El
socialista cree que a fuerza de buena voluntad y solidaridad puede eliminar
las injusticias y hacer de la convivencia humana una experiencia
igualitaria.
Su
gran crítica en contra del capitalismo es que éste promueve desigualdades
por medio de la consecución del lucro y la acumulación del
capital, y su receta ante este “pecado”, es la caridad por medio de
un estado benefactor, que no es otra cosa que un gran Robin Hood.
Tal
posición, más que ingenua, es mal intencionada, desconoce una realidad
insoslayable que se da en la naturaleza, y es la variedad de especies
que existen y las múltiples relaciones que se suceden: unas de
dominio, otras de competencia, de colaboración, parasitarias, de dependencia,
etc.
En
ese mundo de múltiples formas, potencialidades y términos existe el hombre,
sujeto a las mismas reglas y circunstancias que todas las demás
especies vivientes: unos asentados en territorios de enormes riquezas,
otros no tanto, algunos con talentos y habilidades, unos menos
capacitados, otros impedidos... las desigualdades pueden llegar a
ser extremas.
Únicamente
por medio de la cultura el hombre ha podido salvar diferencias
tan irreconciliables, por medio de las leyes, la moral, la equidad
y la justicia, gracias a las instituciones que hemos creado para
amortiguar tales desigualdades, es que los menos favorecidos tienen
oportunidades, el hecho de que existan multiplicidad de redes sociales,
nacional e internacionalmente para atender las necesidades que
ocasionan estas diferencias, es una prueba de que la desigualdad es
un hecho del mundo, ningún hombre es igual al otro.
Ronald
Dworkin en su clásico estudio sobre la igualdad, La Virtud Soberana,
considera a un gobierno ilegitimo si no trata con igual consideración
la suerte de todos sus ciudadanos a los que gobierna y exige
lealtad, es la virtud soberana de toda comunidad política, sin igualdad
el gobierno es solo una tiranía.
El
capitalismo, como sistema económico que es, moviliza el trabajo y los
recursos para la producción de riqueza, utilizando las empresas para
elaborar productos y servicios de la manera más eficiente posible,
ofreciéndolas en un libre mercado, creando fuentes de trabajo,
promoviendo la inventiva y los cambios.
Con la creación del capital
se disponen de recursos monetarios para la inversión de nuevas propuestas
e iniciativas, con nuevas empresas se puede elevar el consumo
que a su vez generan más producción y, por lo tanto, más trabajo;
mientras más gente está empleada más familias podrán satisfacer
sus necesidades, podrán ahorrar e invertir.
Para
que todo esto suceda es necesario un mercado donde las relaciones productivas
y comerciales sean lo más libres posible y que los intercambios
se rijan por medio de la oferta y la demanda, donde el estado
intervenga solamente para garantizar la pulcritud de las operaciones
y evitar el robo y el fraude.
Qué
propone el socialismo? La idea que han acariciado desde que existe
esta ideología, que no es un sistema económico, que quede esto muy
claro, es una ideología en la cual un Estado fuerte y regulador es el
que decide quién tiene qué, cuándo, cómo y a qué precio.
El
socialismo en vez de aplicar los principios de igualdad luego de que
el proceso de producción este finalizado, lo aplica antes, de modo que
el Estado le roba la iniciativa a los ciudadanos para emprender actividades
productivas, ya que todo lo acapara el Estado: dinero, tierras,
empleos, recursos naturales, empresas, bienes.
Cuando
todo es del Estado, inevitablemente se produce el fenómeno del capitalismo
de Estado, un ente económico centralizado que se ocupa de repartir
cargas y beneficios por igual, donde los grandes beneficiados son
los que tienen la suerte de pertenecer a la gran burocracia, y para
quienes su única obligación es suprimir las diferencias.
El
socialista queriendo promover la igualdad, castiga la productividad y
la iniciativa, y convierte al humano en una aberración colectiva bajo
la excusa de la felicidad.
Los
socialistas confunden en su ideología lo que es un sistema económico
con ideales morales y políticos, que son incompatibles con los
fines de producción, y creen que el capitalismo como sistema económico,
tiene la misma obligación que esta ideología, es decir, los socialista
le exigen al capitalismo que uno de sus fines sea la justicia
social, que responda por asuntos morales, políticos y
sociales
lo cual no hace, porque no es su función, aunque a la larga, el
sistema capitalista termine siendo mucho más justo y equitativo que el
socialista.
¿Qué
nos dice la experiencia de estas dos visiones del mundo? Pues todos
los socialismos `puros´ han terminado en terribles tiranías, en pueblos
dominados por un Estado fuerte que los han hecho sufrir desde grandes
hambrunas, guerras y hasta holocaustos.
El
socialismo que todavía existe en el mundo y funciona, es aquel que comprendió
que debe respetar e interferir lo menos posible con la economía
productiva, son los que han dejado que el capitalismo haga lo que
sabe hacer: crear riqueza.
Es
entonces cuando los gobiernos socialistas
llamados “de avanzada”, administran
los recursos que el país produce para solucionar injusticias
y hacer progresar a las comunidades, es decir, la justicia
social
la aplican sobra la riqueza que se genera.
Los
países nórdicos de Europa, Canadá y otros países desarrollados que se
tienen por socialistas, permiten que el capitalismo funcione sin trabas,
pero una vez producida la riqueza la pechan, imponen altos tributos
que el estado utiliza para hacer una redistribución de esa riqueza,
dirigiéndola a los sectores que ellos consideran más necesitados,
en un intento por igualar las condiciones socioeconómicas de
sus poblaciones.
El
capitalismo al contrario del socialismo, ha sobrevivido muy bien, a pesar
de sus crisis, del mal uso que algunos sectores le han dado, de los
desequilibrios que experimenta, el capitalismo siempre encuentra su
propia estabilidad por la sencilla razón que evoluciona, se adapta y
lo más importante, no acepta contradicciones.
En
nuestro país ha ocurrido la peor de las desgracias, la de un socialismo
interpretado por un militar, predicador y exagerado autócrata,
que ha propiciado el más salvaje de los capitalismos de Estado
creyendo que de eso se trata el socialismo, y ha convertido a una
buena parte de la población en mendigos, que no saben valerse por sí
mismos.
Chávez
no solo arruinó el aparato productivo de la nación, malbarató de
manera criminal las riquezas del país y dejó en las mentes de los venezolanos
una serie de ideas equivocadas y absurdas, que su sucesor, Nicolás
Maduro se ha encargado de perpetuar, con la corruptora influencia
de un estamento militar codicioso y violento, agravando de esta
manera la posibilidad de sustento de nuestra sociedad y poniendo en
peligro su viabilidad.
Por
esta razón, porque el modelo socialista que quieren imponer es el más
primitivo, retrógrado e inhumano de los socialismos que existen, es
que Venezuela se encuentra en quiebra; no hay manera que puedan avanzar
en producción si no permiten que el capitalismo actúe de manera
libre, que se olviden de la economía propulsada por comunas, por
empresas socialistas, por cooperativas, por nacionalizaciones e intervenciones
del estado, que desmonten el aparato contralor y injerencista
que han creado para la empresa privada, ese camino no sirve.
Más
que nunca están vigentes aquellas sabias palabras de Abraham Lincoln:
“No se puede alcanzar la prosperidad desatendiendo el ahorro. No
se puede ayudar al obrero derribando al patrono. No se puede promover
la fraternidad humana fomentando el odio de clase. No se puede
ayudar a los pobres destruyendo a los ricos. No se puede uno ver libre
de dificultades gastando más de lo que gana. No se puede formar el
carácter y el valor arrebatándole a un hombre la iniciativa. No se puede
ayudar permanentemente a los hombres haciendo por ellos lo que ellos
pueden y deben hacer por sí mismos”.
La
enfermedad del socialismo es una enfermedad de los valores éticos y morales
de la sociedad, destruye el tejido que une a la nación promoviendo
un odio de clases que tarda mucho tiempo en sanar. Ya lo ven
ustedes en los medios de comunicación que este socialismo maneja a discreción,
todo es una guerra, se refieren a quienes no somos socialistas
como enemigos, el empresario y el capital privado son perseguidos,
la libertad individual es un estorbo, la inversión extranjera
y las grandes corporaciones son imperialistas y el emprendimiento
es un pecado y por ello hay que exterminarlos; con ese modelo en la cabeza no vamos a ningún lado.
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
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