Llego la hora de hablar “a calzón
quitao”, el régimen no tiene salida, se encuentra atrapado entre sus diferentes
grupos de intereses. Militares corruptos, narcotraficantes, extremistas de todo
pelo: islámicos, comunistas, golpistas por un lado… colectivos, boli-burgueses,
enchufados, mafias y contrabandistas por el otro.
A esto súmele los Castro, los Evo
Morales, las Cristina Kirchner, los Daniel Ortegas, que necesitan seguir
chupando la sangre de nuestro pueblo para sobrevivir, más los chinos, los rusos
y todos los otros a quienes este gobierno les adeuda sumas que superan nuestro
propio futuro. Eso sin hacer alusión a la familia del que murió en medio de
lúgubres historias que poco a poco comienzan a salir a la luz, ni a los
parientes de los “primeros combatientes”, exprimiendo lo poco que queda del
erario nacional. Imposible complacer a todos, importar comida, pagar la deuda y
evitar el desplome, necesario para que sigan haciéndose la vista gorda tantos
gobiernos del mundo, que prefieren voltear la cara para no denunciar lo que
aquí sucede.
16 años de desbarajuste nos
trajeron a esta realidad, lo que aquí se vive tiene nombres y apellidos, lo
inició Hugo Chávez y lo están completando entre Nicolás Maduro y Diosdado
Cabello. Se quitaron la máscara revolucionaria y dejaron ver su verdadera naturaleza,
instalar en nuestro continente el proyecto del Foro de Sao Paulo, al igual que
el de Lenin, Mao, Hitler, Castro, Saddam o Gadafi. Que con diferentes matices,
slogan y disfraces, siempre ha consistido en tomar el control del poder, de las
fuerzas Armadas, de los recursos, de los centros de producción y distribución
de alimentos, de las fuentes de energía, para así tomar el control de los
ciudadanos. Utilizando un mensaje populista, nacionalista o comunista, centrado
en un mensaje de odio y venganza entre los miembros de una misma sociedad,
repitiendo una mentira mil veces, comprando conciencias nacionales e
internacionales, más una dosis de carisma, lograron instalar un proyecto de
control total de sus países. En Venezuela un proyecto sin escrúpulos, que
miente, que engaña, que amenaza, chantajea, que divide, que apela a los
sentimientos más bajos que puede tener el ser humano, para envilecerlo,
someterlo y engullirlo.
Al final nos encontramos entre
extremistas, políticos teledirigidos desde la Habana, totalitarios que aplican
medidas anticonstitucionales, que se disputan las mieles del poder con mafias,
militares y enchufados, quienes nos acercan al abismo, mientras se disputan el
control del régimen. Durante ese tiempo el país se agota en colas, producto de
la destrucción de los sectores de producción, de los mercados, del control de
las divisas y se encierra como consecuencia de la inseguridad desbordada. Sufre
como consecuencia de la inflación, de la escasez, del cierre de empresas y
pérdida de puestos de trabajo. Se muere por las epidemias, la falta de insumos
en los hospitales y de medicinas.
Se agotaron las ilusiones, el
chavismo es sinónimo de mentiras, de pura propaganda, de abuso, de represión,
de corrupción, de más pobreza, de vulgaridad, de chantaje de amenazas y de
muerte. De un país que tenía que mejorar cosas, nos condujeron a uno
completamente arruinado. Hoy Venezuela necesita agua, luz… y esperanzas.
El régimen agoniza y no existe
nada más peligroso que la última dentellada de la fiera herida de muerte. Su
capacidad para defenderse es todavía real, calcula sus riesgos, pierde en
imagen internacional, genera temor, lo que le sirve como un escudo y terminará
por disparar contra las masas, contra su propio pueblo. La violencia generará
violencia, el final dependerá hacia donde se inclinen las armas, después vendrá
la desbandada.
Ante tamaño escenario, es
prioritario trazar un plan que nos permita salir de esto. Si bien es primordial
tener un proyecto de país, tener claro lo que aspiramos y no queremos seguir
siendo, la oposición no puede limitarse a presentarlo, confiando que un milagro
se producirá y que este régimen caerá por sí solo y nos permitirá reconstruir
el país que aspiramos en santa paz. “Desengáñese compadre” diría el poeta… las
ansias de poder, el temor a la sanción que vendrá, la insaciable ansia de
riqueza de las alimañas enriquecidas a la sombra del poder, no permitirán un
final estilo Walt Disney.
El país debe preparase, el líder
que aspire conducir la nación hacia su recuperación debe contar con un plan de
salida, que prevea cómo, con quién y en cuánto tiempo pretende alcanzar los
objetivos. Que represente a todos, unidos sin parcialidad política, que esté
consciente de su papel transitorio pero primordial para la República. Que probablemente
no aspire a ser reelecto, a fin de que no tema tomar las medidas necesarias
pero impopulares. Que haya analizado la manera como recuperar nuestra imagen
internacional, que cuente con el personal capacitado para estudiar acuerdos,
compromisos o denunciar contratos ilegales. Con la voluntad inquebrantable para
revelar la verdad de la situación, lo único que permitirá asumir los
sacrificios que vendrán. Que tienda puentes entre todos los sectores, que
represente un pueblo y no un partido, que piense en quienes dejaron su vida en
el camino, para que comprenda la dimensión del sacrificio. Un ser humano que no
olvide que la pobreza se encontró y sigue estando en el origen de todo.
Una persona con valores,
principios y formación, con el coraje suficiente para sostenerlos en todo
momento. Que también sepa que debe estar preparado para controlar la inhumana
guerrilla urbana que desatarán los colectivos y los “asesores internacionales”
enviados por Fidel, las Farc y los extremistas islámicos, que pululan a lo
ancho y largo de nuestro territorio. Con una mano dura para los delincuentes y
otra abierta para los necesitados, con los ojos dispuestos a captar la
realidad, con dos oídos, uno atento a los consejos sabios y el otro cerrado
para los aduladores y los oportunistas.
Es muy probable que tenga un plan
con diferentes etapas, que incluya diferentes sectores de la vida nacional, que
pase por un gobierno corto provisional, quizás un equipo. Que llame a
elecciones libres con un CNE imparcial, que restablezca la legalidad
constitucional, la división de los poderes, la imparcialidad de la justicia,
libere los presos políticos, castigue corruptos y traidores a la patria, que le
devuelva su “razón de ser” a las fuerzas armadas, que llame a los civiles, los
trabajadores, los profesionales, las mujeres, los educadores… a todos aquellos
que ya están preparados para asumir la responsabilidad de salvar Venezuela.
Nelson Castellano-Hernandez
nelsoncastellano@hotmail.com
@nelcasher
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