Nicolás Maduro se quitó la careta. Está
decidido, ante su creciente desprestigio popular, establecer un régimen
policial que comprometa definitivamente nuestras libertades democráticas. Su
repetitivo, y cada vez más fantasioso cuento, sobre un posible intento de golpe
de Estado, no resiste el menor análisis militar y técnico. Los venezolanos
inicialmente pensamos que esas declaraciones eran una nueva bufonada más, pero
lamentablemente no ha sido así. Los últimos acontecimientos indican que se
trata de una artera maniobra del régimen que busca debilitar a la oposición
democrática, ante la cercanía de las
próximas elecciones parlamentarias, neutralizando a su liderazgo
natural. Esa es la razón de la detención
de Antonio Ledezma, de las amenazas a María Corina Machado y la posible
inhabilitación de Julio Borges. Es totalmente inaceptable ver como se violan
los derechos ciudadanos de los presos políticos y de los oficiales detenidos
sin dárseles ninguna posibilidad de defenderse.
Suponer
que un golpe militar se va a desarrollar de la manera que ha sido expuesta por Nicolás Maduro y Diosdado Cabello es no
conocer nuestra historia. Imaginarse un ataque a la ciudad de Caracas con un
medio aéreo tan elemental como es un Super Tucano Embraer, tipo EMB-314B1, de
muy limitada velocidad y autonomía de vuelo, supone de antemano el control
militar de alguna de las bases aéreas de la Fuerza Armada Nacional. En caso de
ocurrir este hecho, no es fácil entender
que se utilice un medio de tan limitadas capacidades operativas en lugar de
emplear alguno de los otros sistemas aéreos con que cuenta nuestra aviación
militar. Así ocurrió el 1° de enero de 1958 y el 27 de noviembre de 1992,
durante los intentos de golpes de Estado en contra del régimen inconstitucional
de Marcos Pérez Jiménez y del gobierno democrático de Carlos Andrés Pérez, al
controlarse militarmente la base Libertador y
utilizarse respectivamente los aviones Camberra y OV-10.
Un
aspecto que me ha llamado particularmente la atención es el inexplicable
silencio que han mantenido el general en Jefe Vladimir Padrino López, ministro
de la Defensa, y el mayor general Eutimio Criollo Villalobos, comandante de la
Aviación Militar ante un hecho de tanta gravedad. No es posible que la denuncia
detallada de lo ocurrido haya sido realizada por el teniente, en situación de
retiro, Diosdado Cabello en su programa: “Con el mazo dando”, atreviéndose a
presentar unas supuestas pruebas que
sólo debieron haber sido utilizadas por el Fiscal Militar correspondiente. La
gravedad de este hecho exigía una rueda de prensa, en la cual debieron de estar
presentes los altos mandos de la Aviación Militar para explicar claramente al
país la actuación de los oficiales detenidos, ya que al acusarlos de que
se encontraban vinculados con potencias
extranjeras para bombardear Caracas, se
compromete el honor y la credibilidad de
la Fuerza Armada Nacional.
Estoy
convencido, que la realidad de lo ocurrido con ese grupo de oficiales
subalternos no pasó de ser algún imprudente comentario realizado por uno de esos oficiales, y
respaldado por los otros, ante la delicada situación nacional. Esa conversación debió de llegar, a través de
los canales de inteligencia, a Nicolás Maduro, quien decidió aprovecharlas
para tomar unas medidas represivas a fin
de atemorizar a los demás miembros de la Fuerza Armada con la pérdida de su
carrera militar y utilizar este hecho para comprometer el liderazgo opositor
Ese camino es absolutamente equivocado, ya que tendrá por consecuencia un
incremento en el descontento militar. En nuestra organización imperan valores
fundamentales como el compañerismo y el
espíritu de cuerpo, los cuales son la esencia de la unidad interna de la Fuerza
Armada. Lo apropiado debió haber sido llamar a ese grupo de oficiales
haciéndole ver lo inconveniente de cualquier comentario de orden político.
Lamentablemente, es muy difícil lograr el
necesario compromiso institucional en los miembros de la Fuerza Armada ante la
equivocada posición mantenida por el ministro de la Defensa y los Altos Mandos
al presentarse como comprometidos con una parcialidad política y una ideología
determinada. Este hecho trae por consecuencia la inmediata ruptura de la unidad
interna de la Fuerza Armada. La manera de pensar de sus miembros es, sin lugar
a dudas, un reflejo de las ideas imperantes en nuestra sociedad, las cuales
rechazan ampliamente la ideología política del régimen. Esta realidad sólo es posible
superarla manteniendo una firme posición apegada estrictamente al contenido del artículo 328 de la Constitución
Nacional: “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente
profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar
la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio
geográfico... En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio de la
Nación y en ningún caso al de persona o
parcialidad política…
Fernando
Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich.
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