SAÚL GODOY GÓMEZ |
Ahora
que estamos en las vísperas de la transición debo insistir en un punto
que he expuesto anteriormente, pero que poca gente ha concientizado, sobre todo
nuestro estamento político.
Estamos
llegando un poco tarde al momento de enfrentar nuestra realidad como país; un
chavismo irresponsable y ciego, y una oposición confundida y timorata se
confabularon para que la ideología del siglo XXI hiciera estragos en lo que
quedaba de nuestra economía.
¿Qué
significa esto? Que la situación es tan grave que necesitamos medidas heroicas,
pedirle grandes sacrificios a nuestro pueblo y que las clases dirigentes asuman
responsabilidades que probablemente superen la capacidad y las buenas
intenciones de muchos; un gobierno de transición como el que necesita nuestro
país es más bien un gobierno de salvación, y los gobiernos de salvación
precisan mártires.
El
próximo gobierno en Venezuela será atípico; vamos a ver una gran cantidad
de personas que se van a quemar por salvar el país, las bajas van a ser
terribles, tanto en lo político como en lo civil, militar y policial.
Permítanme
explicar esta enormidad de aseveración, que no es gratuita: nuestro país va a
tener que declarar una emergencia económica, probablemente caigamos en una
moratoria generalizada, no podremos hacerle frente a todas nuestras acreencias
y compromisos tanto nacionales como internacionales, lo que significa que ya de
antemano debemos hacer un plan.
El
plan debe contemplar nuestras prioridades, lo urgente y lo necesario para salir
de esta crisis, que va a implicar someter al estado a un régimen de
adelgazamiento, al mismo tiempo que le hacemos transfusiones al aparato privado
de producción; algo sumamente delicado, tomando en cuenta que la administración
pública se ha convertido en el segundo principal empleador del país.
Para
colmo de males, el cuadro de inseguridad que presenta la nación es
abrumador: el hampa desbordada, la corrupción campante, focos de insurgencias y
el mismo chavismo retrógrado, en combinación con nuestros
enemigos naturales en el extranjero, van a agravar la situación y hacerle la
vida imposible al próximo gobierno.
No
podemos contar con nuestra FFAA, ni con las fuerzas policiales, ni con el
sistema judicial en toda su capacidad, porque están infiltrados y son
herramientas del enemigo a quien queremos combatir. Toca refundar estos
servicios, y hacerle la guerra al hampa y a los enemigos de Venezuela que están
asentados en nuestro territorio, lo que va a requerir de hombres y mujeres de
una extraordinaria capacidad de lucha; lo criminalidad que tenemos en las
calles es pura escoria que ni razona ni se rinde, pero aún así se debe trabajar
garantizando los derechos humanos y respetando la Constitución, una labor que
se va a llevar por delante a varios ministros del ramo, a jefes policiales y militares.
Restablecer
la seguridad en el país va a costar sangre, sudor y lágrimas, que no quepa la
menor duda, necesitamos un hombre de hierro, nuestro propio Cromwell, que no le
tiemble el pulso al momento de salvaguardar la patria, probablemente a varios
de ellos… la labor será tan difícil e ingrata que probablemente tengamos que
pedirles la renuncia,
investigarlos o destituirlos, el país les reconocerá su valor en otro momento,
este adecentamiento de nuestra patria exigirá importantes sacrificios.
Nos
viene una etapa donde vamos a usar toda la fuerza gerencial que al país le
quede, no es el momento de compañeritos de partido ocupando cargos intermedios
o de jefatura si no están preparados para cumplir con el plan de salvación
nacional; no hay cabida para politiquería barata, el que no cumpla con sus
objetivos en el tiempo previsto deberá abandonar el cargo, es tiempo de
resultados, de mucho trabajo y de
enfrentar grandes costos en cada decisión que se tome.
Esa
inquietud que escucho repetidamente de que la oposición no ha presentado un
programa político que enamore al la gran mayoría, es una fantasía, el único
programa político posible es resolver nuestra crisis, que es multifacética y
rizomática, un monstruo de mil cabezas que va a requerir de muchos frentes y a
todos hay que coordinarlos, por lo que me temo que, dentro de las bajas que se
pueden esperar, están dos o tres presidentes de la República en el primer
quinquenio luego de Maduro, y que el expediente de la renuncia sea la manera de
salir de ellos.
No
va a ser un gobierno popular ni atractivo, solo apto para aquellos que sientan
el país en las venas, para los que gusten de retos y grandes riesgos… no será
un gobierno para “habladores de paja” ni para los que no “tengan guáramo”, y el
ejemplo debe empezar por lo más alto.
En
un gobierno de salvación nadie puede arrugar, se hará compromisos demasiado
importantes, empezando con los mismos trabajadores, con las organizaciones
sindicales, a quienes se les va a pedir un margen de tiempo y un espacio para
poder reactivar el aparato productivo nacional; sus expectativas laborales y
sus derechos adquiridos deberán ser puestos en el congelador y tendrán que
aceptar recortes en sus prerrogativas para poder lograr un país de nuevo competitivo.
Pero
para que la masa obrera acepte estos sacrificios tienen que tener muy en claro
por qué lo hacen, en cuánto tiempo y qué resultados se esperan; los objetivos
tienen que ser muy claros y posibles, frustrar a los trabajadores con metas
inalcanzables sería un error fatal.
El
gobierno debe actuar como un reloj suizo, a la perfección, sin margen para
experimentos y descanso, por ello se debe contar con recursos humanos de relevo
para que ninguna posición permanezca desasistida, de allí la importancia de un
plan coherente que todos entiendan y aquellos que ocupen un cargo no tengan que
entrar en una curva de aprendizaje lenta.
Un
plan de salvación debe ser sencillo, con no más de siete objetivos primordiales
que incidan directamente en la productividad y en la creación de riqueza
(material y moral).
Hay
que hacerle saber al mundo lo que intentamos hacer, hay que predicar la
confianza y el compromiso con nuestras obligaciones legítimamente adquiridas,
hay que mostrar resultados, publicitar cada acuerdo que se haga con las fuerzas
del país, mostrar nuestra hoja de ruta…
pero, sobre todo, debemos mostrar una dirección segura, confiable e idónea.
El
político que piense que ésta es la oportunidad de hacerse un nicho permanente,
una posición y un nombre, está “meando fuera del perol”; no
es el mejor momento, este periodo estará signado por cambios rápidos y muchas
veces intempestivos, habrá oportunidades y muchos riesgos,
será un periodo de mucha acción y de absoluta inestabilidad,en
pocas palabras, una aventura, el reto más importante de nuestras vidas.
Es
por ello que demando de todos esos políticos frágiles, de los partidos
políticos que no estén preparados para enfrentar un programa de reconstrucción
en medio de los estertores de una guerra, aquellos “figurones” comprometidos
con agendas personales, que no estén dispuestos al sacrificio máximo, que se
inhiban en esta campaña de salvación del país; que, si no pueden resistir la
tentación, esperen a que podamos recuperarlo, pero que no cometan la tontería y
el delito de postularse para algo que ni comprenden ni están listos, si venimos
de tiempos de excepción, pues estamos a punto de entrar en una etapa muy
similar a una unidad de emergencia en un hospital de campaña, en el frente de
batalla, haciendo milagros con lo que hay.
Soy
optimista, creo que en 15 años pudiéramos ver la luz al final del túnel;
entonces, con la democracia recuperada, con la economía saneada, con seguridad
y con un estado de derecho funcionando, entonces sí puede haber oportunidades para
jugar de nuevo a la política que conocen. Mientras tanto, si van a ser peso
muerto, no se metan.
Por
lo anteriormente expresado, en vez de estar pensando en primarias para las
elecciones de la Asamblea Nacional, los partidos y la sociedad civil debería
estar reunida para la elaboración del plan de salvación del país, de la
consecución de una estructura de poder para la emergencia, que va a significar
un acuerdo nacional sobre quienes van a integrar este primer frente de acción
inmediata al momento que el gobierno de Maduro renuncie, las medidas de
urgencia a tomar, los comunicados a la comunidad internacional, los llamados a
la sociedad
organizada.
Hay
sectores de la población en condición de alta vulnerabilidad que no pueden
esperar, así como sectores de servicios estratégicos a punto de colapso, hay
muchos recursos de la nación que hay que asegurar antes que la confusión de un
interregno se produzca y los perdamos, no hay tiempo para fiestas electorales
ni posesiones de cargos, hay que despertar a todos aquellos quienes creen que
la situación que se nos viene encima es “normal”, ya hemos perdido demasiado
tiempo.
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
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