Los medios informativos estatales no requieren de
pesquisas periodísticas profusas para reseñar lo que ocurre en el país. Basta
con copiar la edición de cualquier periódico suizo, oír las alocuciones del
presidente o de algún oficialista “de rango”, usarla como “versión propia”, para
cubrir sus crónicas. Así pues en Venezuela no sucede nada distinto de las
bondades del socialismo del siglo XXI. Para esos medios no existe escasez,
devaluación, corrupción, inseguridad, asesinatos, robos, represión, malos
servicios públicos, huecos en las calles, acumulación de basura, ni siquiera un
perro muerto en las vías. ¡Todo excesivamente normal! ¡Que aburrimiento!
Bajo un invariable patrón, los medios del gobierno
crean, refinan y procesan imágenes deterministas para intimar con la masa
tratando de fijar conductas colectivas acordes con el subrepticio “socialismo
del siglo XXI”. Sin embargo de éste sólo se sabe, porque lo sufrimos a diario,
cómo ha causado la más estrepitosa destrucción del aparato productivo en los
últimos 120 años. Para el vecino común obligado a hacer colas para todo, las
imágenes “helvéticas” divulgadas a diario ya no lo seducen y, por contrario, le
agravian por carecer de valor político y acierto productivo.
Mientras el esfuerzo gubernativo se concentra en
promover fragmentos de la doctrina marxista, en Cuba se ha iniciado un proceso
de regresión hacia el capitalismo y la economía de Mercado. Las masas criollas,
contrario a la tesis oficial, jamás se amoldarán a la penitencia de la carestía
e inseguridad. Tampoco lo harán ante un objetivo político restrictivo e
interventor. De allí que las encuestas revelen un estrepitoso derrumbe de apoyo
al gobierno.
El país feliz de plétora y paz gracias al socialismo
no existe o se hace invisible para el común. Por el contrario, el desengaño
agrupado está cercenando la concordia y el aliento de la mayoría humillada en
las largas colas. Asimismo a los manipuladores de medios les está resultando
muy difícil racionalizar 25.000 crímenes al año; uno cada 2 horas (Observatorio
Venezolano sobre la Violencia). También se les dificulta justificar el visible
descosido del tejido social causado por una crisis económica que apenas
comienza. ¡No, la masa no está feliz con lo que “le dan”!.
El argumento de “los horribles 40 años del
puntofijismo” está en desuso porque la comparación desfavorece al régimen de
manera categórica. Ello no implica que debamos ignorar la historia. Por el
contrario, hay que evocarla para deliberar sobre sus fallas y éxitos. Los
aciertos entre 1958 y 1998, motivador de grandes avances en materia de
educación e infraestructura, por sólo citar dos, deja mal parada la propaganda
de “los neo patriotas” aspaventosos.
Concentrase en resaltar los defectos de sociedades
capitalistas a través de los profusos medios vigilados por el gobierno para
elogiar el socialismo, se inscribe en la faceta de asesores izquierdosos y de
comunistas cubanos para ocultar las realidad opresiva que día a día se
instituye en Venezuela. La escasez, por ejemplo, pretende ser ocultada con
subterfugios que denigran de la libre empresa mientras se critica el consumo
individual.
¡Si, si hay problemas y muchos! Sin embargo los
medios oficiales, actuando como apoderados de conciencias, persisten en
negarlo. “El conflicto, cuando florece, es un asunto personal que no puede
achacársele al gobierno”. Que la figura de “buenos y malos” había desaparecido
en esta revolución. Todos yacíamos felices durante 15 años hasta que
reaparecieron los “malos” (los otros) como la MUD. ¿Seguirá la prensa omisa
copiando periódicos suizos para referir lo que ocurre en Venezuela? La realidad
de nuestras calles reflejan otra cosa: “tribulaciones y muy feas”.
Miguel Bahachille M.
miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29
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