SIMON GARCIA |
Como para remarcar las sutiles complejidades que se le atribuyen al
pensamiento oriental, se acude al ya lugar común de que el ideograma crisis, en
japonés, está formado por dos
caracteres, uno que indica peligro y el otro, oportunidad.
La versión la puso de moda John Kennedy en un discurso que pronunció en
1959. Desde entonces se ha vuelto un recurso de la retórica del optimismo. Su
uso tiene el efecto pedagógico de mostrarnos que una misma situación puede ser vista desde ángulos diferentes. Un
medio útil para acrecentar el examen y la comprensión de cualquier fenómeno.
La interpretación es cierta, pero….Hay
quienes señalan que en la traducción literal del concepto, puede haber un error
porque el segundo ideograma es polisémico, por lo que puede significar también
punto crucial, engaño o llave de unión. Son acepciones más sugerentes para
abordar las catástrofes que el modelo y la gestión del llamado socialismo del
siglo XXI ha creado
Tanto el modelo como la gestión han entrado en su crisis de
inviabilidad. Se copiaron el modelo cubano por el afán de adquirir una
tecnología de poder centrada en asegurar su ejercicio durante un largo ciclo.
Pero la élite roja también tuvo que cargar con la destrucción de la propiedad,
el empoderamiento del Estado sobre toda la sociedad, la imposición de la
hegemonía comunicacional o la invasión gubernamental de la vida individual y
familiar.
Se crea o no, esa aspiración a la continuidad presupone convertir al
adversario en enemigo para aislarlo y liquidarlo político, como se ha hecho
entre nosotros a través de la polarización o la confiscación. Acabar con el
pluralismo político o la competencia empresarial es el primer escalón para
tomar el control absoluto en ambas esferas. Esa
ambición burocrática de poder explica la atipicidad de un proceso que se
presentó como una revolución sin dar lugar a una ebullición de nuevas ideas, ni
desatar la inspiración colectiva en grandes ideales ni adquirir el tono
vigoroso de una epopeya. Ni hablar de que haya menos pobreza, desigualdades o
que los trabajadores sean un factor avanzado de la producción.
En nuestro caso, reproduciendo el vicio original de saltarse la función
cohesionadora de la democracia e ignorar la necesidad de contar con el sector
privado para desarrollar el componente capitalista de la economía, la cúpula gobernante se empecinó en
imitar lo que en todo el planeta, incluidos los movimientos de más raigambre
revolucionaria, se está abandonando como expresión de fracaso y atraso.
La acumulación de problemas no le da oportunidad a la cúpula
gubernamental de salir ilesa y aún si abandonara la actitud de eludir las
medidas que debe adoptar, la crisis ya la doblegó. El dejar hacer se está
engullendo la popularidad, la legitimidad y la justificación de este gobierno.
La disolución de su poder se está cumpliendo progresivamente, aunque
formalmente conserve capacidad de mando.
Pero la crisis también tiene sus peligros, riesgos y desafíos para la
oposición. Es aquí y ahora cuando ella debe saltar a ser una alternativa y
dejar atrás su autoconfinamiento y la rivalidad entre egos.
La crisis no admite salidas individuales. El país desea nuevos rumbos y
soluciones. El porvenir exige que la nueva mayoría plural que está emergiendo
se concentre en frenar ahora la destrucción desatada y comenzar la
reconstrucción de la sociedad sin populismos ni esquemas de concentración del
bienestar en determinados sectores de la población.
Simon
Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim
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