Pareciera que estos discursos o declaraciones políticas fueran un ensalme cargado de rezos, conjuros, oraciones y hasta “pases magnéticos” que ni siquiera se prestan para clamar por la salud espiritual y física del país.
¿ESPIRITISMO
POLÍTICO?
Las realidades
políticas venezolanas, dan cuenta de distorsiones sociales y culturales que no
solamente han estropeado valores y principios de los cuales se vale el
ejercicio de la política para lograr sus propósitos de encuentro. También, han
enrarecido el discurso político toda vez que ha dejado de ser una práctica
importante en el proceso de creación de consenso para la argumentación de
ideales y definición de objetivos.
Ahora, en el fragor
de la presumida “revolución bolivariana”, el discurso político se convirtió en
razón para ideologizar mediante artificios engañosos al iluso o persona de
débil o apática cultura política. Así, busca asirse a recursos propios de la
demagogia y del sectarismo para convencer acerca de lo que el discurso propone.
Sin embargo, la situación de confusión que actualmente domina el ámbito
político nacional, ha causado tal grado de conflicto que la táctica que mejor
le ha resultado al régimen, pese a padecer de la ilegitimidad de origen y de
desempeño que viene arrastrando, ha sido la de animar pretendidas expectativas
de bienestar social y crecimiento económico azuzando la figura del extinto
presidente Chávez. Pero a manera de conjuro.
Cada discurso
presidencial, cada veredicto gubernamental, cada declaración avalada por el partido
de gobierno, pronunciamiento militar, o dictamen judicial, suena a ceremonia
espiritista en la que es imprescindible intentar algún tipo de despojo que
convoque las debidas fuerzas del “más allá” para así garantizar la apertura de
caminos hacia parajes exentos de “malas influencias” derivadas del “(…)
Imperialismo o alardeadas como cualidades de la burguesía apátrida”.
El discurso político
al cual incita el equivocado socialismo, pareciera un “descruce” dirigido a
revivir al finado presidente mediante
invocaciones propias de una ceremonia que compromete al espiritismo. Con
aquello de que “Chávez vive”, se busca resucitarlo a lo cual se agrega la frase
de Comandante Supremo y Presidente Eterno a manera de exaltarlo cual imagen
viva y capaz de motivar las fuerzas necesarias para encumbrar su recuerdo a
manera de hacerlo ver y sentir como un ser de inteligencia suprema, causa
primaria de todas las cosas, eterno, inmutable, único, todopoderoso,
soberanamente justo y amoroso. Asimismo, bueno e infinito en toda perfección.
Su exagerada alusión
en cada discurso político, plantea una escalada espiritista dado el número de
veces que es referido. Y no exactamente en su fuero humano y mortal. Sino cual
figura en quien se supone conocimientos y poderes superiores a los del hombre.
Porque hasta con capilla cuenta ahora. Y además, con su respectivo culto. Por
ratos, pareciera que estos discursos o declaraciones políticas fueran un
ensalme cargado de rezos, conjuros, oraciones y hasta “pases magnéticos” que ni siquiera se prestan para clamar por la
salud espiritual y física del país. Por lo contrario, luce cual ritual
pecaminoso dado lo ofensivo y humillante al despreciar o desacreditar a quienes
se muestran opositores al régimen, encima de criminalizarse su opinión.
Luego de alabar la
figura del extinto presidente de manera excesiva y hasta con cierto viso de
dramatización, casi haciéndolo ver cual “espíritu de alta luz”, el discurso
político en estos tiempos de alevoso fanatismo se enfrasca en vociferar una retahíla
de ambigüedades, contradicciones, imprecisiones y promesas siempre a ser
incumplidas. Y desde luego, insultos, insolencia y chabacanerías que sólo dejan
ver la ineptitud y desconocimiento de gobernar en democracia. Así de ridículo
suele ser el estilo del actual discurso político, que por ratos simula el
simbolismo de “bajar un espíritu” o acto para invocar o hacer que un espíritu
entre el cuerpo del médium. Pues el orador busca emular la voz, gestos, hábitos
y forma de sermonear del fallecido presidente. Así que a decir de estos tiempos
de revolución, la política se convirtió en razón para presumir contrariar,
incluso, las leyes de la Física. O acaso es que ahora debe hablarse de
¿espiritismo político?
VENTANA
DE PAPEL
¿POR LA POLÍTICA?
Aristóteles explicaba
que “el hombre es un animal político” pues como ser social, necesita de los
otros para sentirse cual persona capaz de brindar el mismo apoyo que recibe
para entonces saberse útil e importante. Esta vivencia le incita motivaciones
para seguir creciendo como ser humano. Hasta ahí, el hombre se permite
intercambiar razones que lo integran a la sociedad que lo circunscribe. O sea,
sus intereses y necesidades se ven consustanciadas con las realidades que a
diario vive. Por eso se dice que el hombre es un ser político.
Sin embargo, de ahí
en adelante ello se complica toda vez que el hombre deja contaminarse por
nimiedades que resultan convirtiéndose en frivolidades y que luego adquieren
forma de codicia o mezquindad lo que hace que la voracidad por detentar el
poder, desde donde puede actuar sin mayor moderación, lo consuma material y
moralmente. Es, precisamente, el problema que ocurre alrededor de situaciones
imbuidas por la política de ocasión, o por la política que domina alguna
circunstancia fáctica. Por eso se dice que gobernar con sentido de ecuanimidad,
resulta ser una tarea de mucha dificultad para quienes desconocen la
complejidad que representa conciliar capacidad de gobernar, proyecto de
gobierno y gobernabilidad. Todo ello, en el marco de valores morales y de
sentimientos ciudadanos que reconozcan al otro en toda su dimensión humana. De
hecho, las realidades son inexorables cuando muestran que ese hombre político
contaminado busca apropiarse de todo cuanto pueda valiéndose del poder que detenta.
En medio de tal
situación, éste se desborda en extremos o exageraciones intentando copar todo
espacio posible por el afán de retener el poder. Es cuando se dedica a hacer
proselitismo. Y de la peor manera: angustiado, asustado y apresurado. Para
estas personas, la estabilidad en el poder se garantiza haciendo el mayor gasto
posible en ganar seguidores a su causa. Indistintamente que sean advenedizos,
enajenados o sectarios. Lo que importa es que la labor proselitista les
garantice su permanencia en el poder sin que ello pueda representar no hacer
nada en materia de gobierno propiamente.
Es el problema que
padece Venezuela desde el día siguiente al que ocupó el arribo del actual
equipo político-ideológico hace dieciséis años. He ahí una de las razones más categóricas
que explican el atraso que arrastra el país sin que el ingente ingreso de la
renta petrolera pudiera haber servido para apuntalar el desarrollo económico al
cual todo discurso político en tiempo de campaña electoral prometía. Y que
además, como promesa modeló el contenido fundamental de los planes de la
nación. Mientras que la teoría política explica cómo la función política se
devana por alcanzar realidades que comprometen el sentido de la política, la
praxis venezolana apunta hacia consideraciones que la desmienten. ¿O acaso que
las decisiones que se toman con base en exigencias coyunturales obedecen a
meras indicaciones que pauta el ejercicio sórdido de la política en manos de
políticos sin virtudes, indecentes e indolentes? ¿O es que las realidades están
absolutamente determinadas por la política? Es decir que en el fragor de
situaciones así, todo se calcula y se hace ¿por la política?
¿VALORES AL REVÉS?
Contrario a lo que
inspiró la sangrienta e injustificada revuelta del 4 de Febrero de 1992,
combatir la corrupción, la inseguridad, rescatar la independencia de los
poderes públicos, recuperar la libertad de expresión y afianzar la soberanía
nacional, no pudo ser el lema que avaló la conmemoración del 4-F acontecido
veintitrés años después. Sería un absurdo de marca mayor.
Sin embargo, a decir
por las realidades que tienen atrapada a Venezuela, esos fueron exactamente los
motivos que llevaron al régimen a recapitular el caos que representó el 4 de
Febrero de 1992. Así que entre vitoreo, bambalinas y militares disfrazados de
constitucionalistas demócratas, el régimen ordenó un desfile cívico-militar que
ocupó el ámbito de la Academia Militar, en Los Próceres-Caracas, para mostrar
al mundo una imagen de un país alineado a una estructura militarista totalmente
alejada de las condiciones que plantea el desarrollo de un Nuevo Orden Social,
Político y Económico El análisis más
pírrico o elemental que pueda elaborarse sobre estos 16 años de chavismo,
demuestra que el gobierno fracasó al intentar corregir los problemas que
motivaron la revuelta militar de hace 23 años.
Contrario a ello, los problemas se agravaron. El país se redujo a su
peor expresión.
Parece increíble que
la insensibilidad pueda llegar a tales
extremos y todavía no les parezca suficiente. Aunque tampoco se entiende cómo
la ignorancia haya dado cobijo a semejante desastre. Entonces, ¿fue eso lo que
recién se conmemoró? Como bien dijera Andrés Oppenheimer, “la historia reciente
de Venezuela debería ser de enseñanza obligatoria en todas las universidades
del mundo, como ejemplo de un milagro económico al revés: a pesar de haberse
beneficiado del boom petrolero más grande de su historia, el país hoy en día
ostenta los más altos niveles de pobreza” Será que ahora se vive en un mundo de
¿valores al revés?
No luce confiable aquel gobierno que solicita del espiritualismo la convicción necesaria para resistir los embates que trae la incertidumbre y las improvisaciones mal asumidas.
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
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