RAFAEL NIETO LOAIZA |
El Gobierno dijo que los diálogos de La Habana estaban separados
de lo que ocurría en el “campo de batalla” y que el Estado mantenía su ofensiva
contra la guerrilla. En distintas ocasiones el Presidente sostuvo que “la
decisión de [hablar en medio del conflicto] fue deliberada”, reiteró que “no
habrá cese al fuego” y resaltó que “la guerrilla siempre lo aprovecha para
fortalecerse”. La lógica implícita era que el Gobierno no podía perder la
ventaja militar que, hasta el inicio de las conversaciones, tenía frente a las
Farc, y que no se debía darles oportunidades. Y que la presión armada sobre la
guerrilla se traduciría en una mejor posición estatal en la mesa.
De paso, se pretendía blindar las conversaciones de lo que
ocurriera en la confrontación, de manera que los crímenes de las Farc no dieran
al traste con los diálogos. La expresión infame de tal postura la dio Santos
cuando afirmó que solo “haría explotar el proceso […] un atentado a una figura
importante”. En esa lógica, las Farc venían justificando sus acciones sobre la
base de que las reglas de juego eran las de negociar en medio del conflicto.
Sin embargo, al mismo tiempo las Farc y buena parte de la
izquierda han venido insistiendo en un cese al fuego bilateral. El Gobierno se
había negado.
Pero ahora, de repente, ha abierto la puerta. Santos, después de
una reunión con asesores internacionales, dijo que en adelante no debería haber
una “desconexión” entre La Habana y lo que suceda en Colombia. Fue tal la
confusión que trajeron sus palabras y tal la agitación e incertidumbre que
produjeron en la Fuerza Pública, que sus funcionarios estrella con ascendiente
sobre militares y policías, el ministro Pinzón y el general Naranjo, debieron
salir a precisar que la Fuerza Pública seguirá cumpliendo con su deber
constitucional de combatir a los violentos y que “no hay ninguna decisión que
haya alterado ese mandato”. ¿Fueron por libre y enmendaron al Presidente? ¿O
convencieron a Santos de su error? No lo se. Pero parece, al menos por ahora,
que no habrá tal cese al fuego bilateral.
Y sería un despropósito que lo hubiera. Primero, porque
significaría “caguanizar” todo el país. Un ceso al fuego bilateral ata las
manos a la Fuerza Pública que, en adelante, no podrían actuar contra los
bandidos. Segundo, porque mientras que el Eln siga actuando, la Fuerza Pública
deberá seguir combatiéndolo y en el terreno es imposible distinguir una
guerrilla de otra. Tercero, porque efectivamente el cese al fuego bilateral
hace perder la poca ventaja militar que le queda al Estado. Ya han ganado mucho
las Farc con los diálogos (entre otras cosas, y por cierto con autorización
presidencial, poniendo por fuera del país y del alcance de la Fuerza Pública a
todo el Secretariado), como para que además el resto de sus estructuras sepan
que están a salvo de la acción estatal. Cuarto, porque mientras que los
criminales sigan en su accionar violento a la Fuerza Pública, diga lo que diga
el Presidente, no le queda sino cumplir con su mandato constitucional de
combatirlos. Quinto, porque el cese al fuego bilateral debe ser el punto final
del proceso y solo debe adelantarse cuando haya certeza de su éxito.
Eso son los puntos fundamentales. Por un lado, un ceso al fuego
bilateral es solo factible a la terminación feliz del proceso, con verificación
independiente y con concentración geográfica de la guerrilla para su desarme
definitivo y su desmovilización. Lo demás es una tomadura de pelo.
Por el otro, aunque el Gobierno viene empeñado en vender la idea
de que hemos llegado a un punto irreversible, a un “no retorno” en las
conversaciones con las Farc, lo cierto es que absolutamente todos los temas
cruciales siguen pendientes: ¿habrá impunidad para los crímenes internacionales
de las Farc?¿Sus responsables podrán hacer política? ¿No habrá extradición para
los narcotraficantes de la guerrilla? ¿Las Farc entregarán sus bienes para
reparar a las víctimas? ¿O el proceso será una gran lavadero de su dinero?
¿Cuál será el mecanismo de refrendación de los acuerdos? Sin respuestas, el
proceso seguirá, como está, colgado de un hilo.
Rafael Nieto Loaiza
rafaelnietoloaiza@yahoo.com
rafaelnietoloaiza@gmail.com
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