El ser humano se encuentra en una eterna
lucha por superarse, nace desvalido, completamente dependiente. Un día ese
pequeño ser humano que hasta pocos días atrás apenas gateaba, como por milagro
se levanta y comienza a caminar.
Está inscrito en sus genes, busca desarrollar
su potencialidad, la que la creación le legó. Desde muy corta edad soñará con
volar, ganar el cielo, llegar a la luna, conquistar las cosas que parecen
imposibles.
El ser humano, gregario por naturaleza, se
organiza en sociedades, une sus esfuerzos para llegar más lejos. Unido será más
fuerte para atender sus necesidades, para defenderse, para construir.
Hoy en día si se escucha a una aeromoza decir
que volamos a 15.000 metros de altura, nos parece lo más natural, cuando una
noticia da la vuelta al mundo en escasos segundos, ya no asombra a nadie.
Tenemos acceso a la información casi en cualquier parte donde nos encontremos,
se ha democratizado la información y el conocimiento ¡la imaginación es el
límite!
Sin embargo a estas alturas y a esa altura
constatamos como somos dependientes de la naturaleza, de las maquinas, de la
experiencia, de la confianza en el trabajo de los otros, traducido en un vuelo:
en las condiciones climáticas, en el mantenimiento del aparato y en la
formación del piloto.
Su interdependencia le enseñó que todos somos
valiosos, que del trabajo en equipo se consigue el progreso y que respetando
los derechos del otro obtenemos la convivencia. Condiciones indispensables para
soñar con otros horizontes.
Nuestra naturaleza nos lleva a buscar el
desarrollo personal, de aprender a caminar pasamos a hablar, a razonar, a
adquirir conocimientos, a valernos por nosotros mismos. Una búsqueda de la
perfección física, económica, social o cultural, que nos lleva al ejercicio
físico, al trabajo, al contacto con los otros, todo dentro de lo normal,
siempre y cuando no se convierta en una obsesión compulsiva en la perdamos
nuestros valores y traicionemos nuestra esencia.
Ser o estar mejor jamás podrá conseguirse en
detrimento de los otros… ni de nosotros mismos. Los humanos sabemos que dentro
de la perfección existe una dimensión intangible o espiritual que también
debemos desarrollar, para existir en concordancia con la naturaleza de nuestra
creación.
Para volar más alto en la vida se necesitan
condiciones mínimas, internas y externas, condiciones existenciales propias a
nuestra naturaleza. Es necesario que nuestros objetivos se encuentren en
concordancia con nuestra razón de ser. Es indispensable vivir en libertad,
deben existir leyes que sean iguales para todos y es necesario poder satisfacer
nuestras necesidades básicas.
Una parte nos corresponde realizarla a cada
uno de nosotros, la otra a la sociedad, dirigida por autoridades en las cuales
depositamos nuestra confianza.
Pero el hombre es tan capaz de lo mejor como
de lo peor. Por eso la importancia de una sociedad capaz de regular excesos,
negaciones, autoritarismos, discriminación y atropellos, todo lo que nos aleje
de nuestro destino natural.
Un sistema que pretenda convertirnos es
esclavos, encerrarnos dentro de una jaula, someternos a sus intereses, ponernos
en cola y hacernos dependientes es completamente antinatural y debe ser rechazado
con toda la fuerza de nuestra existencia ¡Nos va la vida en ello!
Venezuela fue hasta hace 15 años un país que
progresaba, con altos y bajos. Se cometieron errores, se perdió tiempo, tuvimos
retrocesos, se cometieron abusos, hubo actos de corrupción… pero existía un
marco de libertades conquistadas con la valentía de los venezolanos, que
permitía enderezarse y retomar el rumbo hacia adelante.
Hoy vivimos tiempos oscuros, el mal llego
cual un lobo cubierto con piel de cordero, su plan diabólico comenzaba
conquistando nuestra alma venezolana, era necesario controlarnos, dominarnos,
manipularnos, para vendernos mejor a gobiernos extranjeros y que
permaneciéramos impávidos.
El discurso meloso, vulgar, hipnotizaba,
mentía, falsificaba la realidad, hablaba de amor y enviaba armas a
guerrilleros, defendía terroristas, instalaba en el suelo patrio a espías
cubanos, extremistas islámicos, milicias y traficantes de droga.
Hablaba de justicia y se fue apoderando del
control de todas las instituciones, para destruir las voces opositoras, matar
estudiantes, acabar con los sindicatos y proteger a una banda de corruptos.
Se erigió en la voz de los pobres, mientras
destruía todas las fuentes de producción nacional, para que una vez todos
pobres y dependientes, nadie soñara de nuevo con algo distinto.
Acusó al mundo de hacerle la guerra, para
justificar su incapacidad, compró apoyos, regaló la riqueza nacional, robaron
hasta convertirse en los más cínicos revolucionarios, gordos repletos de
dólares, relojes yates, aviones, haciendas, mansiones y cuantas bancarias.
Convirtieron en valores el odio social, la
vulgaridad, la corrupción, la compra de conciencias, la mentira… esta última en
sitial de honor, repitiéndola mil veces hasta convertirla en el discurso
oficial.
Del país que soñábamos, nos despertamos con
un país en ruinas, atrasado, expoliado por corruptos, donde escasea todo,
obligados a encerrarnos temprano si queremos evitar la bala de un colectivo. Un
país donde mueren 20.000 compatriotas cada año, ante la mirada indiferente de
los que nos impulsaron a odiarnos.
Esto es un verdadero drama, formamos parte de
un país que se está vaciando, los más preparados se van, las inversiones
también, parte del plan era obligarlos a irse. Apostaron que los que se quedaban
terminarían zombis… de cola en cola para comer, tener agua y vestido.
Un proyecto destinado a cortarnos las alas,
en el cual despertáramos cuando ya no pudiéramos mirar hacia arriba… con
cadenas cortas y muy pesadas.
Sin embargo el ser humano único e irrepetible,
realiza en cada uno de nosotros el milagro de la vida, la que se renueva en
cada generación, en cada época, con sus aspiraciones y sus esperanzas.
Como desvalido saliendo del regazo de una
madre, este pueblo se levanta, sueña, se encuentra con otros, razona, comprende
y se organiza. Sabe que es interdependiente, se une, se concierta, discute,
escucha y llegará a acuerdos.
Sentimos que se hace fuerte, está decidido,
se prepara, espera el momento. Está decidido a vivir en libertad. No está dispuesto
a que le roben su futuro, sabe que es posible superarse, contar con una
universidad para perfeccionarse y crecer, quiere ser honesto, triunfar, poseer
valores y honor.
Aspira formarse y construir una mejor
sociedad… Aprendió a caminar… ahora quiere volar más alto.
Nelson Castellano-Hernandez
nelsoncastellano@hotmail.com
@nelcasher
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