Desde
que comenzó la segunda fase de la arremetida golpista por parte de la derecha
reaccionaria y antidemocrática venezolana, el mismo día de la elección de
Nicolás Maduro como Presidente de la República, me han sido poblicados en
diversos medios nacionales e internacionales treinta y nueve artículos de
análisis y opinión relacionados con estos hechos (aporrea.org: 27/05/2013 al
08/03/2015. Sin embargo, un hecho que es necesario resaltar con letras
mayúsculas es la reorientación que desde los dos últimos años de la I
Presidencia de CAP, 1977 y 1978, asumió cierto sector del empresariado
venezolano, política ésta que arreció
desde los primeros días de 1999, aún antes de la asunción del Presidente
Chávez, consistente en una progresiva desinversión y expatriamiento de
capitales, que reforzó la salida de éstos, cuando entre 1978 y 1984 se produjo la salida de más de 140 mil
millones de dólares.
Debe
recordarse que desde 1978 se acelera el proceso de endeudamiento de Venezuela.
El 5 de enero de 1978, se informa del ingreso al Tesoro Nacional del empréstito
de 20.000.000.000 de yens, equivalentes a US$ 80.000.000, contratado por
Venezuela en el Japón mediante la colocación de bonos. El 14, Venezuela obtiene
un empréstito de Bs. 765.000.000 en algunos bancos de países árabes miembros de
la OPEP. El 2 de febrero, en Londres, se firma un préstamo con un consorcio
bancario inglés por la cantidad de Bs. 5.160.000.000.
Cuando
Luis Herrera Campins "Estalla la crisis" del "Viernes negro" (devaluación de la
moneda): Endeudamiento Externo: Espiral inflacionaria; RECADI como símbolo de
corrupción: incremento de las desigualdades sociales.
Cuando
Luis Herrera Campins declaró que "recibía un país hipotecado", muchos
venezolanos nos alegramos pensando que el gobierno se ocuparía de pagar la
deuda y disminuir así el peso de la misma, pero estabámos equivocados: Cuando
Luis Herrera salió del gobierno, la deuda se había incrementado.
El
Viernes Negro en Venezuela, se refiere en síntesis al día viernes 18 de febrero
de 1983, cuando el bolívar sufrió una devaluación frente al dólar
estadounidense, derivado de políticas económicas asumidas por el entonces
presidente Luis Herrera Campins, cuyo gobierno en el momento recurrió al
control de cambio, imponiendo una restricción a la salida de divisas. Antes,
sus partidarios habían sido advertidos y aprovecharon para expatriar miles de
millones de dólares.
Consecuentemente,
para Venezuela, el Viernes Negro representa un hito que cambió su historia
económica. Hasta ese día se mantuvo oficialmente la estabilidad y confiabilidad
que desde la segunda década del siglo XX había caracterizado al bolívar, cuya
última cotización libre con respecto al dólar fue al valor fijo de 4,30
bolívares.
Desde
entonces la devaluación constante del bolívar, complicaciones con el pago de la
deuda externa, acelerado deterioro del poder adquisitivo y la implantación de
un control de cambio llamado "Régimen de Cambio Diferencial" (RECADI)
–que tuvo graves casos de corrupción– por el gobierno de Jaime Lusinchi
hicieron desaparecer la estabilidad cambiaria de la moneda venezolana.
Al
Viernes Negro en Venezuela le anteceden hechos tales como la caída de los
precios del petróleo que llevó a las exportaciones petroleras de 19,3 millardos
de dólares en 1981 a casi 13,5 millardos en 1983 (una caída del 30 por ciento),
en tanto que el inicio de la crisis de la deuda en América Latina, produjo una
fuga de capitales de casi 8 mil millones de dólares y por ende el
correspondiente descenso de las reservas internacionales, factores que hacían
inminente una devaluación.
Es
así que, como consecuencia de ello, el "domingo 20 de febrero, el
Presidente Luis Herrera Campíns dictó un decreto de suspensión de la venta de
divisa extranjera durante los días lunes 21 y martes 22. Esta medida fue
extendida posteriormente hasta el día 25 de febrero; y el día 22, por decreto
presidencial, se establece un control diferencial que permite el cambio de 4,30
bolívares por dólar sólo para los gastos corrientes, envío a estudiantes del
exterior, amortización de las deuda pública interna y la privada externa y para
las operaciones de la industria petrolera, del hierro y otros renglones".
Nace así, en medio de una turbulencia nacional denominada como Viernes Negro,
la Oficina del Régimen de Cambios Diferenciales, RECADI. Esta organización manejó a sus anchas
todas las divisas que circularon por las cuentas bancarias desde 1983 y hasta
1989, sin que nada –al menos hacia el conocimiento público- diera cuenta de la
oscura procesión que se movía por dentro.
En
estos años se dieron casos como la compra de 65 autos rústicos para la campaña
electoral de Acción Democrática con fondos del Estado, la invención de miles de
empresas del Estado que nunca existieron (empresas de maletín) con la única
finalidad de solicitar dólares preferenciales, el abuso de los más de 50.000
millones de dólares en el pago de la deuda pública externa que nunca se
solventó (en 1984 era de más de 27.000 millones de dólares, en su mayoría a ser
pagados en corto plazo, más el anuncio de la suspensión de pagos del 2 de enero
de 1989); el mal manejo de recursos del Instituto Nacional de Hipódromos y la
gran escoria que causó el balance de las reservas del Banco Central de
Venezuela, que en diciembre de 1985 eran de 10.251 millones de dólares, y para
1988 eran de apenas 3.092 millones de dólares.
Esta
situación derivó en la solicitud de una ley habilitante que le otorgó poderes
especiales al Presidente de la República Carlos Andrés Pérez para imponer los
urgentes correctivos necesarios para recuperar progresivamente a la economía
venezolana, fuertemente afectada por políticas económicas erradas e
incoherentes tomadas por la administración anterior, según lo expresado en la
exposición de motivos de la mencionada ley.
El
14 de septiembre de 1988 entró en escena Miguel Rodríguez, para entonces asesor
económico del candidato de AD, CAP, quien afirmó: "RECADI se convirtió en
una distorsión más de la economía, porque se desnaturalizó la acción cambiaria
en un sistema discrecional".
Moreno
León, en tanto que asesor económico del candidato por COPEI, Eduardo
Fernández planteó que necesariamente el
Banco Central de Venezuela -de ganar Eduardo Fernández- sustituiría a la
Oficina del Régimen de Cambios Diferenciales, puesto que "RECADI no
significa otra cosa que la distribución arbitraria de dólares que tenemos
actualmente, y ha generado una de las fuentes más escandalosas de
corrupción".
Con
el triunfo del candidato adeco, se eliminó la oficina de RECADI y se dio paso a
una liberación de los precios del dólar. Cuando entra en vigencia el nuevo
esquema cambiario, se determina una paridad nominal del orden de 39,60 Bs/US$
que era exactamente la paridad del mercado libre para el día en que se eliminó
el control de cambios, esto implicaba una fuerte devaluación, si se le compara
con el tipo de cambio preferencial que estaba vigente de RECADI, fijado en Bs.
14,50 por dólar desde diciembre de 1986.
La
eliminación del régimen de cambio diferencial tuvo la virtud de extirpar una de
las mayores fuentes de corrupción que había existido en el país. Por otra
parte, el nuevo esquema cambiario tuvo un fuerte impacto en el nivel de los
precios, ya que al suprimirse el tipo de cambio preferencial, todos los bienes
tendrían que importarse al cambio vigente en el mercado, ello se tradujo como
es natural en una aguda inflación de costos en los inicios del programa de
ajustes.
Carlos
Andrés Pérez quien a pesar de ser del mismo partido de Jaime Lusinchi, Acción
Democrática, se da cuenta de que la hora del populismo había terminado. Bajo la
cooperación y asesoría del FMI y del Banco
Mundial, inicia el famoso programa de ajuste coyuntural (se encontró sin
reservas internacionales prácticamente) y de reforma estructural (eliminación
de subsidios y traspaso al sector
privado de empresas oficiales). Algunas medidas desestimularon la
inversión, al tiempo que estimuló presiones inflacionarias como resultado de un
mayor gasto público. Sea como fuere, el
inicio de tal programa implicó pasar de Bs. 14,50 por US$ a Bs. 39,60 por US$
pero ya se eliminaba el control de cambios y el tipo de cambio sería flotante;
una tasa competitiva era lo que se buscaba.
Ya la devaluación entonces ronda por el 135%. En febrero de 1992, cuando ocurre la rebelión
militar del 4 de febrero, ya la tasa promedio del dólar US llega a Bs. 63,76.
El
"caracazo" del 27 y 28 de febrero rompe en dos la historia de la IV
República.
En
el año 1994 arriba por segunda vez Rafael Caldera a la presidencia de la
República y no se le ocurre otra idea mejor que atacar fuertemente al Banco
Latino, banco que no era una vajilla de plata resplandeciente, pero el haberlo
cerrado para luego abrirlo, generó una crisis bancaria la cual provocó grandes
salidas de capitales y la tasa de cambio pasó entonces de 104,53 en diciembre
de 1993 a Bs. 170,oo en diciembre de 1994 y se instaura de nuevo otro control
de cambio. El control de cambios finaliza pero el bolívar ahora pasa a valer
Bs. 470,oo. También es justo reconocer que los precios del petróleo bajan
enormemente, y colocan al gobierno contra la pared. Desde 1983, la devaluación
del bolívar ya había alcanzado la astronómica proporción de 10.830%.
El
deterioro progresivo de la economía venezolana llevó al Presidente Caldera a
varias decisiones terroríficas: designa a Teodoro Petkof Ministro de
Planificación, acude al FMI cuyas medidas provocan una inflación de 103% en
1996, y se entrega a los designios de Luis Giusti la Gerencia de PDVSA, un
Estado dentro del Estado.
Ya
hemos tratado suficientemente, en otros artículos, los avatares de los períodos
presidenciales del Comandante Hugo Chávez, por lo que sólo nos resta considerar
los dos años del Presidente Nicolás Maduro.
El
fenómeno de las "guarimbas" las conocemos desde 2004, una nueva
modalidad de hacer oposición "pacífica" con saldos de decenas de
venezolanos asesinados. Hasta entonces no conocíamos en Venezuela, las
"guarimbas", ni el "bachaqueo" traducido en acaparamiento,
desabastecimiento, contrabando masivo y especulación desenfrenada de manera
sistemática, organizada. Tampoco manidestaciones y movilizaciones
"pacíficas" incendiarias, asesinas, destructivas de instalaqciones
públicas y privadas.
Por
lo anterior, afirmamos con absoluta propiedad que, desde el mismo día del
triunfo de Nicolás Maduro, se intensificó en el país una sistemática oposición
caracterizada por el terror. Es así como nos encontramos con:
1.-
Política sistemática de
desestabilización manifestada a través de movilizaciones violentas,
terroristas, como las del 15 de abril de 2013 y fechas subsiguientes con saldo
de once venezolanos fallecidos, centenares de heridos, bienes públicos y
privados destruidos como instalaciones educativas, de salud, sedes del partido
de gobierno, unidades de transporte público, tala de miles de árboles y obstrucción de la vía pública.
2.-
Por ello afirmamos que las colas en el interior y exterior de los expendios de
alimentos y otros productos obedecen a un plan sistemático cuyo fin último es
causar desespero en la población y así obtener dividendos políticos que
debiliten al gobierno revolucionario. Sin embargo, la población no es tonta, ha
comprendido la jugada y por ello ha resistido estoicamente ese ataque artero,
con la consiguiente decepción de la oposición y la decisión de la Casa Blanca
de "tomar al toro por los cuernos".
3.-
La caida del PIB de la década de 1990 comenzó a revertirse en 1999. Durante los
años 2000 y 2001 tuvimos tasas de crecimiento económico (PIB) de 3,7 y 3,4
respectivamente; sin duda que en ello tuvo que ver la recuperación de los
precios de la cesta petrolera, donde mucho influyó la gira del Presidente en
visita que hizo en 1999 a los Jefes de Estado de los países productores de
petróleo. Con posterioridad a esos dos años de recuperación económica
atravesamos otros dos de grave contracción como resultado de paros
empresariales injustificados, del intento de Golpe de Estado y del criminal
sabotaje petrolero de diciembre 2002 y febrero 2003, lo que truncó el
crecimiento de la economía para caer en 2002 en (8,9) y en 2003 en (7,8) .
Desde el cuarto trimestre de 2003 se retomó la senda del crecimiento económico
durante 23 trimestres consecutivos, con tasas de crecimiento del PIB en 2004,
2005, 2006, 2007 y 2008, de 18,3; 10,3; 9,9; 8,8 y 5,3, respectivamente, para
un promedio de 10,52 en los cinco años. Como consecuencia de la crisis del
capitalismo mundial provocada por la explosión de la burbuja inmobiliaria,
experimentamos períodos de contracción económica, de (3,2) en 2009 y (1,5) en
2010, de la cual salimos con 4,2 en 2011.
4.-
Con respecto a las falsas afirmaciones del incremento de la pobreza en
Venezuela, nada mejor, para desmentir esa falsedad que el último boletín de Comisión Económica
para la América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas, la CEPALC, que nos
ubica como el país menos desigual de América Latina después de Cuba. Así
tenemos, que según ese informe, Cuba presenta para 2010 un coeficiente de Gini
de 0,370; Venezuela 0,394; Uruguay 0,422; El Salvador 0,454; Perú 0,458; México
0,481. Aclaramos que mientras el coeficiente de Gini mas se acerca a cero,
mejor es la distribución del ingreso.
5.-
¿Cuál es la verdad respecto al sector productivo en Venezuela? Como señala Luis
Xavier Grisanti (2007): El PIB industrial había mostrado un espectacular
incremento de 1.400%, al pasar de 1% en 1949 a 12,9% en 1958 y al 15,2% del
producto nacional en 1964, al amparo del modelo de sustitución de importaciones
iniciado en Venezuela en 1959, manteniendo índices de crecimiento que la
llevaron a 18% en 1976 (sic) (Luis
Xavier Grisanti, 2007)[i]. Para 1998, ese índice había bajado a 14,93%,
mientras que para 2012 estaba en 13,93% (Anuarios Estadísticos del BCV). Esa
deformación estructural, con una producción industrial manufacturera y
agroindustrial en franco deterioro, con un empresariado maula, parasitario,
porque se dedicó a vivir del erario público y de las importaciones, y embarcado
en una aventura desestabilizadora imprudente, ha tenido su cuota parte de
responsabilidad en la situación de deterioro actual del aparato productivo
venezolano.
6.-
Es indudable que en los años 2013-2014, se ha dado una incidencia negativa;
parte de la explicación podemos encontrarla, tanto en la violencia desatada por
sectores de la oposición radical, por desaciertos en la designación de gerentes
en las empresas industriales del Estado y, sobre todo, por la vocación
importadora de la burguesía nacional, que se han convertido en verdaderos
depredadores de CADIVI, conjurados con funcionarios deshonestos de la
administración pública.
Lamentablemente,
articulistas del bando opositor que podrían contribuir con sus luces a iluminar
el entendimiento de sus partidarios confundidos, atizan el fuego de la
discordia por el propósito inconfesado de asomarse en cargos públicos ante la
posibilidad incierta de un potencial triunfo electoral en 2019. La ambición
suele enceguecer aun a los más talentosos.
César
Eulogio Prieto Oberto
cepo39@gmail.com
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