GUSTAVO BRICEÑO |
Cuán
difícil es encarar un sistema democrático, si entendemos por democracia el
gobierno del pueblo. En América latina, los gobiernos luchan por la
materialización de la democracia, que a cada tiempo toca la puerta de los
pueblos.
Es significativamente necesaria e importante la encarnación de
mecanismos formales, a los fines de lograr un gobierno y un ciudadano,
principalmente, que se sacrifiquen para la obtención de resultados
satisfactorios. Es, desde luego, precisar que la democracia no solo es una
exigencia de comportamiento para los gobernantes, no solo ellos deben cumplir
con las leyes, sino en una democracia el factor ciudadanía es fundamental para
encarar el progreso y el desarrollo de ese pueblo.
Me
refiero concretamente a eso que se llama apatía del venezolano frente a los
problemas socios-económicos que sufre a diario. Asombra en cierto modo la
conducta de los venezolanos muy nítidamente cada vez que, por ejemplo, el señor
Maduro insulta públicamente a la gran clase media. La democracia no solo es un
conjunto de situaciones sociales y políticas formalmente indicadas en las leyes
o incluso en los tratados internacionales. La democracia no se agota en la
separación de los poderes públicos, ni solo en la autonomía formal del Poder
Judicial, ni en la materialización constante de un Poder Electoral autónomo, ni
en simples elecciones cada cierto tiempo. Se incluye en la democracia un
elemento subjetivo francamente de carácter personal y definitivo que influye en
el enfrentamiento de los problemas, llamemos cotidianos, y es la actitud y el
comportamiento personal de cada uno de los ciudadanos. Sin ello no hay
democracia, sin ello incluso no hay libertad, que es lo que ha existido y ha
faltado desafortunadamente en América Latina y muy especialmente en Venezuela
donde se configura al menos una formal democracia en los libros, pero una
ausencia marcada de comportamiento democrático en los ciudadanos venezolanos.
Por
esta razón es que desde 1830 para acá los gobiernos venezolanos han sido más o
menos democráticos o más o menos autocráticos. Es, desde luego, un
comportamiento individual e histórico que Venezuela ha sufrido con tenacidad y
envergadura. La culpa de ello la tenemos los propios hombres y mujeres que han
transcurrido y que han hecho lo que hoy es Venezuela. Claro está, los
gobernantes han tenido exceso de culpabilidad en ello, por cuanto el ejemplo de
ciudadanía al menos ha estado ausente.
El
miedo y la apatía son claros ejemplos, son rasgos enfermizos y antidemocráticos
para poder reclamar y protestar por las políticas de los gobiernos que violan
las leyes, y frente a ello no reaccionamos como deberíamos. Seguimos mal frente
a la sociedad, solo los reclamos de voces aisladas persiguen despertar la
mentalidad social y política de un país que pierde la democracia a diario, así,
la posición personal de ser ciudadano se encuentra alejada, digamos, al margen
de nuestra realidad como debería ser.
En
estos días se configuró un evidente golpe de Estado cuando los representantes
del gobierno violaron la Constitución de forma directa para designar sus
autoridades públicas, sin embargo, no reclamamos como deberíamos frente a ese
atropello a la sociedad, y así pasa el tiempo y los ciudadanos somos cómplices
de esa violación constitucional. No me resta más razón. Así lo creo.
Gustavo
Briceño Vivas
gbricenovivas@gmail.com
@gbricenovivas
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