LUIS MANUEL AGUANA |
El
DRAE define “incertidumbre” como “1.f. Falta de certidumbre”, y a su vez define
“certidumbre” como “1.f. Certeza”. Esa cadena nos lleva a la definición de
“certeza” como “1.f Conocimiento seguro y claro de algo” y “2.f. Firme adhesión
de la mente a algo conocible, sin temor a errar”. Entonces, de acuerdo a esa
primera acepción del DRAE podemos indicar que todos los venezolanos nos
encontramos en una falta de “conocimiento seguro y claro” de lo que pasará en
el país, y en la segunda nos lleva a pensar que una situación en la cual
nuestra mente no se pueda aferrar a “algo conocible” nos debe llevar a un
estado claro de desesperación.
Cuando
ocurre lo que claramente está sucediendo en el país, las personas no piensan, y
se dejan llevar por sus instintos. Es como cuando ocurre un incendio. La
situación de pánico hace que la gente haga las cosas menos sospechadas, incluso
hasta correr sin saber, en la dirección de las llamas. En esos momentos, la
mente es un papel en blanco para que alguien ponga ideas. Cualquiera que grite
“¡vamos por aquí!” hace que una multitud de personas vaya por “allí”. Y eso es
lo que está pasando en Venezuela, donde hay gente interesada que la multitud
corra de acuerdo a sus intereses aprovechando el incendio, por lo que hay que
identificar el momento cuando eso ocurre.
Y
volviendo al DRAE, la incertidumbre es, si no la causa principal, una de las
más importantes de esos estados de desesperación. El común de las personas
necesita certeza para sus vidas, estando claramente establecido quien la debe
suministrar, entre otras razones, porque es su responsabilidad. Eso lo he
entendido y comprobado desde los días en que me tope por primera vez con el
constructo expresado del Modelo de Parsons, que deseo introducir aquí porque
creo que nos podría ayudar para entender un poco a lo que nos está pasando
ahora.
Según
Parsons, a medida que ascendemos desde los niveles más bajos hasta los niveles
institucionales más altos de la pirámide social, empresarial, o simplemente
humana que se organice para conseguir objetivos sociales, empresariales o
simplemente humanos, vamos presenciando una continua degradación de la
certidumbre en la cual se encuentran los individuos.
Los
trabajadores en la base deben tener completa certidumbre para poder realizar
sus labores. Un ejemplo: un obrero de la construcción al llegar diariamente a
su trabajo debe saber con total certeza lo que va a realizar ese día. Si va a
levantar una pared de 2x3 m2 con X ladrillos y Y cantidad de cemento, que deben
estar disponibles; o si pondrá las ventanas del piso X del edificio que se está
construyendo, para lo cual debe disponer de esas ventanas cuando llegue. A eso
lo llamamos un sistema cerrado porque no están expuestos a las variaciones que
pueden ocurrir en su entorno, con lo cual estamos en presencia de certidumbre completa.
En
la medida que subimos en la pirámide, en los niveles gerenciales, la certidumbre
disminuye. Siguiendo en el ejemplo, los ingenieros a cargo de la obra deben
garantizarles a los obreros y sus maestros de obra que es lo que hay que hacer
y con qué. Ya allí la cosa se pone más difícil. Deben coordinar logística,
proveedores con los que se firmaron los contratos para suplir materiales y un
sin fin de detalles más. Habrá cosas que les será difícil garantizar pero es su
trabajo y su responsabilidad hacerlo. Y si no consiguen algo, deberán parirlo
porque si no será imposible garantizar certidumbre al nivel inferior. Ese es
precisamente su trabajo como gerentes. Sin embargo, en algún punto las cosas no
funcionarán y la solución saldrá más complicada. En ese nivel de la pirámide el
sistema es semi-cerrado, pues habrán cosas que pasaran fuera del control de los
responsables ya que se está expuesto a las variaciones externas por lo que su
certidumbre es incompleta.
Al
nivel de la alta gerencia, en el tope de la pirámide, la incertidumbre es el
trabajo de todos los días. Desde que el gobierno los expropie hasta las fuentes
de financiamiento y los costos definitivos de la obra en un ambiente bajo
inflación. Aquí lo seguro es que no hay nada seguro. Hay certidumbre cero, eso
es precisamente con lo que hay que lidiar todos los días. Desde que el gobierno
cambie las reglas laborales hasta que el negocio deje de ser negocio por causas
desconocidas. En este punto el sistema es completamente abierto, está
completamente expuesto. Entonces, no puede haber algo como incertidumbre en la
base de sustentación de la pirámide porque si no, significa que el sistema dejo
de ser viable.
Si
trasladamos ese modelo a la pirámide social del país, pueden imaginarse quien
es la base: todos nosotros que no tomamos decisiones y que la certeza debe ser
nuestro pan de cada día. Saber que hay un trabajo cierto por el que cobramos
quince y ultimo; que existen los productos que necesitamos para llevar una vida
estable; que sabemos cómo llegamos todos los días a ese trabajo, y que hay un
lugar donde llevar a nuestros hijos para que se eduquen, así como todas las
cosas que ustedes puedan pensar que espera como ciertas un individuo en
cualquier sociedad.
Al
nivel medio de esa pirámide, podemos poner a las organizaciones que nos
contratan para hacer un trabajo, así como el resto de las que conjuntamente
hacen vida en la sociedad y que nos garantizan eso que complementa nuestro
diario vivir. Ellas viven constantemente en ese sistema semi-cerrado donde hay
que garantizar sueldos a costa de incertidumbre.
Y
por último, en el tope de esa pirámide, ponemos al Estado y al gobierno que lo
administra. Ese es el que debe vivir en la completa incertidumbre, no nosotros
ni los niveles medios, precisamente porque ese es su trabajo, generar
certidumbre para toda la sociedad.
De
todo lo anterior derivamos quien tiene la responsabilidad de qué y porqué, y
las razones por las cuales cuando la incertidumbre se generaliza en un país
entero, el sistema como un todo es inviable. La base y los niveles medios no
pueden detener su actividad porque crean más incertidumbre. Lo que hay que
hacer es protestar para exigirle certidumbre a quien por obligación debe
garantizarla. Sin embargo el país se encuentra envuelto en un estado tal de
desesperación, producto de una incertidumbre que no le corresponde tener, que
está operando una suerte de escenario de incendio donde se le está haciendo
caso a aquellos que prendieron el fuego.
Para
volver a colocar las cosas en su lugar, es preciso elevar la certidumbre de
abajo hacia arriba. Y eso solo lo puede hacer la pirámide con un nuevo tope que
entienda este concepto para restituir la
viabilidad perdida. Tenemos muchos años sin disfrutar certidumbre. Ya es hora
de cambiar el sistema a través del cual los gobiernos han administrado certidumbre
a la población desde hace más de 200 años, por uno que nos la garantice, pero
esta vez de una manera definitiva. Ya es hora de colocar la incertidumbre en su
lugar.
Luis
Manuel Aguana
luismanuel.aguana@gmail.com
@laguana
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