JUAN CARLOS ZAPATA |
No es la Iglesia post abril de 2002. No es la
Iglesia del cardenal Velasco. No es la
Iglesia de monseñor Porras. Esta es una Iglesia con otra visión, más
poder, y consciente de su papel. Esta es la Iglesia del Papa Francisco. Y el
Papa Francisco es quien acaba de componer las relaciones entre Estados Unidos y
Cuba. Y no es casual que haya emprendido justo ahora un viaje por Sri Lanka,
donde se acaba de dar un inusitado cambio de poder. Esta, además, es la Iglesia
de monseñor Parolin, el mismo operador
del diálogo entre los gobiernos de Obama y Castro y del diálogo del año pasado
en Caracas. ¿Hacia dónde va la Iglesia?
1-Sin olvidarnos que ya fue un factor
fundamental en la Mesa de Diálogo que se instaló el año pasado en el Palacio de
Miraflores, obviemos los detalles, ya que hay un nuevo proceso en marcha.
2-No hay que olvidar que en los últimos meses
de vida, Hugo Chávez intentó la reconciliación con la Iglesia Católica y su
jerarquía. Desde ese momento, la Iglesia entró en un nuevo juego de poder, y a
ganar espacio dentro del propio chavismo.
Luego apareció el Papa Francisco. Y con él un nuevo estilo en el
Vaticano.
3-La Iglesia venezolana no está ejecutando
ningún paso sin consulta previa. Además, no va a cometer los errores de 2002.
Ni va a correr el riesgo de verse
acorralada por los discursos de ningún vocero del gobierno ni del PSUV. Por
ello, poco peso tienen los ataques emitidos por Diosdado Cabello, y las
referencias que de vez en vez hace Maduro.
4-Esta es una Iglesia que tiene en su haber
el diálogo entre Estados Unidos y Cuba. El peso es enorme para el liderazgo
chavista. Por más que a Diosdado Cabello no le convenza el pacto Obama-Castro.
5-La primera señal del papel que está
dispuesto a jugar la dio la Iglesia en la Mesa de Diálogo de 2014. Luego se han
revelado posiciones particulares como las del padre Luis Ugalde.
Reconciliación, transición, unidad, aún con factores dentro del chavismo.
6-Sin embargo, para marcar la ruta, requería
de componer situaciones dentro del campo opositor. Y de allí la mediación entre
AD y Voluntad Popular. Desde ese momento, los acuerdos tácitos en los partidos
que hacen vida en la MUD avanzaron con mayor rapidez.
7-Después viene la contundencia de los
documentos de la Conferencia Episcopal. No solo crítica hacia el modelo y la
crisis económica. El juicio se extiende hacia el militarismo. Sabe la Iglesia
de la pésima coyuntura por la que pasa el estamento militar. Y continúa la
crítica hacia el grado de descomposición en el gobierno. Por la corrupción. La
impunidad. La Iglesia habla de una crisis global. Que comprende lo ético, lo
político, lo moral, lo económico. La responsabilidad se atribuye de manera
directa al sistema político dominante que ha impuesto la división. O sea, al
socialismo marxista. Aquí no hay medias tintas.
8-Pero la Iglesia no solo enjuicia al
gobierno, al modelo chavista y al fracaso que ha conllevado. Conocedora de la
realidad política, seguidora del pulso nacional, analista de las encuestas, la
Iglesia reclama a los partidos. Sí, a los partidos enfermos de personalismos
que no han sabido presentar un programa alternativo. Partidos más enfermos de
afecto que de ideología, lo cual no tiene otra traducción que esta: partidos
desunidos, dirigentes egoístas, personalistas, sin voluntad de cambio, sin
desprendimiento y sin visión de grandeza ni de historia ni de país.
9-Dicho esto, la Iglesia propone el diálogo.
Y después de proponerlo, salta Diosdado Cabello y señala a la jerarquía de
participar en la guarimba, a la que llama, además, a pedir perdón.
10-La Iglesia, que no subestima el poder del
presidente de la Asamblea Nacional –ya había criticado que la tal renovación de
poderes no fue tal y como se sabe, en la operación quien más participación tuvo
fue Cabello-, entonces va por él. De manera que aborde un nuevo flanco de
crítica, ahora más directa y personal. El dedo apunta hacia Cabello y hacia su
programa de televisión al que comparó con el de La Hojilla, para rabia de
Cabello. Lo que quiere decir la Iglesia es que la actitud de Cabello no
contribuye al diálogo.
11-¿Qué busca la Iglesia en ese nuevo paso?
Debilitar a quien se le considera el hombre fuerte del régimen, temido por
propios y adversarios, aunque en las encuestas aparezca con altos niveles de
rechazo. La Iglesia sabe de la debilidad de Maduro y el gobierno, también de la
debilidad del PSUV y la casta militar; pero falta este elemento, perturbador, para
alcanzar el objetivo que no es otro que el diálogo, y que el mismo conduzca a
la solución de la crisis, ya que, dada su complejidad, señala la Iglesia,
requiere del concurso de todos. “La fuerza es la unión”, ha dicho. Y, al
parecer, el último escollo es Diosdado Cabello, a pesar de su nombre.
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