RUBEN DARÍO BARBOZA |
El 11 de
Febrero del 2.014 exactamente hace un año ante una multitudinaria
asamblea pocas veces vista en la región, Rubén Darío Barboza Carroz presentó en el auditorio de Asodegaa en la
ciudad del Vigía, el “Segundo Plan Nacional Productivo Pecuario Alberto
Adriani, el objetivo principal del plan era dotar a los pequeños y medianos
productores rurales venezolanos de los insumos, maquinarias y herramientas
financieras y tecnológicas necesarias para la repotenciación del aparato productivo
y de esta manera lograr el autoabastecimiento de leche y carne para todo el
país.
Fue juramentado el 25 de Noviembre del 2.013
en una oscura, mediocre y gris asamblea anual de la federación de ganaderos,
allí el punto principal a tratar había sido el cobro de acreencias por parte
del anterior presidente emitidas durante su gestión y lograr de su parte
hacerlas efectivas solicitando el único vehículo que quedaba para uso del
presidente, un acto vil y típico de nuestra absurda “viveza criolla”, propuesta que fue aprobada. Nunca se
discutieron estrategias del sector, ni acerca del futuro de la federación, toda
la discusión se centró en un pingue carro. Algunos de los presentes sentimos
pena ajena, tristeza y dolor por la triste escena presenciada.
Rubén Darío había sorteado emboscadas y
conchunpancias que conspiraban al igual que el crimen en las sombras del
misterio para que no pudiera llegar a la presidencia, pero con su
característica perseverancia recorrimos juntos miles de kilómetros del territorio
nacional para buscar apoyo y logró ser electo como presidente de Fedenaga.
Tres meses después el 11 de Febrero Rubén
Darío presentó su propuesta para el sector agropecuario que contaba con 20
programas, un día después estallan las protestas a nivel nacional y dónde
clamaban y claman en la actualidad por mayor producción nacional. Algunos de
los directivos de la asamblea anterior lo objetaron entre rumores e intrigas
porque no habían sido consultados y ellos eran los expertos y quienes dominaban
el tema, ellos lo “sabían todo”.
En los setenta años de la Federación nadie
había presentado ninguna propuesta formal y Rubén Darío se atrevió. El
narcisismo y la mediocridad creció en adeptos y la envidia carcomía los huesos
de los más mediocres y vanidosos, pero Rubén con la humildad que lo
caracterizaba hizo llegar el documento a cada uno de los directivos en todo el
país, estando seguro que muy pocos lo leyeron.
Habíamos trabajado “Ad honorem”, sin interés
crematístico alguno durante dos largos años en una comisión presidida por mí e integrada
por amigos fraternos con raíces agropecuarias que habían ocupado cargos de
ministros, presidencia de bancos, expertos agrarios e institucionales.
Con la fe, la paciencia, perseverancia y constancia heredadas de Bolívar y Urdaneta,
Rubén Darío fue abriendo puertas, entregando y explicando a las autoridades
nacionales su propuesta programática, ella contemplaba su visión y pasión por
el rescate del sistema de producción nacional, una tarea titánica que menguó su
salud, ya resentida en tiempos anteriores con la aparición de la diabetes cómo
enfermedad. Hasta fue juramentado en la “Comisión Presidencial Agroalimentaria.
A pesar de un inmenso e incansable esfuerzo nunca recibió respuestas concretas
para desarrollar sus propuestas.
Las excelentes luchas y gestiones anteriores
de José Luis Betancourt y Genaro Méndez eran cosa del pasado, la mediocridad y
soberbia de Manuel Cipriano Heredia presidente de la fantasmal “Fegabarinas”,
acompañado de directivos “eternos”, como Armando Chacín de Fegalago, David Govea
de Gadema, Ángel Rincón de Ugavi y Luis
Hernández Guanipa de Asogata habían
convertido la Federación de Ganaderos en un cascarón vacío, estoy plenamente
seguro que con estos dirigentes nunca seremos soberanos alimentariamente, A
pesar de esta triste realidad Rubén trató de recuperar a Fedenaga a costa de su
sacrificio físico, familiar y económico.
Mientras en Venezuela impere la estúpida
actitud del” deber ser” y no la del “deber hacer”, estas actuaciones
decepcionan a quienes entregan con honestidad lo mejor de sí para alcanzar los
logros necesarios que permitan el bienestar y el progreso colectivo. El
excesivo narcisismo, la inmediatez, el egoísmo, las oscuras pretensiones y el
individualismo son causas importantes de la debacle ética y moral que vive
nuestra sociedad.
Es imperativo que los hombres de bien demos
un paso al frente para el rescate y renovación de nuestras instituciones.
Martin Luther King dijo: "No me preocupa el grito de los violentos, de los
corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el
silencio de los buenos".
Un hombre cómo Rubén Darío, una reserva moral
venezolana, bondadoso desde su nacimiento hasta su muerte, un titán íntegro y
honesto hasta lo más profundo de su corazón, no podrá ser fácilmente sustituido
por aquellos que día a día hacen esfuerzos importantes para destruir las
instituciones y aprovecharse en lo personal de ellas. Hoy lloro en silencio y
en soledad rememorando su lucha, pasión y muerte, es mi deber moral decir la
verdad en su honor.
Soy testigo de los silencios, reflexiones e
inquietudes de Rubén, pero también de sus tristezas y decepciones. Hasta una
“Quinta Columna”, le formaron tratando de condicionarlo, hacerlo con Rubén
Darío era cómo amansar al viento, cómo intentar
detener la lluvia inclemente del trópico cuándo se precipita impetuosa e
indómita contra las llanuras y praderas venezolanas. Deja en la orfandad a sus
dos cachorros cómo cariñosamente los llamaba,
Sé que hay acuerdos de duelos en su honor,
sinceros en la mayoría de los casos, en las Asociaciones de Ganaderos existen
muchos hombre de bien, desafortunadamente la Revolución Bolivariana ha hecho
brotar de la mente y el corazón de los venezolanos los más oscuros deseos y
sentimientos pérfidos que eran inexistentes en el gentilicio nacional. Mejor
dicho abunda la barbarie.
En esta hora menguada de Venezuela en que la
muerte abordó a nuestro fraternal amigo,
compadre y hermano Rubén Darío Barboza Carroz vemos con preocupación que a nuestra patria le esperan los Jinetes
del Apocalipsis convertidos en carestía,
inflación, escasez, desabastecimiento, inseguridad y una profunda
violación a los derechos humanos consagrados en nuestra constitución.
Dios brinde paz a sus restos
José
Joaquín Urdaneta Castro
josejoaquinurdanetacastro@yahoo.es
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