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jueves, 15 de enero de 2015

PACIANO PADRON, QUE MUERA EL MIEDO

PACIANO PADRON
La siembra de miedo es arma utilizada por los gobiernos despóticos y dictatoriales para mantenerse en el poder, por cuanto el miedo suele impedir que la indignación tome la calle y la protesta produzca el cambio deseado. El miedo inhibe a los molestos, frena el reproche en la calle y permite al régimen ganar tiempo. Que muera el miedo.

En el caso cubano, ya van 56 años de dictadura cruel y asesina, de paredón, muerte y persecución contra la divergencia, y de hambre pareja para todos. El miedo sigue frenando a un pueblo que pareciera ya no tener sangre en las venas, donde muy pocos han dejado oír su voz. En Venezuela ya van 16 años de siembra de miedo bajo la conducción cubana, un proceso iniciado en tiempo de Chávez y acrecentado en el podrido lapso de Nicolás, dócil a los Castro y a las instrucciones y enseñanzas de estos. Que muera el miedo, que se escuche la protesta en la calle.

         Es consustancial a la dictadura sembrar miedo, como lo hizo Hitler con el pueblo alemán y con los otros pueblos que fue sometiendo; como ha ocurrido con todas las dictaduras en América Latina y, por supuesto, con las de Gómez y Pérez Jiménez. En el caso de Gómez -quien muere en el poder sin que hubiese tomado cuerpo la protesta popular- la reacción masiva de alegría por haber concluido la pesadilla, no se produce sino varios días luego de anunciada su muerte, ya que había miedo del muerto, algunos en medio de su terror pensaban que estaba vivo, que solo habían anunciado su desaparición física para ver quién montaba fiesta y castigarlo luego con la severidad que sabía hacerlo el Benemérito. En el caso de Pérez Jiménez, el miedo fue desafiado cuando la gente entendió que ya no podía seguir aguantando atropellos a sus derechos fundamentales, y llegó el 23 de Enero.

         A un buen amigo de Guarenas -cuando hablamos de atropellos, no solo en el plano político sino igualmente en la relación interpersonal- suele decir “Si me ofendes callo, si me persigues corro y si me acorralas me defiendo”. Allí estamos, en ese tercer supuesto, en el acorralamiento. Defendernos es la salida si nos queda sangre en las venas, como ciertamente nos queda. Vamos a defendernos denunciando al opresor, develando la corrupción y la ineficiencia del régimen y exigiendo cambio. Quedarnos callados, seguirnos calando la situación actual del país sin respuesta eficiente, es una torpeza y el dictador apretaría la mano.

         Por ser harto conocida, no es necesario que ahora dibuje la crisis que nos subyuga, donde el desabastecimiento ocupa la escena y la llenaría por largo tiempo si no hay un cambio radical de política o de gobierno. El pueblo está bravo y a esta hora el gobierno desgastado echa sus últimos tiros y amenaza y persigue, llegando al colmo de poner preso a quienes protestan por el desabastecimiento o a quienes toman fotografías de anaqueles vacíos. Es hora de protesta, tenemos que echarnos el miedo a la espalda, reclamar y exigir cambio. En este momento el pueblo chavista acompaña el reclamo, porque el hambre es pareja y en las colas nos encontramos todos. Rechazamos a la indeseable Ministra del Interior, quien burlándose de la necesidad de la gente dijo que quien hace cola desde las dos de la madrugada es porque le da la gana, mientras el Gobernador de Yaracuy prohíbe que los ciudadanos pernocten a las puertas de los supermercados, en intento de ser los primeros en hacer compras al día siguiente.

         El pueblo debe encontrarse en la protesta convocada por él mismo, y no en aquellas que surgen de los laboratorios del régimen, como fue el caso del paro extemporáneo convocado para el pasado lunes 12 de enero. El paro cívico es un arma democrática y puede y debe ser utilizado, pero tiene su hora, y el tiempo no nos lo va a marcar el gobierno.

         Matemos el miedo y que nazca una hora nueva. No más silencio, no sigamos aguantando a quien se burla del pueblo, a quien es capaz en esta hora de penuria de gastar, en un viaje al exterior, un millón 200 mil dólares en disfrute con sus amigos y  familiares y con allegados de la primera combatiente. Ya basta. Que muera el miedo.

Paciano José Padrón Valladares
pacianopadron@gmail.com
@padronpaciano

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