Los venezolanos tenemos algunas
preferencias, afinidades, hobbies y somos aficionados a alguna actividad
deportiva. No es una particularidad de los nacidos en estas latitudes, también
ocurre con otras naciones,
Aun cuando fuimos colonizados por
los españoles nuestra afinidad no se inclina por el futbol sino por el béisbol.
Aficionados y defensores de franquicias de aquí y, para disgusto del gobierno,
seguidores del béisbol norteamericano que concentra más de cien venezolanos en
los actuales momentos.
El fanatismo nos lleva a la
irresponsabilidad y a poner en juego el sostén de vida: si quien atiende la
cafetería de algún comercio siente que su equipo ha perdido un juego de manera
vergonzosa evitará ir a laborar para no cargar con la chanza de los contrarios, pero alguien le servirá el café
mientras se recupera el dolido empleado.
De béisbol oirá hablar y comentar
en panaderías, restaurantes, bares, tascas y variados lugares donde se dan cita
una entusiasta afición que discutirán hasta alzar la voz a niveles
insospechados para defender el honor de su divisa. El béisbol de práctica
deportiva deriva en una práctica de efusiva sociabilidad.
La otra gran afición que ocurre
en iguales espacios es el de la política. No hay lugar de Venezuela donde no se
comente sobre el acontecer nacional, sobre las barbaridades dichas por un
presidente, diputado o concejal, sobre las últimas medidas económicas que
esconden una macrodevaluación, etc.
Nuestra especialidad pareciera
ser el Golpe. No es extraño que así sea, en fin de cuentas nuestra historia
está nutrida de alzamientos, golpes e insurrecciones. Cada vez que las cosas
andan mal alguien dirá que hace falta un hombre fuerte en alusión directa al
caudillo o militar que ponga orden, el “gendarme necesario” de Vallenilla Lanz.
Desde el inicio de la era
democrática todos los intentos por derrocar al gobierno democráticamente electo
han fracasado: Venezuela parece haberse alejado de la violencia como medio para
superar sus problemas, sin embargo, como práctica deportiva se oirá decir “hay
ruidos de sables”, expresión que representa el murmullo y descontento en el
seno las fuerzas militares. Por lo común semejantes anuncios lo lanzaban a los
cuatro vientos los sectores opositores para anunciar al país la crisis de
gobernabilidad del gobierno de turno. Las cosas han cambiado y mucho.
Ahora es el propio presidente
quien le anuncia al país que un plan golpista, tonto e inverosímil, intenta dar
cuenta del gobierno. Es el propio gobierno quien le anuncia al país que su
actuación frente al poder es deficiente, que su legitimidad es cada vez más
frágil. Tanta sinceridad abruma.
Los venezolanos podrán seguir
debatiendo de béisbol y de golpe en la misma barra de un ocasional o
consuetudinario bar, el magallanero insultará al caraquista y viceversa,
también le pondrán melodía al ruido de sables, pero golpe no habrá.
Los desaciertos del gobierno
corresponde a los demócratas calificarlos a través de elecciones y las
parlamentarias del 2015 son extraordinarias para reprobar el gobierno y el
modelo. El golpe, si viene, es electoral.
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP
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