Recurrir a aumentos salariales
improvisadamente orientados a maquillar la descomposición social y laboral
visible en todos los rincones de Venezuela, y al mismo tiempo menospreciar la paulatina degradación de las
condiciones de trabajo y de vida de la población, es característico de la
vocería pública estatal.
Cada día se observa el
distanciamiento de una minoría gobernante privilegiada y protegida por sus
gendarmes la FABN y el aparato estatal, con el resto de la población
desguarnecida, empobrecida, obligada a sufrir las penurias del
desabastecimiento, la escasez, la inseguridad, la inflación, que como plagas de
Egipto precarizan la existencia de millones de personas.
Esta discriminación que
privilegia a los representantes oficialistas, se observa en las colas cuando
militares y funcionarios gubernamentales, no son sometidos a los rigores de
madrugonazos, insolación, al estrago de ayunos obligatorios, por tener
garantizados los artículos de la cesta alimentaria por la puerta trasera a
espaldas del pueblo. Algo similar sucedido en la Rusia bolchevique de la revolución
de octubre de 1917, ante las colas por un mendrugo de pan sus custodios
reprimían por tener garantizado el alimento.
El abuso de poder y la burla al
ciudadano es sistemático a través del inmenso aparato mediático estatal, donde
ministros, diputados y el propio Presidente descalifican como contrabandistas,
bachaqueros, antipatriotas a esa masa humana que diariamente va a los
supermercados, farmacias y todo género de establecimientos donde pueda obtener
lo necesario para subsistir. Aún cuando reconocemos que haya una minoría de
especuladores, revendedores, lo que se observa permanentemente en las colas son
muchedumbres de madres, padres de familia desesperados por el desabastecimiento
y los bajos ingresos para comprar en el mercado negro productos multiplicados 4
y 5 veces su valor del mercado.
El lenguaje cínico se manifiesta
al señalar que el gobierno aumenta el 15% el salario mínimo para proteger el
poder adquisitivo, aún cuando saben perfectamente que la inflación acumulada en
los últimos 3 años ronda el 180% y sólo en 2014 sobrepasó el 100% en alimentos
y que el aumento salarial afecta solo a 3.000.000 de los casi 14.000.000 que
comprenden la Población Activa. Igualmente resaltan “que las colas son producto
del inmenso poder de compra de la población o que provienen de un malvado plan
de la oposición infiltrada en las mismas.”
El macabro guión gubernamental no
escatima esfuerzos en culpar a las distribuidoras de alimentos y esconder su
infinita incapacidad y corrupción, aún cuando el Ejecutivo Nacional supervisa
todo el proceso de producción desde la fábrica hasta el mercado, e igualmente
monopoliza la importación de toneladas de mercancías donde están parte de sus
inmensos negocios.
Esta degradación de la economía
nacional impacta gravemente al mundo del trabajo, que determina al trabajador
dedicar 1 y 2 días a la semana, a autoabastecerse de alimentos o medicamentos
sin políticas que frenen la inflación.
Froilan Barrios
fbarriosnieves@gmail.com
@froilanbarrios
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