Ya estamos en febrero. Da la impresión que
el año quiere pasar muy rápido. Mientras tanto, el tiempo transcurre, los
problemas que aguardan respuesta por parte del gobierno se complican; no hay
soluciones o propuestas que apunten a mejorar las relaciones ni dentro del
país, ni fuera. Tampoco se observa algún plan que nos indique cómo se va a
mejorar la economía, cómo se va a estimular a las empresas manufactureras,
alimenticias, etc., etc.
El presidente Maduro sigue distraído en
saraos rojos celebrando el intento de golpe del 4 de febrero de 1992,
celebrando el natalicio de Ezequiel Zamora, agenda asambleas para prepararse
para las elecciones parlamentarias, Maduro se monta en el avión para viajar a
dar condolencias a Arabia Saudita y
sigue en las nubes para estar presente en la toma de posesión de Evo
como si el país no estuviera atravesando una seria crisis económica, moral y
ética.
Ahora resulta, que ha emprendido un ataque
contra ciertos comercios, encarcela sus directivos como si ellos tuviesen la
culpa del desabastecimiento, de la
escasez y de los entuertos que presenta la economía. Quiere intervenir
empresas, expropiarlas como si estuviese en una verdadera guerra y el país
parece tierra arrasada. ¿A dónde nos quieren llevar?-se pregunta uno-.
Por supuesto, que cualquier cristiano
piensa que Maduro no está capacitado para estar al frente de la primera
magistratura y que tiene al país metido en un hueco. Necesariamente, uno piensa
en su renuncia y en un cambio de sistema, pues la gente se está muriendo por
falta de medicamentos, atención quirúrgica y un pésimo estado del sistema de
salud. Es cuestión de darse un paseo por los centros hospitalarios y precisar
esa realidad tan menguada: De la misma forma se encuentra cualquier sector que
se observe.
Por más que quieran ocultar las colas de la
gente frente a los negocios, no pueden ocultar la escasez de lavaplatos, de
papel toilet, de detergente, de café, de leche, de azúcar, de harina, de
margarina, de pollos, de carnes, de…todo.
Para colmo de males la falta de liderazgo
de Maduro le ha dejado el camino abierto a Diosdado Cabello que de ser
presidente de la Asamblea Nacional con su estilo de sargento de tropa ha pasado
a ser el hombre fuerte del gobierno y casi que dice “…quítate, que aquí estoy
yo”, y ha sido acusado de ser el líder de cartel de los soles en el imperio
mismo. Maduro no tiene liderazgo para reordenar su gabinete ni dirigir su
revolución.
Efectivamente, debemos reconocer que
tenemos una crisis profunda y debo decir que esto no se va a superar con
facilidad ni a mediano, ni a corto plazo. Esto va a ser traumático y debemos
corregir este fracaso administrativo que ha dejado al país en la lona. La
revolución ha destrozado la economía; la revolución ha robado el tesoro nacional,
a revolución ha dilapidado las reservas
internacionales y no tenemos fondos ni ahorros que permitan reflotar la
economía con opciones disponibles.
Entonces, la crisis
llegó para quedarse por un buen tiempo.
Luis Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
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