la duplicación de los errantes”. La observancia de esta “legitimidad” queda a cargo de Las Fuerzas Armadas que actúan bajo el eufemismo de “la guardia del pueblo”.

El cerco criminal también circunda la movilidad personal y familiar “del pueblo”. El ciudadano vive encogido por bandoleras del terror instituido por una delincuencia impune. Todo “circuito de protección” ingeniado por las vecindades escrutando rutas de seguridad es maleado por forajidos con la certeza que no serán aprehendidos. Se amparan en los índices de impunidad para actuar “a la libre” (más del 93% según el Observatorio Venezolano de Violencia).

El cerco económico, además de perturbar la actividad comercial, industrial, hospitalaria, farmacológica y de transporte, afecta sobre todo al ciudadano impedido de proveerse de bienes usuales. Pero este cerco también turba los ámbitos culturales perceptiblemente acorralados por falta de divisas. Museos, cines, teatros, musicales, conciertos, son espacios cívicos de catarsis casi proscritos del país.  

El cerco aéreo nos constriñe a pernoctar en el país. Las líneas aéreas han limitado al mínimo sus cupos por la deuda contraída y no cumplida de 3.500 millones de dólares. Pero más grave es que el aporte de divisas a estudiantes de pre y posgrado que se cultivan en el exterior ha sido eliminado. Los jóvenes son intimados por un cerco de atraso que los obliga regresar y avenirse con ideas del siglo XIX.

El cerco informativo aplasta a los medios de libres y, por carambola, a toda la ciudadanía porque la priva de informaciones relevantes y legítimas propias de toda República liberal. El monopolio informativo es una condición indefectible de los sistemas absolutistas. El control del aparato informativo en Venezuela está mucho más abroquelado de lo que muchos suponen. La difusión del “gobierno del pueblo” gravita más en invenciones inútiles que en contextos reales.

Cerco del terror en calles. La desaplicación de las Leyes de Tránsito a motorizados ha incitado el cerco más pertinaz y anárquico que se conozca contra peatones y conductores. Esa inadvertencia ha forjado grupos delincuenciales, algunos de ellos bajo el eufemismo de colectivos, que se saben exonerados de cualquier sanción.  

Vivimos en un cerco extendido. Basta asomarse a cualquier calle o institución pública del gobierno para corroborar como el régimen pretende institucionalizar este dislate ideológico como verdad única.

 Nota aparte: otro cerco. Desde hace tiempo hemos insistido en esta columna sobre la importancia de llegar acuerdos consensuados bajo cualquier peculiaridad para participar en los comicios de este año. Ahora que se ha logrado, surgen las mismas individualidades de siempre contra la MUD reclamando primarias para todo el mundo.

Los apoltronados de Miami, los inconformes consuetudinarios, las individualidades que no pelan la ocasión de un “arrocito político” así sea con 4 gatos, surgen ahora como adalides de la democracia. En el fondo no parece importarles el país. La unidad ya ha sido decidida y lo que queda es trabajar por ella. Todo lo demás se enmarca en egolatrías fuera de lugar. ¿Cerco a la MUD en estos momentos?

Miguel Bahachille M.

miguelbmer@gmail.com

@MiguelBM29

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