El
miedo se ha hecho patente. Ochenta funcionarios armados hasta los dientes
destruyen una propiedad pública y en medio de vejaciones hacen preso al alcalde Ledezma. Seguidamente
el usurpador se encadena para anunciar una insurgencia de la que tiene plena
prueba. La prueba no es sino un documento publicado en la prensa días atrás,
que confiesa le había pasado inadvertida.
Por
supuesto, el usurpador ignora lo que es una plena prueba, en especial la
documental cuyo valor se circunscribe a lo que el instrumento mismo contiene.
Lo que el usurpador pretende vendernos como “plena prueba” no es sino una
conjetura, es decir, un juicio que alguien se forma por las señales que
observa. En este caso se trata de un juicio sobre el contenido de un documento
lo que explica que le haya pasado inadvertido, pues todo el mundo sabe que de
la lectura de un documento el usurpador es incapaz de formarse juicio alguno.
Desde
luego que lo que aquí escribo también es una conjetura, porque no tengo prueba
del miedo que señalo como patente, sino que juzgo el despliegue de fuerza para
el arresto de una sola persona, la destrucción de la propiedad pública y los
vejámenes infligidos como señales que ocultan el miedo, pero podría ser
desbordamiento de la saña y del odio. Prueba del miedo y no conjetura, para
hacerme entender mejor, es la que el comandante dejó en el Museo Militar el 4
de febrero de 1992.
También
resulta claro que ese despliegue de brutalidad tiene como finalidad infundir
miedo en la población, por aquello de que “lo mismo te puede pasar a ti”,
estimulando una paralización de la acción ciudadana, una resignación frente a
lo imposible de superar, lo cual
paradójicamente viene a comprobar la existencia de un temor creciente que va
envolviendo al gobierno en todos sus estratos.
Contando con la carta de crédito que el
pueblo le expidió el régimen se permitió jugar en sus primeros años con la
apariencia de democracia sostenida únicamente por elecciones amañadas, mientras
al margen de la constitución y de las leyes implantaba un sistema
antidemocrático de vocación totalitaria. El tiempo expiró y como el pueblo
exige democracia real el poder ataca buscando atemorizar. Para evitar la trampa
yo firmo ese documento de una vez. Alcalde: 420 años se cumplen en mayo del
enfrentamiento del caballero de Ledesma al pirata Amyas Preston, el usurpador no llega a
pirata.
Oswaldo
Paez Pumar
paezpumar@cantv.net
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