*“Matar sin que se note” (El ataque de los ayatolás a la Argentina, el
encubrimiento del caso AMIIA y el fiscal), es un libro de la editorial Planeta,
escrito por Gustavo Perednik, argentino
radicado en Israel hace años, que visita
el país con frecuencia y se destaca por
sus múltiples doctorados, por su cuidadoso estudio de la historia, y por lo
bien que escribe.
Dijo Infobae sobre el libro: “Novela en clave
de thriller político global, el atentado a la AMIA y sus múltiples
derivaciones, centrándose (…) en la investigación llevada a cabo por el fiscal
Alberto Nisman desde 2004”.
Hace unos días, hablando con una amiga común
de Perednik y Nisman, el primero le contó al segundo que se iba a reimprimir el
libro y el fiscal le dijo: “Ponele directamente “Matar a Nisman sin que se
note”. ¿Premonición? Parecería que sí. Los datos de laboratorio indican
suicidio, o sea un exitoso asesinato, cometido por expertos, para que no se
note.
Y lo califico de asesinato, ya que ayer la
presidente me aclaró que todos tenemos el derecho de decir lo que mejor nos
parezca. Aunque las opiniones de la presidente mueven el amperímetro y las de
la gente común, no. A pesar de las pruebas de laboratorio, es un asesinato
cometido por expertos que hacen bien su trabajo, o sea, matar sin que se note.
¿Qué se puede decir de este “magnicidio
institucional” que ya no se haya dicho? Desde saber qué había pasado con la
hija de Nisman en el aeropuerto de Barajas (la presidente lo sabía), pasando
por la cámara prolija que siguió a Nisman desde que pisó el primer escalón de
la escalerilla del avión en Ezeiza, con una cámara que no era del aeropuerto.
El fiscal no sólo era seguido, era
perseguido. Recordemos que en 2004, Kirchner decidido a encontrar la verdad
sobre el tema AMIA, probablemente para culpar a Menem, pero decidido a saber,
le presentó Stiusso (o como se llame) a Nisman, como el hombre que sabía más
sobre AMIA, ya que estuvo en el tema desde 1994. Le armó una fiscalía especial
para que trabajara con libertad y con un presupuesto generoso. Nisman era un
hombre K. Pero antes que un hombre K, era un hombre de la justicia, que se
atenía a derecho.
Es cierto que tanto Néstor como Cristina le
reclamaron a Irán desde la ONU por el tema AMIA en 2003, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10,
11, 12 …y nunca más. ¿Por? El memorándum, un monstruoso negociado de 85 muertos
a cambio de lo que fuera, que se hizo firmar por el obsecuente congreso K. Y
ahí Nisman empezó a escuchar las escuchas. Escucharlas, y sacar conclusiones
obvias, llevó un paso. Él lo dio.
Lo dio sabiendo, teniendo conciencia que en
la denuncia que empezaba a tomar forma en sus papeles, le iba la vida. Se
arriesgó. Habló el 14/1 en “A dos voces” con Edgardo Alfano, denunció a la
presidente, al canciller, al Cuervo Larroque, a D’Elía y a Esteche. Al día
siguiente lo hizo por radio. Ya había hecho su denuncia ante el juez.
Quería hacerlo en el congreso, ante la
comisión de Legislación Penal, para poder,
en pequeño comité, nombrar a los miembros de la SI que estaban en el
tema, sin vulnerar la ley de seguridad nacional. No pudo hacerlo. Murió asesinado en algún momento del domingo
18, en el baño de su alquilado departamento de Puerto Madero.
La denuncia del fiscal sostenía “traición a
la Patria”. ¿Qué hace una persona inocente acusada de algo tan grave? Se
presenta ante la justicia y pide que se la investigue. Necesita restablecer su
buen nombre y honor. Más si es la primera figura política del país. La
presidente por Facebook!!! preguntó qué hizo que el fiscal se suicidara,
enlodándolo. En su segunda carta en Facebook, habló de asesinato y acusó a los
servicios.
Servicios que están a su servicio, que
dependen directamente de presidencia de la nación y cuyos sueldos
(desconocidos, como sus nombres) se pagan desde la presidencia. Si lo mataron
los servicios, que es probable, ¿quién es responsable? ¿La oposición? ¿Los
magistrados? Para quedar bien con ella o para echarle la culpa, ella es
responsable de alguna manera del hecho. Y toda persona medianamente bien
nacida, aún ante la muerte del peor enemigo, da sus condolencias a los familiares.
Ella nunca lo hizo.
Y tampoco explicó qué hacía Berni
representante del ejecutivo en el departamento de Nisman cuando se “descubrió”
su muerte. Luego la patética primera cadena nacional en silla de ruedas, nívea,
impoluta. Donde por supuesto no habló de lo importante, y mintió. Mal informada
o no, mintió.
¿Porqué sumariar sólo a la custodia y no
también a Berni de la que depende la custodia y a María Cecilia Rodríguez (la ministro de
seguridad de la que depende Berni, si es que existe)? Y después de constatar la
cantidad de policías que custodiaron el cadáver de Nisman durante el velatorio
y el entierro, es obvio asegurar que si lo hubieran custodiado más en vida, no
hubiera muerto. El 1° asesinato político desde 1983.
Y mientras más insistan en las pruebas del
suicidio y mientras den menos
explicaciones los denunciados por traición a la Patria, más la población creerá
que fue un asesinato perpetrado por personas que saben matar “sin que se note”. Y se preguntarán quién fue
el cerebro detrás del asesinato.
*P.D.: De los muchos libros de Perednik, 18 o
19, recomiendo muy especialmente para aquellos que aman la historia y la muy
buen literatura, “El silencio de Darwin”, 2006.
Malu
Kikuchi
maluki@fibertel.com.ar
@malukikuchi
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