El régimen cubano fue
promotor una alianza entre los carteles
de droga colombianos y las FARC, quienes hasta el momento se limitaban a ser un
grupo irregular insurgente. Era previsible que el subsidio soviético se agotaría,
asi que esta coalición era vital para Cuba.
Sin embargo, cuando la cooperación de La Habana se hizo muy evidente en
la opinión pública internacional, Fidel decidió lavarse el rostro sacrificando
a uno de sus hombres -al General Arnaldo Ochoa Sánchez- declarado “Héroe de la
Revolución Cubana” por su participación en múltiples campañas militares y ser
un valiente combatiente al lado del legendario Camilo Cienfuegos. El
juicio-show fue televisado en cadena nacional y para garantizar la seguridad de
su familia, Arnaldo Ochoa se vio obligado a asumir su responsabilidad y a
exculpar a los Castros y a la revolución.
La sentencia fue la pena de muerte y fue fusilado el 13 de Julio de
1989.
Fidel Castro tomó una decisión
para guardar las formas y salvar el “prestigio” de la revolución. En Venezuela -indistintamente de la veracidad
de las acusaciones- Nicolás Maduro se echa al hombro a Diosdado Cabello,
señalado de estar presuntamente involucrado en operaciones de narcotráfico y
dirigir el llamado Cartel de los Soles. La solidaridad automática no es
excepcional, hace poco el gobierno hizo un gran despliegue para liberar al
Gral. Hugo “El Pollo” Carvajal, detenido en Aruba por similares
acusaciones. Cualquier gobierno serio
exigiera una exhaustiva investigación y los involucrados –presumiendo su
inocencia- deberían ser los más interesados en despejar toda duda. Pero al contrario, el gobierno apela al
ridículo argumento de la conspiración del imperio, la campaña de la derecha
internacional y demás pendejadas que han repetido por 15 años. Apelaron a esos argumentos cuando Walid
Makled –hoy silenciado- dijo que tenía en su nómina a varios militares de alto
rango y le había dado dinero al hermano del entonces Ministro del Interior,
Tareck El Aissami. No olvidemos las
atrocidades reveladas por el ex magistrado Aponte Aponte. En fin, seria
titánico el esfuerzo para recordar todos los casos que han puesto en tela de
juicio la moral revolucionaria de un gobierno que mantiene intimas relaciones
con las FARC y con otros grupos de penosa reputación.
¿Hay o no argumentos para hablar
de un Narco-Estado en Venezuela o de la Narco-Revolución Bolivariana? Son
tantos los casos que la sociedad no se siente sorprendida de las acusaciones y
el régimen se ha acostumbrado a despacharlas con la ligereza de siempre. A
veces generan otro escándalo para tapar el anterior o sacan a la luz pública
una monstruosidad como la presunta autorización para el uso de armas letales
contra manifestantes, lo cual solo ratificaría la naturaleza delictiva de esta
“revolución”. En este como en otros
casos, no acusamos a nadie a priori pero al país se le debe una
explicación. Los venezolanos tenemos
derecho a saber si el patrimonio del Teniente Diosdado Cabello se compadece con
su ejercicio como militar y como funcionario público. ¿O es un secreto de Estado?
Richard
Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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